Repatriados enfrentan al “monstruo” de los impuestos en México

Las declaraciones fiscales tienen una gran diferencia con Estados Unidos

Antonio Javier Anguiano comienza a entender el sistema fiscal mexicano.

Antonio Javier Anguiano comienza a entender el sistema fiscal mexicano. Crédito: Gardenia Mendoza. | Impremedia

MEXICO- Cada arranque de año, Javier Arteriano esperaba con ansias el formato W4 que emitía el gobierno de Estados Unidos para pagar impuestos. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer porque sólo eran dos pasos: poner los nombres de sus hijos por ser dependientes económicos, tomar una foto y subirla a la web.

“Es un formato, una hoja, que ya trae todos tus datos, cuánto dinero generaste, cuánto te quitó el gobierno y tú sólo pones a quienes dependen de ti y las notas de gastos”, recuerda con nostalgia. “No importaba que fuera indocumentado”.

Arteriano lo hacía a través del Número de Identificación Individual Tributaria (ITIN) que se emite desde el Servicio de Impuestos Internos sin cuestionar el estatus migratorio. Aunque los trabajadores no están obligados a tener el ITIN, casi cuatro de cada 10 indocumentados lo solicita, según cálculos del Pew Research Center.

Así pagó impuestos, declarando por sí mismo, en Los Angeles. Luego en Nueva York, donde trabajó como chef hasta que lo deportaron hace un año y ocho meses. Ahora está en la Ciudad de México y vuelto un lío porque lleva al menos 11 contribuyendo al fisco sin saber exactamente qué hacer para deducir, sumar, restar y no dejarle su dinero al gobierno.

“Allá yo recibía cada mes de abril entre $4,000 y $7,000 dólares de vuelta porque tenía muy buenos trabajos: en los últimos años tuve varias cocinas a mi cargo”.

Cuando llegó a México después de 15 años en Estados Unidos ??la mitad de su vida?? no tenía idea de lo que tenía que hacer, ni siquiera le pasaba por la cabeza que existía algo similar de no ser porque en la organización New Comienzos, que brinda apoyos a los deportados, lo pusieron en alerta: o presentaba su declaración anual o el gobierno se quedaría con su plata.

“Tienen hasta tres años para reclamarla, pero la mayoría de los deportados no lo hace aunque muchos se integran en buenos trabajos en calls centers y podrían obtener buenas devoluciones”, observó la contadora pública Adela Forticiella.

Forticiella dejó todo en su natal Tabasco, donde vive su familia, para trabajar como voluntaria en la asociación de deportados y así orientarlos en el laberíntico mundo del fisco mexicano oficialmente conocido como Sistema de Ahorro para el Retiro. “Voy a tomarme un año sabático para apoyarlos: es mi contribución altruista: los repatriados realmente lo necesitan”.

Desde que comenzó su apoyo, hace unos días, ha asesorado a ocho, entre ellos el fundador de New Comienzos Israel Concha, a quien Hacienda ya le devolvió poco más de 400 dólares y ya hay una lista de espera de 38 personas más.

Lograr la devolución en México, explica Forticella a sus asesorados, “es mucho más complicado” aunque el impuesto suena similar: IRS en EEUU, ISR en México. En éste último existen tres tipos de candidatos a devolución: los asalariados, los independientes y los que cobran a través de un tercero.

Además, se deben hacer tres procesos sin los cuales es imposible hacer una declaración: obtener un Registro Federal de Causantes (RFC) que es la identidad fiscal y dos claves para el portal y trámites generales conocidas como E-Firma y CIEC.

El sistema busca seguridad para evitar delitos financieros, pero, en su complicación, asusta a muchos contribuyentes. “Incluso registran el iris de tus ojos para que no haya duda de tu identidad”, subraya Concha, sorprendido. “En un sondeo que hicimos entre nuestra comunidad descubrimos que el 99% no ha hecho este trámite”.

El problema se vuelve mayor para los repatriados no hablan español y no hay quien se los explique en inglés en el SAT porque sin todos los requisitos no se puede hacer ningún trámite.

Arteriano sí habla y lee español, pero en todo lo demás estaba en cero. “Deberían hacer campañas más agresivas para devolver impuestos, ¿por qué el gobierno no quiere? Allá esperábamos las declaraciones anuales para salir a pasear, comprar cosas”, lamenta.

La contadora coincide: sería una forma de impulsar el consumo: una herramienta clave en la economía.

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