La mentira de los suplementos: no mejoran la salud ni alargan la vida

La mejor recomendación es mantener una dieta equilibrada

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Los suplementos no son tan buenos como dice su marketing. Crédito: Unsplash

Para el año 2025, los estadounidenses habrán gastado alrededor de $300,000 millones en suplementos alimenticios y vitamínicos. Un gran negocio para las compañías que los producen.

Pero una investigación publicada en el Annal of Internal Medicine, reveló la gran mentira de los suplementos: no mejoran la salud cardiovascular ni alargan la vida, como se cree popularmente.

Prácticamente tres de cada cuatro estadounidenses consumen suplementos diariamente con la idea de que son buenos para el corazón o para cualquier otro órgano sin saber exactamente por qué. Muchos de ellos piensan que, gracias a sus vitamínicos, vivirán más años y con mayor calidad de vida, pero la realidad es otra.

Los autores del estudio, expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins, señalan que la mayoría de los suplementos prácticamente no tienen impacto en las afecciones cardiacas ni en la salud general de quienes los consumen, mucho menos prolongan la vida; es decir que son inútiles.

El doctor Jeffrey Linder, jefe de Medicina Interna y Geriatría de Northwestern Medicine, citado por el South China Morning Post, asegura que los resultados de la investigación pueden ser decepcionantes para los consumidores de suplementos, que son difíciles de convencer de que no están haciendo nada saludable. Pero para los médicos, no es nada sorprendente.

“Este nuevo estudio confirma lo que hemos estado pensando todo el tiempo: que hay muy pocos -si es que hay alguno- suplementos o vitaminas que las personas deben tomar siempre y cuando sigan una dieta saludable”, aseguró. Los alimentos contienen minerales y vitaminas que el cuerpo absorbe eficientemente porque está construido y diseñado para ello, algo que no ocurre con los vitamínicos, así que siempre será mejor consumirlos a través de la dieta.

Adicionalmente, los suplementos no están regulados por la FDA y sus etiquetados son vagos y parciales, al señalar que pueden ser “buenos” para algo, pero sin explicar por qué. Sin embargo, es el marketing el que ha convencido a los consumidores, especialmente a partir de cierta edad, de que necesitan tomar vitaminas, de que se trata de un hábito saludable y de que no sufrirán efectos secundarios por ello.

Según los expertos hay mejores maneras de cuidar la salud cardiovascular y general que gastando el dinero en suplementos: comer verduras, fruta fresca y granos integrales, evitar alimentos procesados con alto contenido de grasas, sal y azúcar, hacer ejercicio regularmente y no fumar.


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