Trabajadoras de salones de uñas luchan contra la toxicidad en sus empleos

La mayoría son mujeres inmigrantes y están en campaña por su salud y las mejoras en sus trabajos

Nancy Baldasua repartió junto con otras  trabajadoras de salones de uñas material de protección e información sobre sus derechos en El Bronx./A. B. N.

Nancy Baldasua repartió junto con otras trabajadoras de salones de uñas material de protección e información sobre sus derechos en El Bronx./A. B. N. Crédito: El Diario

Cuando llega el tercer tratamiento de acrílico del día para crear uñas largas con las que decoran las manos, a Nancy Baldasua ya le arden los ojos. “Se ponen rojos”, explica.

Para hacer el acrílico se requiere un líquido y un polvo que además de enrojecer e irritar los ojos se inhala cuando se trabaja con ello de cerca, como se hace en los salones de uñas.

Mientras sube una descuidada escalera hasta un salón de uñas en la 3th Ave de El Bronx, esta mexicana de 40 años dice que ha sufrido cólicos y dolores por los químicos con los que trabaja. Reconoce que no siempre se pone la máscara de protección pero también dice que los dueños del salón no se la dan y se la tiene que comprar ella. “No siempre puedo comprar la que está indicada para este trabajo” explicaba el lunes. Pero quiere ponérsela.

Y que sus compañeras en otros centros de trabajo también lo hagan.

Por eso cuando llega al final de la escalera Baldasua se une a la docena de compañeras vestidas con camiseta rosada de la Asociación de Trabajadoras de Salones de Uñas para repartir máscaras, guantes protectores y folletos con información sobre medidas para evitar problemas de salud y sus derechos. El plan de la mañana es llegar a varios salones de El Bronx, mientras otro grupo hace lo mismo en Queens.

El motivo es que cuatro años después de que entrara en vigor una regulación en el estado de Nueva York que obligaba a los dueños de salones a proveer de material de seguridad en el trabajo a los empleados, si estos “lo piden”, la mejora en este sentido ha sido casi imperceptible. Las trabajadoras están expuestas a químicos que les afecta la salud y las que colocan uñas artificiales suelen sufrir asma en proporciones mayores que las que no lo hacen.

Y por ello, la lucha contra la toxicidad sigue en pie.

En este sector en el que trabajan mayoritariamente mujeres que son inmigrantes de Latinoamérica o Asia, este derecho –que solo supone obligación si el trabajador lo demanda–  es ejercido muy ocasionalmente. En los salones que visitaban los miembros de esta Asociación las empleadas que llevaban máscara mayoritariamente usaban las de papel, las mismas que dice Baldasua que se compra, no las del modelo N95 o N100 que son las estipuladas en la legislación.

Algunas sustancias de las que se usan en esta industria de forma rutinaria como el dibutyl phtalate y el formaldehyde siguen códigos estrictos de uso en Europa por el peligro para la salud de los fetos y sus efectos en infertilidad en el primero caso y por su vínculo con enfermedades como las quemaduras de piel, cáncer además de defectos genéticos.

Glenda Sefla, otra trabajadora de este sector y que organizaba el grupo de El Bronx, explicaba que los dueños de los negocios no hacen el entrenamientos adecuados ni tienen los equipos para proteger a las trabajadoras. “Les interesa más el dinero que la salud”, afirma.

“Las autoridades hacen su trabajo hasta cierto punto pero es una industria muy grande”, dice Sefla antes de explicar que los problemas de este sector “han estado ocultos mucho tiempo pero ahora lo estamos sacando a la luz, los trabajadores tenemos que salir a la calle para hacerlo”.

A Baldasua dice que no le da pena ir de puerta en puerta, salón tras salón porque “se me hace justo” lo que hacemos.

Sefla anticipaba que el día 14 se ha organizado “una noche de luto por los estándares de salud en los salones de uñas”, un evento que junto con la tarea informativa de ayer forma parte de la campaña Salud, Justicia y Dignidad que ha puesto en marcha este colectivo con la que se quiere llamar la atención sobre las condiciones laborales en el sector. Entre ellas el hecho de que a muchas mujeres se las pague por servicio y no por horas, como si fueran contratistas y que tienen derecho a días de enfermedad pagados.

Lo debe pagar el salón

Desde junio de 2015 si el trabajador lo pide, quien gestione el salón de uñas debe, de acuerdo con la ley,

  • Proveer de máscara respiratoria N-95 o N-100. Se debe tener el derecho a usar esta cuando se estén limando o abrillantando uñas además de usar los polvos acrílicos.
  • Dar guantes protectores de nitrilo o similares (material no permeable). Se tiene que usar un par por cliente. Se tiene el derecho cuando se trabaja con químicos potencialmente peligrosos, cuando se esté limando o se haga un servicio que pueda romper la piel del cliente.
  • Equipamiento para la protección de ojos

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