Una cuarentena general en NYC por el coronavirus castigaría con fuerza a clase trabajadora
Mientras la preocupación para algunos es abastecerse de productos imperecederos ante la emergencia por el coronavirus, para otros un confinamiento los pondría en cuestión de días en el límite de no poder sobrevivir
Cuando la dirigente comunitaria dominicana Lourdes Fernández empezó a conocer las noticias oficiales sobre las probabilidades de que el coronavirus avanzaría en Nueva York, algo en su interior le indicó que la enfermedad “vendría con fuerza” a la ciudad. Y por eso, la mujer de 59 años decidió ponerse en cuarentena, pero en Santiago, su pueblo natal en la isla.
“Tomé un vuelo y me vine el pasado 3 de marzo, porque entre otras cosas, mi doctora me dijo que yo era de alto riesgo, porque estoy diagnosticada con fibromialgia. Debo evitar, a toda costa, contagiarme con ese demonio. Hoy no hago más que pensar en miles de criaturas, que todo esto le destroza la vida y no justamente porque se vayan a enfermar”, indicó Lourdes.
La quisqueyana asegura que una cuarentena en su residencia en Inwood, en el Alto Manhattan, hubiese sido terrible, porque es un espacio muy pequeño y vive sola. Sus dos hijos ya son mayores, y tienen su propia familia en la Gran Manzana.
“Antes de que declararan la pandemia, yo me imaginaba que había cientos de casos en la ciudad no reportados. Me preguntaba por qué no habían suspendido las clases, por ejemplo, pero mi doctora que también es epidemióloga, me advirtió que seguramente vendría una cuarentena similar a la aplicada en China e Italia”, comentó.
Desde el 1 de marzo, cuando confirmaron el primer caso positivo de coronavirus en Nueva York todo indicaba que el patógeno tomaría cuerpo de manera insospechada en la ciudad, tanto así que hoy se debate sobre la posibilidad de que en las próximas horas, se ordene una cuarentena general. El mismo modelo de contención de otros países azotados por la epidemia.
El alcalde Bill de Blasio dijo este miércoles que todavía está tratando de descubrir cómo los neoyorquinos con problemas de dinero podrán pagar alimentos y medicinas, porque la medida solo permitiría que los empleados esenciales, como los socorristas y los proveedores de atención médica, puedan ir a trabajar.
En una eventual medida radical para intentar detener la propagación en la ciudad, el protocolo implicaría incluso la restricción del transporte público, aunque no se ha precisado en cuáles términos. La Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) ha negado que haya un plan inmediato de cancelación del servicio, pero sí una estrepitosa caída de usuarios del Subway desde el pasado viernes.
¿Y qué pasará con los indocumentados?
Ya en las tranquilas, pero a la vez convulsas calles de la ciudad, hay temas que generan otras angustias y no necesariamente asociadas por el pánico a ser contagiado.
La dirigente comunitaria del sur de El Bronx, Josefina Colón considera que es momento de pensar en medidas económicas extraordinarias, que acompañen una medida general de aislamiento, especialmente para las comunidades más pobres y los indocumentados.
“Si se anuncia una cuarentena para todos, cómo van hacer las mayorías de vecindarios como estos, para resolver lo diario. Los ricos y la clase media puede comprar alimentos y encerrarse, pero cómo hace la gente que vive del diario, a veces ganando 10 dólares haciendo cualquier cosa en la calle. Y peor aún, cómo van hacer los indocumentados quienes por ejemplo no pueden recibir ni siquiera cupones de alimentos“, argumentó Colón.
La quisqueyana entiende que se tienen que tomar medidas radicales para frenar la propagación del virus, que a su criterio terminará “castigando con más fuerza” a los más vulnerables de la ciudad.
“Si van a anunciar políticas de ayuda deben ser para todos, incluyendo a la gente que no tiene papeles, porque todos somos humanos“, clamó la residente del Condado de la Salsa, el cual está en el mapa como uno de los más pobres del país.
Preocupación porque no hay para la renta
Pensar en el futuro se hace más cuesta arriba, para miles de neoyorquinos de la clase trabajadora, pues estar encerrado es igual a estar en muy corto plazo sin recursos para cubrir lo básico: alimentación y renta.
Tal es el caso de Lucio González, un padre de familia mexicano, de 45 años, residente de Sunset Park, un vecindario hogar de centenares de familias hispanas en Brooklyn, quien desde hace dos semanas prácticamente no ha recibido un dólar para llevar a la casa.
“Por suerte mi esposa tiene su part time. Yo como jornalero ha sido imposible agarrar algo en estos días. No hay trabajo. Los contratistas todo lo pararon por el coronavirus. Si viene una medida más fuerte, en donde no podamos salir, mi esposa tampoco ganará nada. Lo poco que recibimos lo hemos invertido en algunos enlatados. Fíjate que muchos paisanos han pensado en devolverse a Puebla. Esto luce muy mal”.
Lucio lamenta que todo indica, que para fin de mes, no tendrá para pagar la renta.
“Yo no creo que los propietarios de la ciudad entiendan esto. Ellos quieren su dinero y punto“, asoma conmovido Lucio.
“Yo tengo cómo sobrevivir…pero los demás?
Para el bodeguero de Borought Park, en Brooklyn, Cándido Arcangel la aparición del COVID-19 en Nueva York entraña un verdadero laberinto personal, económico y emocional, pues en el sótano de su negocio ofrece refugio temporal a 15 desamparados. Todos de origen hispano.
“Las ventas están por el piso, no hay nadie en las calles. Y las posibilidades en este momento, para que estas personas que tengo alojadas con la mayor compasión y amor, consigan algún trabajo, son mínimas”, explica el dominicano.
Arcangel narra que el grupo de “sin techo” que ayuda, ya está en cuarentena, porque sería terrible que la infección llegue a ese refugio que improvisó para que personas en situación de calle, tengan un lugar temporal mientras buscan un trabajo.
“Si a mi y a mi familia, nos obligan a estar encerrados por un tiempo, tenemos formas de sobrevivir. Pero creo que nadie está pensando en los miles de desamparados que están en la calle. Este virus llegó para mostrarnos, entre otras cosas, la verdadera sociedad que tenemos”, comentó.
El comerciante desde hace una semana prohibió a sus “inquilinos” que tuvieran contacto con personas de la calle. Les advirtió que si tienen algún síntoma, inmediatamente lo hagan saber para tomar las medidas.
En horas clave, en donde la Ciudad podría tomar medidas, sin precedentes, en la historia de Nueva York que prohibiría a los residentes de la Gran Manzana moverse de sus viviendas, las compras nerviosas, las estanterías vacías con algunos productos especialmente los refrigerados y enlatados, son una constante.
Hay otras experiencias, en medio del caos. El abogado español Luis Placenza, de 54 años, hacía una compras en un supermercado del Upper West Side ante el temor de que se concrete en las próximas horas, una medida de cuarentena que lo tome desprevenido.
“Yo puedo trabajar por teleconferencias. Estamos en tiempos en que haces todo con una conexión segura por internet, desde tu pantalla. Si debemos aislarnos por la seguridad de mi familia lo haremos el tiempo que sea necesario. Esto en principio, no impacta en lo personal en nada la productividad de mi actividad. Pero entiendo que no es así para todo el mundo”, concluyó el profesional.