Video muestra entierro en fosas comunes de víctimas de coronavirus en Brasil

Desolador es poco...

Coronavirus en Brasil

Un entierro colectivo de víctimas de COVID-19 en el cementerio Nossa Senhora de Aparecida. Crédito: Alex Pazuello | EFE

En el mayor cementerio de Manaos, los ataúdes han comenzado a ser depositados en fosas comunes. Los servicios funerarios no dan abasto y los hospitales públicos han entrado en colapso ante el aumento de muertes y casos por coronavirus en el estado de Amazonas, uno de los más castigados por la pandemia en Brasil.

Antes de la llegada del coronavirus a la Amazonía, Manaos (norte) registraba un media de 20 a 35 entierros diarios, pero los sepelios se han triplicado y ya hay cerca de un centenar por día, según explicó a Efe el alcalde de la ciudad, el exsenador Arthur Virgílio Neto.

Hasta el 22 de abril, cifras oficiales hablan de 2,270 casos confirmados y 193 muertes en Amazonas, pero el movimiento en el mayor camposanto de Manaos demuestra que las cifras son mucho mayores que las que recogen las estadísticas del gobierno regional, como advierte el propio alcalde.

Desde hace días las excavadoras avanzan en el cementerio para abrir trincheras con la que hacer frente al aumento de víctimas, mientras que en los hospitales de Manaos funcionarios equipados con trajes blancos, máscaras y guantes trasladan sin pausa los cuerpos sin vida de pacientes que han fallecido por el COVID-19.

Según constató Efe, en tan solo una hora al menos cinco cadáveres fueron sacados de los frigoríficos instalados en las inmediaciones del Joao Lucio, uno de los tres hospitales que dependen del gobierno regional, para su transferencia al cementerio.

Los frigoríficos fueron instalados recientemente después de que salieran a la luz imágenes del interior de un hospital en las que aparecen enfermos de COVID-19 siendo atendidos a escasos metros de cadáveres.

“Es una escena lamentable”, señala el alcalde de Manaos, quien advierte que la capital de Amazonas se encuentra en una situación de “calamidad pública”.

Por ello, Virgílio Neto ha pedido auxilio a los países europeos para salvar ese estado y su “principal patrimonio”, la selva amazónica, que durante meses estuvo en el centro de la agenda internacional ante el aumento de la deforestación y los incendios.

“Pueden ayudar con recursos, con remesas de medicamentos, envío de tests rápidos, equipos de protección, porque muchos médicos están trabajando sin equipos (…)”, aclara.

A su juicio, si los habitantes de Amazonas adolecen y pierden su renta “no tendrán otra alternativa” que explotar los recursos del bosque tropical, como defiende el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, uno de los más escépticos sobre la gravedad del COVID-19.

UN ESCENARIO DESOLADOR

Con 1.8 millones de habitantes, Manaos concentra cerca de la mitad de la población del estado de Amazonas, donde las distancias son continentales y las condiciones en la mayoría de los municipios precarias, con una casi inexistente infraestructura hospitalaria.

“Las ciudades del interior de Amazonas tienen poquísimas camas para los casos graves, por lo que la mayoría tiene que desplazarse hasta Manaos. Es un escenario desolador”, asegura a Efe Fernando Merloto, fiscal del Ministerio Público Federal del estado de Amazonas.

El sistema público de salud ya se encuentra en colapso, según el alcalde de la ciudad y la Fiscalía, y la situación probablemente se agravará en las próximas semanas, para cuando se espera el pico de la pandemia en el país, donde hasta temprano este sábado, se habían registrado unas 3,670 muertes y casi 53,000 casos confirmados.

Pese a la dramática situación de Amazonas por la pandemia, el “Estado se encuentra extremadamente ausente”, denuncia a EFE Luigi Fernandes, cuya suegra, de 67 años, falleció hace dos semanas como consecuencia del coronavirus.

Ester Melo fue ingresada en un centro médico debido a una insuficiencia respiratoria, dio positivo por COVID-19 y durante la semana en la que permaneció internada antes de fallecer los familiares fueron testigos de una cadena de negligencias.

Según Fernandes, tan solo había un respirador, la máquina de rayos X no funcionaba, no se realizó su transferencia a una Unidad de Cuidados Intensivos y los familiares se vieron obligados a comprar los medicamentos porque no había más en el centro médico.

“Fuimos testigos de la ausencia de Estado, de una falta de organización total”, lamenta Fernandes, quien pretende demandar al gobierno del estado de Amazonas por la gestión de los hospitales durante la pandemia.

(Por Raphael Alves)

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