“La pandemia me ha ayudado a pensar en cómo ser más eficiente”
La empresa del boliviano Adrián Espinoza, Empanada Club, trata de adaptarse a un mercado cambiado por la COVID.
En los últimos años el boliviano Adrián Espinoza ha aprendido varias cosas que ha pasado por el filtro del buen humor, la primera es el verdadero sentido del invierno, que dice que no conocía realmente hasta que en finales de 2015 se mudó a Portland, Maine, con su pareja, estadounidense. “Pensé que había invierno en Bolivia, pero no”.
Tenía 25 años y empezaba a dar pasos en la dirección que hoy sigue como empresario. En 2018 comenzó a hacer empanadas y venderlas, su empresa se llama Empanada Club.
Al mudarse a EE UU este ingeniero pensaba que podrían pasar seis meses en EE UU y otros seis en Bolivia, pero la realidad le hizo ver que esos planes de corto plazo no son prácticos. Esos seis meses se ha ido ampliando hasta ser cinco años. Una vez recibió el permiso de trabajo fue a buscar el trabajo que le resultó más accesible, un restaurante.
Trabajó durante tres años entre cinco restaurantes donde aprendió el inglés de las cocinas. “Yo sabía inglés, pero no los ingredientes, ni las herramientas, para mí todo era queso y a la mostaza le llamaban dijon, ¿qué es dijon?”, dice riéndose de sí mismo.
Le gustó y aprendió a cocinar. Fue cuando empezó a pensar que quería hacer empanadas. Su primera hija iba a nacer y pensó que tenía que empezar un negocio para tener un mejor horario y salario en el futuro. A principios de 2018 empezó, aunque ya llevaba tiempo en su casa tratando de hacer las empanadas, el proceso desde el inicio, también la masa. Reconoce que al principio no todas le salían bien.
Los primeros pasos fueron de verdad primeros, contactó con una organización Costal Enterprise Inc. (CEI) que le ayudó a registrar el negocio, abrir las cuentas del banco.
Espinoza empezó a vender en mercados pop ups, en mercados de agricultores (farmers markets) o vendía para cervecerías y restaurantes. Se dio cuenta que tenía que hacer 200 empanadas era un trabajo muy distinto a hacer 10.
Tuvo que rentar una cocina que era como una incubadora y había otros negocios que le ayudaron sobre los eventos de podía vender. Algo necesario porque ya empezaba a tener costos fijos con el alquiler.
Cuando llegó la COVID y cambió el mercado empezó a vender las empanadas en la red y congeladas, cuando el tiempo mejoró volvieron los mercados en las calles y el verano dice que fue bueno porque como había menos restaurantes los consumidores compraban más comida y congelada. Pero ha sido una adaptación continua.
Ahora vuelve a vender en la red y ha añadido alfajores a la oferta que dice que está diversificando y tratando de llevar al por mayor. Reconoce que hay semanas buenas y otras que no lo son tanto.
Otra de las cosas que dice haber aprendido es que un negocio es “como un niño pequeño que llora siempre” pero Espinoza también dice que la COVID le ha forzado a tomar decisiones que le han hecho más eficiente: los congelados, la tienda en la red, la diversificación. “La pandemia me ha ayudado a pensar, he hecho cambios en mi negocio para bien. Con eso y la vacuna espero que las cosas vayan para mejor”.
Para el futuro Espinoza sueña con tener un nivel de ventas suficiente que le permita tener una pequeña tienda con sus empanadas horneadas. “Pero primero necesito tener el nivel de ventas que requiero”.
Para el presente, Empanada Club y su dueño ha necesitado del apoyo del CEI que es una CDFI, institución financiera de desarrollo comunitario, que trabaja con Wells Fargo. CEI le guió en sus primeros pasos como empresario y ayudó a Espinoza con su primer crédito que venía del programa de Wells Fargo Diverse Community Capital con el que se ayuda a pequeños empresarios a través de 95 CDFI en el país.
“Necesito carro para ir a los mercados, el inventario, y lo que invertí en el negocio será unos $15,000 o $20,000, saqué un préstamo de $5,000 con ellos, como no tenía un plan claro no supe lo que necesitaba, y cuando ya lo tenía más claro volví a refinanciar con otro préstamo”.
Apoyo de Wells Fargo
Se trata de cantidades pequeñas que son las que los pequeños empresarios o microempresarios necesitan pero que no son fáciles de obtener por los costos de gestión. Normalmente la banca concede préstamos mucho más elevados que son muy grandes para las necesidades de quienes empiezan poco a poco. Estos pequeños préstamos pueden ser tan bajos como de $1,000 y suponer una gran diferencia en un momento de oportunidad.
El programa que se puso en marcha a través de CDFI por parte de Wells Fargo comenzó en 2015 y va dirigido a empresarios de distintas procedencias e infrarrepresentados como los inmigrantes, veteranos, personas con incapacidades o la comunidad LGBTQ.
Desde esta entidad financiera se explica que hasta ahora el programa que lleva aparejada la asistencia técnica, ha movido $1,600 millones en financiación y 1.8 millones de horas en asistencia técnica para asistir a empresarios que ha podido mantener casi 200,000 empleos en zonas urbanas y rurales de todo el país.
Este programa de Diversity Community Capital ha sido el modelo que ha llevado a Wells Fargo a poner en marcha el Fondo Abierto al Público dotado de $400 millones provenientes de las comisiones (fees) de los Paycheck Protection Program (PPP) del programa CARES Act. para pequeños negocios.
Se trata de un esfuerzo de recuperación en el que se ofrece capital y asistencia técnica “en un momento en el que millones de pequeños empresarios tienen que pivotar y reimaginar sus modelos de negocios para y sus fuentes de ingresos”, explican fuentes del banco.
Jenny Flores, directora de filantropía y crecimiento de pequeños negocios de Wells Fargo explica que emparejar el capital y la ayuda técnica, “ayuda a los empresarios a tener más éxito”. En este sentido, la entidad trabaja con CDFI para llegar a empresarios en todas las etapas de su emprendedurismo para asegurar los trabajos locales”.