La sorprendente razón por la que comer menos carne está relacionado con una vida más larga

Una evidencia más sobre las bondades de comer menos carne y más productos de origen vegetal

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Crédito: Shutterstock

No lo vamos a negar: las dietas ricas en proteínas están teniendo un momento. De tal modo que hoy en día existen diversas pautas alimenticias que se basan en la ingesta de proteínas, para facilitar la pérdida de peso. Las proteínas son un macro-nutriente indispensable en la alimentación, son una parte fundamental de los procesos que alimentan nuestros niveles de energía y transportan oxígeno por todo el cuerpo a través de la sangre.

También ayudan a producir anticuerpos que combaten infecciones y enfermedades, ayuda a mantener las células sanas y a crear nuevas. Intervienen directamente en la fuerza y mantenimiento de los músculos, intervienen en la formación de tejidos, enzimas, hormonas y algunos neurotransmisores. 

Si bien hace años se solía relacionar al consumo de proteínas directamente con la carne y productos de origen animal, hoy en día la información es otra y la percepción acerca del consumo de proteínas ha ido cambiando. De tal modo que sabemos que existen magníficas fuentes vegetales de proteínas, como es el caso de los frutos secos, las legumbres y las semillas. 

Lo cierto es que en los últimos años diversos estudios han comprobado los beneficios de seguir una dieta basada en plantas. También para aquellas personas que no desean eliminar del todo la carne, se posiciona como una de las mejores opciones la dieta mediterránea, que promueve limitar a ocasiones especiales el consumo de carnes rojas. De tal modo que muchas personas han optado por eliminar o reducir su consumo, ya que es un hábito que se asocia con menor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes y en general se aumenta la esperanza y calidad de vida. 

Recientemente ha llamado la atención cierta evidencia en la que se señala que restringir las proteínas, en particular reducir la carne, podría ser un aspecto clave en un envejecimiento saludable. La razón es  sorprendente: se ha comprobado que la carne obliga a los tejidos a producir sulfuro de hidrógeno (H2S), un gas que es venenoso si se inhala y que tiene la indiscutible característica de oler a huevos podridos.

Diversos científicos se han interesado en estudiar el extraño papel del H2S en el cuerpo. Todos coinciden en que este es un gas que nadie quiere tener cerca, huele terrible al ser componente de la flatulencia y su toxicidad se ha relacionado con al menos una extinción masiva. Sin embargo, el cuerpo humano no deja de sorprendernos y produce naturalmente pequeñas cantidades como molécula de señalización para actuar como mensajero químico. Actualmente, se está empezando a comprender el vínculo entre la dieta y la producción de H2S. Y con base en ello los especialistas han podido establecer diversas restricciones dietéticas de gran relevancia y que aumentan la longevidad. 

Menos puede ser más cuando se trata de comida. Esta frase hace todo el sentido a los trabajos de investigación que han realizado diversos científicos, al someter a diferentes organismos a dietas cuidadosamente equilibradas pero restringidas y los resultados no mienten: las personas aumentan sustancialmente su esperanza de vida saludable y años. 

De hecho se cuenta con un estudio, que avala a este tipo de dietas (ricas en vegetales y con mucho menos carne) como un poderoso aliado para: reducir el riesgo de cáncer, fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la función cognitiva. Pero debido a que el envejecimiento y la longevidad son procesos complejos, ha sido difícil para los investigadores precisar los mecanismos en funcionamiento. La noticia es que estudios recientes han arrojado nueva luz y es evidente que el H2S juega un papel crucial.

Los estudios realizados desde la década de 1990 han demostrado que la reducción de la ingesta de ciertos aminoácidos que contienen azufre (los componentes básicos de las proteínas), pueden aumentar la longevidad hasta en un 30%. 

Más recientemente, un equipo colaborativo dirigido por científicos de Harvard, realizó una serie de estudios en animales en los que se restringió la ingesta de dos aminoácidos de azufre: cisteína y metionina, para estudiar qué efectos tenía. Los resultados fueron sorprendentes ya que los animales aumentaran la producción de H2S en sus tejidos, lo que provocó una larga lista de efectos beneficiosos. Estos incluyeron una mayor generación de vasos sanguíneos nuevos, lo que promueve la salud cardiovascular y una mejor resistencia al estrés oxidativo en el hígado, que está relacionado con la enfermedad hepática.

Sin embargo faltaba ver si se producirían efectos similares en humanos, por lo que a principios de este año fue publicado un estudio que utilizó datos de los 11,576 adultos en NHANES III, la Encuesta Nacional de Nutrición de los Estados Unidos. Y la evidencia arrojó que la ingesta dietética reducida de estos aminoácidos azufrados está relacionada con factores de riesgo cardiometabólicos más bajos, incluidos niveles más bajos de colesterol y glucosa en la sangre. Los factores de riesgo cardiometabólico son los relacionados con enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes.

Por lo tanto ¿Comer menos carne, es sinónimo de vivir más? Si bien siempre existen contrapartes, los estudios con los que se cuenta comprueban que existe buena relación entre limitar la ingesta de alimentos que contienen altos niveles de aminoácidos azufrados (como la carne) y una reducción en el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardíacas, por lo tanto es un estilo de vida que promueve un envejecimiento saludable. Este tipo de medidas resultan muy interesantes de aplicar en América del Norte, que se distingue por un alto consumo de carne, productos lácteos y huevos. de hecho se estima que en estas regiones, se consume en promedio 2,5 veces más de los requerimientos diarios. 

Cabe mencionar que la carne roja es particularmente alta en aminoácidos azufrados, pero la carne blanca de pescado y aves, no se salvan y también contiene mucho (la carne oscura tiene menos). Cambiar a proteínas de origen vegetal ayudaría a reducir esta ingesta y lo mejor de todo es que son alimentos densos en nutrientes que aportan otros beneficios. Tal es el caso específico de las legumbres, como frijoles, garbanzos y lentejas, son buenas fuentes de proteínas que también son bajas en aminoácidos azufrados. Es importante tener especial cuidado con la proteína de soya, que es la base de productos como el tofu y es muy consumida en las dietas vegetarianas. Pues es sorprendentemente rica en aminoácidos de azufre. 

Habrá que seguir al tanto de los avances que trae la ciencia. Sin embargo estos estudios son una referencia viable más, sobre los beneficios a largo plazo de seguir una dieta basada en plantas. Finalmente todo se trata de el sano equilibrio; este tipo de pautas dietéticas, aportan muchos elementos nutritivos y medicinales a la dieta.

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