Acoso sexual: nadie debe estar por encima de la ley

El caso Andrew Cuomo nos llama a la reflexión del momento en que vivimos como sociedad

Ex gobernador Andrew Cuomo.

Ex gobernador Andrew Cuomo. Crédito: AFP / Getty Images

Esta semana la política estadounidense se ha visto sacudida por uno de los peores escándalos de los últimos tiempos: una amplia investigación recoge pruebas de la mala conducta de uno de los gobernadores que hasta hace poco se había vanagloriado de una agenda progresista.

Sobre el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, pesa un reporte de la Fiscalía del estado de 168 páginas que concluye que el funcionario acosó a 11 mujeres, la mayoría empleadas y ex empleadas; creó un clima hostil de trabajo y tomó represalias contra al menos una de ellas por hacer públicas sus alegaciones.

Este no es un informe hecho a la ligera, ni tampoco tiene tintes de rivalidad política, pues la  fiscal a cargo del caso también es una figura demócrata en el estado. Además, todo el proceso se ha hecho de manera independiente.

Durante cinco meses de investigación se hicieron 179 entrevistas y se obtuvieron 74.000 pruebas, entre documentos, correos, mensajes y fotos.

Con esto no hay peor ciego que el no quiera ver. El gobernador infringió “leyes estatales y federales” al “acosar sexualmente a múltiples mujeres, muchas de ellas jóvenes, con tocamientos, besos, abrazos y comentarios inapropiados que no fueron deseados”, entre 2013 y 2020, indica el informe.

El caso Cuomo nos llama a la reflexión del momento en que vivimos como sociedad. Por mucho tiempo hemos dejado pasar por alto conductas inapropiadas en los lugares de trabajo, donde jefes o supervisores toleran ambientes tóxicos basados en comportamientos de una cultura machista que ya no tiene cabida.

Tenemos que replantearnos que la excusa del piropo, manoseo o galantería tiene sus límites en el momento en que incomoda e invade la intimidad de la otra persona. Nadie debe enfrentar el acoso en su sitio de empleo —ni en ningún otro lugar.

Las personas sobrevivientes de acoso, tanto a aquellas que saquen sus casos a la luz como a aquellas que deciden guardar silencio, necesitan apoyo.

Las normas de conducta laboral tienen que ser sagradas. Todo empleado debe estar consciente de que actuar de manera indebida hacia un compañero de trabajo o subalterno tiene consecuencias.

Nueva York es una vitrina ante el resto del país. Y el caso del gobernador debe servir de recordatorio de que nadie está por encima de la ley. Aplaudimos la postura que han adoptado los líderes nacionales demócratas. El propio presidente Joe Biden no vaciló en decir que el gobernador debe dejar el puesto.

Sin embargo más allá del desenlace de este escándalo en particular, necesitamos reforzar las políticas laborales para acabar con cualquier tipo de hostigamiento o acoso sexual.

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