Nueva York gana la batalla contra ómicron pero enfrenta otro daño colateral de la pandemia: el COVID-19 prolongado

Después de enfrentar por dos años la furia de la pandemia las autoridades de Salud de NY, se está tomando muy en serio tener respuestas para quienes padecen por meses secuelas asociadas con la infección

Coronavirus Pandemic Causes Climate Of Anxiety And Changing Routines In America

Los días más grises del COVID-19 están pasando en la Gran Manzana, la tasa de infección baja a menos del 5% en promedio. Crédito: Victor J. Blue | Getty Images

La panameña residente de Brooklyn, Alejandra Acosta, de 55 años, tuvo apenas por dos días síntomas leves de fiebre y dolores de cabeza, tras haber resultado positiva en una prueba rutinaria de COVID-19, el pasado mes de octubre. A la fecha de hoy, todavía sigue lidiando con lo que ella describe como secuelas del virus: “me quedó un nerviosismo y unas migrañas recurrentes, que sin dudas,  yo no tenía antes”.

Al igual que lo expuesto por Alejandra, un número de personas muy difícil de determinar, han tenido que someterse a seguimientos médicos y exámenes especiales, luego de superar la infección viral, pero son sospechosos de entrar en el grupo de pacientes que padece un misterioso cuadro denominado ‘COVID-19 prolongado’.

“A primera vista, mi médico de cabecera me ha dicho que podrían ser los efectos neurológicos que deja el virus en algunas personas. Y lamentablemente me tocó a mi. Los mismos médicos saben muy poco de esto. Ahora me pone más nerviosa la posibilidad de que esto no se me va a quitar nunca”, reaccionó la residente de Nueva York.

Las respuestas a las angustias de Alejandra, tampoco las tiene todavía la comunidad científica: ¿Qué tan prolongados pueden ser los síntomas? ¿Cuáles personas son más vulnerables a padecer secuelas prolongadas luego de haber contraído el virus? ¿Cómo ayudan las vacunas? ¿Quienes tienen más riesgos?

En este sentido, Nueva York después de enfrentar por dos años la furia de la pandemia y sus diferentes variantes, ahora se está tomando muy en serio el desafío que significa tener respuestas inmediatas, para este otro daño colateral de la crisis de salud pública: los casos de COVID-19  prolongado.

En pocas palabras, se trata de una serie de síntomas físicos y emocionales que persisten por meses en algunas personas que contrajeron la infección, independientemente de que su  cuadro infeccioso haya sido leve o grave.

NY da un primer paso

Aunque todavía la ciencia está tratando de entender qué pasa realmente con estos pacientes, este jueves el Departamento de Salud del Estado de Nueva York (NYSDOH) dio el primer paso al organizar el primer simposio educativo sobre COVID-19 prolongado, en un momento en el cual  ya se está ganando la batalla contra ómicron. 

“Desde que este virus llegó por primera vez al país, Nueva York fue una de sus primeras y más impactantes paradas. Por eso ya reunimos el liderazgo médico y científico para escuchar sus balances y experiencias para consolidar una línea de acción  para enfrentar este nuevo fenómeno”, anunció la Dra Dra. Mary T. Bassett, comisionada de NYSDOH.

Las autoridades de salud de Nueva York se han propuesto unificar un criterio que permita hacer seguimiento clínico adecuado a cientos de pacientes, que luego de resultar infectados con el COVID-19, tienen la pesada carga de vivir por meses con una serie problemas físicos que van desde fatiga, dolores, erupciones en la piel hasta ansiedad y depresión.

En algunos casos se trata de padecimientos totalmente nuevos, en otros casos se observa el agravamiento de patologías mentales y físicas preexistentes, que avanzan repentinamente a otros estadios.  

La salud mental como prioridad

En una conferencia virtual que reunió a expertos médicos, científicos y prestadores de servicios hospitalarios de varios estados,  la gran mayoría de los especialistas participantes coincidieron en que es “muy temprano” para entender en detalle porqué algunas personas, luego de superar el virus, muestran la aparición de cuadros clínicos que se mantienen por meses.

En el panel de especialistas se encontraba Zijian Chen, director del centro Post-COVID-19 del Hospital Mount Sinai en Nueva York. Su conclusión, respaldada por más de una docena de colegas de diferentes áreas, es que apenas se está “aprendiendo de los pacientes y cada caso hay que analizarlo de manera muy individual”.

En lo que sí hay cierto consenso, es que el tema de la salud mental derivada del confinamiento y los otros problemas sociales y emocionales empujados por la pandemia,  es una de las  líneas de revisión que deben estar presente en cada intento de diagnóstico.

“Hemos observado con mucha frecuencia pacientes que tenían antecedentes de depresión, ansiedad o psicosis que luego de haber enfrentado el coronavirus empezaron a sufrir cuadros más severos. En este instante, aunque no hay conclusiones, sí debemos poner siempre en observación el tema de la salud mental”, detalló Chen.

Con base a un balance mostrado por NYSDOH, los síntomas asociados con COVID-19 prolongado pueden variar ampliamente, desde síntomas cardiovasculares como palpitaciones cardíacas hasta dificultad para respirar y fatiga excesiva, y pueden incluir problemas para concentrarse y otros síntomas psicológicos.

Por su parte, Vincent Marchello, director médico de Fidelis Care,  ponderó que en este instante lo más complicado es tratar de delimitar quién sufre en realidad de COVID-19 prolongado y cómo definirlo exactamente.

“El desafío científico es diagnosticar este cuadro como tal. En medio de la crisis de confinamiento, por ejemplo, hemos visto muchos pacientes de todas las edades, que tienen un deseo muy compulsivo de lavar constantemente sus manos. ¿Entra esta conducta en el aro de este fenómeno? , se preguntó.

En semanas NY tendrá una respuesta

Si bien los científicos aún están trabajando para comprender este efecto colateral pandémico, el estado de Nueva York apuesta a  reunir a una amplia gama de especialistas en salud y científicos para formular una respuesta inmediata y significativa en las próximas semanas.

“Estamos recopilando  información y creando soluciones para brindar a los neoyorquinos el tratamiento, el apoyo y los recursos que necesitan para recuperarse”, destacó la gobernadora Kathy Hochul quien a la vez celebra que la ola invernal de la infección viral “al igual que la nieve, se está derritiendo”.

La mandataria estatal reiteró que la cantidad de casos positivos se redujo en un 92 por ciento en aproximadamente tres semanas.

“Es difícil creer que el 7 de enero teníamos 90,000 casos positivos en nuestro estado. Ahora descienden a 7,000. Esa es una caída extraordinaria”, destacó.

Hasta este miércoles la curva de contagios en todo el estado de Nueva York se aplanó al 5.51% del total de pruebas administradas, en la Gran Manzana la tasa de infección es inclusive menor: por debajo del 4% si se promedian los cinco condados.

¿Qué dicen los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC)?

  • Los CDC continúan trabajando para identificar qué tan comunes son las condiciones post-COVID, quién tiene más probabilidades de contraerlas y por qué algunos síntomas eventualmente mejoran para algunas personas y pueden durar más para otras. 
  • Se están realizando estudios rápidos, y otros que podrían tardar varios años, para investigar más a fondo las secuelas del COVID-19. 
  • Estos estudios ayudarán a comprender mejor las condiciones posteriores a esta infección viral y cómo tratar a los pacientes con estos efectos a largo plazo.

El dato: 

10% a 20% de las personas que se infectaron con COVID-19 desarrollarían algunos síntomas a largo plazo de acuerdo con algunos análisis científicos publicados por la Revista Time. En la actualidad no está claro cuántos de pacientes de este tipo hay en el país.

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