Cuomo el hombre de las dificultades
El ex gobernador de NY adelanta una campaña de imagen con comerciales en televisión, donde reclama el reconocimiento de su labor, diciendo que fue obligado a renunciar injustamente
Los políticos nunca mueren, casi todos caen de pie, porque se reinventan desde sus cenizas como el ave Fénix tras caer en desgracia y llenarse de problemas.
Es el caso del otrora popular “gobernador de la pandemia”, Andrew Cuomo, quien fue aplaudido por su manejo del Covid-19 cuando todavía no teníamos vacunas, ni sabíamos cómo sobrevivir y el mundo parecía caerse a pedazos con New York convertido en epicentro del coronavirus.
Pero Cuomo adelanta una campaña de imagen con comerciales en televisión, donde reclama el reconocimiento de su labor, diciendo que fue obligado a renunciar injustamente, luego que la fiscal Letitia James anunciara las investigaciones por denuncias de 11 mujeres por supuesto acoso y manoseo.
También rompió su silencio hablando con Dios y los mortales en una iglesia de Brooklyn, donde parecía tenso y aunque nunca dijo que se postulará, detrás del telón se rumora que usará su multimillonario fondo para disputar las curules de sus copartidarios Demócratas, los senadores Charles Schumer y Kirsten Elizabeth Gillibrand en Washington DC.
Como buen político, citando la biblia, frente a los feligreses que daban inicio la pascua, Cuomo apeló a un truco que nunca falla: confesar la verdad. Dijo que sus últimos meses han sido terribles y agradeció a Dios que su padre ya no está para verlo caído en desgracia, acosado por la justicia, la prensa y viendo como su familia enfrentaba el despido de su hermano menor Chris de la cadena CNN.
Y contraatacó diciendo que ninguna de las investigaciones encontró méritos para un juicio, ni siquiera en el manejo de las cifras de muertes en hospitales y ancianatos por el coronavirus.
Y agregó que por esa prueba divina encontró diversos caminos: estar furiosos, sentir lástima o aprender la lección y continuar en la lucha para cruzar el puente tras aprender que los errores se pagan caro, y que fueron aprovechados por los tiburones de la política en Albany, en el que llamó juego sucio de quienes querían ocupar su puesto.
Además, aprendió que no puede saludar de la misma manera que lo hizo en sus 40 años de actividad política y fue su error no notar que las nuevas generaciones lo creen políticamente incorrecto, mientras él pensaba que halagaba.
Reconoció que el daño está hecho pero su espíritu sigue intacto, porque “no lo afectó la justicia de internet que buscaba la estampida política que no podían crear con la ley, pues Estados Unidos es un país de leyes que no se gobierna desde Twitter” o las redes sociales y por eso volverá a la batalla.
Sofía Villa prepara esta columna a título personal. Trabaja como Producer Writer en Univision NY y sus opiniones no representan a Univision Communications Inc.