Sin miedo al castigo

James fue arrestado el miércoles luego de 30 horas de cacería policial

Frank James es escoltado en el cuartel 9.

Frank James es escoltado en el cuartel 9. Crédito: David Lee Delgado | AFP / Getty Images

La llamada de Frank R. James para informarle a la policía dónde encontrarlo, en un McDonald’s del East Village, en Manhattan, deja doble duda sobre la verdadera intención del sospechoso que atacó a casi 30 personas y baleó a 10 de ellas en el subway, el pasado 12 de abril.

El sujeto era el hombre más buscado en la ciudad de Nueva York, por los agentes de NYPD y el FBI por el atentado terrorista que ahora lo tiene tras las rejas, sin fianza y con el peligro de enfrentar cadena perpetua.

Sin embargo, escuchamos de varios analistas en sectores republicanos que cuestionan la intención de James y creen que logró lo que buscaba, pues quería ser ingresado en una institución para enfermos mentales y poner el reflector sobre la presencia de desamparados en los vagones del subway, como los que agredió en la estación de la calle 36 en Sunset Park de Brooklyn, junto con los pasajeros que a esa hora se dirigían a sus trabajos. 

Y es seguro que la defensa basará su alegato en los aparentes problemas psicológicos que dejó entrever en sus publicaciones de redes sociales, aunque sus familiares lo definen como un solitario, inestable y del que poco sabían, pues su hermana no lo creía capaz de tal atrocidad.

James fue arrestado el miércoles luego de 30 horas de cacería policial y acusado de un delito federal de terrorismo según el fiscal federal de Brooklyn, Breon Peace, por causar pánico en el sistema de transporte masivo que todavía lucha por recuperar la confianza de los viajeros que tratan de escapar de la pandemia del coronavirus.

Pero todos seguimos pensando cuáles realmente fueron sus motivos para atacar indiscriminadamente a los viajeros en un sector populoso, ya que se descartó que no tiene vínculos con organizaciones terroristas o extremistas extranjeros.

Y aunque él se quejaba de la política frente a los desamparados y los afro estadounidenses, lo que nos preocupa es, ¿qué pasaría si esa teoría resulta cierta y buscaba ser recluido y por eso actuó como informante al delatarse a sí mismo y revelar dónde podrían encontrarlo, pensando que así llegaría más pronto a su objetivo? 

Porque de confirmarse esta teoría estaríamos en problemas, porque la sociedad pierde su factor de coerción para evitar malos actos por falta de temor al castigo. 

Y el otro interrogante es, ¿cómo una persona con 12 arrestos en los estados de New York y New Jersey tiene acceso a armas 9 mm y municiones para hacer 33 disparos y obtener elementos para fabricar bombas o granadas de humo? Ahí está parte de la gravedad del problema.

Sofía Villa preparó esta columna a título personal. Trabaja como Producer Writer en Univision NY y sus opiniones no representan a Televisa Univision Communications Inc.

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