La misión DART de la NASA y el discurso de Gustavo Petro en la ONU

De nada servirían las naves espaciales que desvían asteroides, y que toda frontera sería superflua, si la biósfera sucumbe ante el capitalismo post-humano que niega el cambio climático y acaba con las fuentes de oxígeno

El líder colombiano Gustavo Pedro dioun discruso en la ONU en septiembre.

El líder colombiano Gustavo Pedro dioun discruso en la ONU en septiembre. Crédito: Getty Images

El pasado 26 de septiembre la misión DART de la Nasa impactó Dimorphos un pequeño asteroide de 170 metros de diámetro que orbita un asteroide más grande llamado Didymos. Durante diez meses, desde noviembre de 2021, DART viajó a través del espacio y logró un impacto certero a una distancia de once millones de kilómetros de la tierra. Este logro de la humanidad representa una prueba de concepto que nos permite soñar con la posibilidad de defender el planeta de un impacto similar al del famoso meteorito Chicxulub que extinguió a los dinosaurios, y a más del setenta por ciento de las especies en el planeta, hace unos sesenta y seis millones de años.

Poco a poco, la humanidad asume el control de su destino interestelar. DART es un avance similar al que nuestra especie consiguió cuando desarrolló las primeras herramientas tipo azagaya; gracias a ellas los homínidos dejamos de ser presas y nos convertimos en los depredadores que hoy en día dominan el planeta. De alguna forma, ya no estamos a merced de los meteoritos o de los asteroides. En Febrero pasado, tres meses después de la partida del cohete Falcon 9 que transportaba DART, las fuerzas militares rusas invadieron Ucrania por orden de Vladimir Putin. Hace sólo unos días el líder de la Federación Rusa declaró la anexión de los territorios invadidos y ahora la geopolítica global zozobra con la amenaza de una tercera guerra mundial. 

Desde mi punto de vista, lo que está a prueba es el proyecto globalizador que, después de 1989, prometía que la interdependencia económica —de redes de suministro y servicios a nivel transnacional— garantizaría una paz universal. Figuras autoritarias como Putin, o desquiciados como Trump, derivan su supuesta riqueza de la economía globalizada; no obstante, son ellos mismos quienes amenazan a la humanidad con la destrucción del sistema.

Putin nos amenaza con la Tercera Guerra Mundial y Trump incita la rebelión contra el sistema electoral mientras niega la realidad del cambio climático. El discurso implícito de Putin y Trump es casi idéntico; los dos buscan imponer su ambición, desprecio del orden jurídico nacional e internacional, asumiendo que la cordura del resto del planeta nos obligará a todos a ceder a sus exigencias para evitar las severas consecuencias de su sociopatía. 

Mientras todo esto sucedía en el espacio, y alrededor del planeta, el pasado 20 de septiembre, el recién posesionado presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, utilizó su primer discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas para defender el derecho a la vida y al medio ambiente para todos.

Mientras las naciones más poderosas de la tierra parecen enfrascadas en la mezquinad de la guerra o en el proyecto de defensa espacial, Gustavo Petro, líder de un país que hace parte del pulmón del mundo, se convierte en el vocero de la sensatez y nos recuerda que de nada servirían las naves espaciales que desvían asteroides, y que toda frontera sería superflua, si la biósfera sucumbe ante el capitalismo post-humano que niega el cambio climático y acaba con las fuentes de oxígeno.  

Carlos Aguasaco es escritor, académico y profesor en The City College of New York. Twitter: @aguasaco_carlos 

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