El Mundial en Qatar y la integración del Medio Oriente

La magia del futbol vuelve a conseguir lo que a la ONU le cuesta tanto trabajo: Unir y, en este caso, llevar al mundo entero una muestra de la cultura de Medio Oriente

Qatar ha sido criticado por el supuesto maltrato de los trabajadores migrantes.

Qatar ha sido criticado por el supuesto maltrato de los trabajadores migrantes. Crédito: Buda Mendes | Getty Images

Transcurrida más de la mitad de la cita futbolera de cada 4 años, una de las conclusiones a la que podemos llegar es que finalmente la FIFA no se equivocó al llevar el mundial a una zona generalmente despreciada para eventos de alcance global.

Ahora que el humo de las protestas se hubo disipado, podemos ver con claridad que las violaciones a los derechos humanos en Qatar —por las que surgieron ruidosos llamados a boicotear el evento—, no eran tan graves o no al menos mayores a las que viven otros países que no son objeto de una fiscalización tan puntual.

Me explico.

En México, que junto a Estados Unidos y Canadá recibió la sede del Mundial 2026, según el último reporte de Amnistía Internacional (AI) se tienen denuncias de desaparición forzada e inhumaciones ilegales, descuartizamientos, detención y reclusión arbitraria, tortura, violencia y amenazas contra defensores de derechos humanos o asesinatos de periodistas, un terrorífico paquete de violaciones difíciles de hallar en Qatar.

En los Estados Unidos AI documenta que las mujeres indígenas continúan siendo víctimas de actos de violación y violencia sexual, un el acceso al procedimiento de asilo en la frontera con México, musulmanes recluidos de manera arbitraria e indefinida bajo custodia del ejército de Estados Unidos y al menos mil 55 personas muertas en el 2021 por disparo de arma de fuego de la policía.

¿Habrá reclamos de luchadores de los derechos humanos por lo que pasa en México y USA? Desde ahora puedo apostar que no.

No quiero sonar complaciente con el indigno trato dado en Qatar a mujeres, homosexuales o trabajadores inmigrantes, aunque parezcan trabas más ligadas a su historia, usos y costumbres que una feroz persecución desatada por una monarquía criminal.

Por lo mostrado hasta ahora, el actual ha sido un torneo muy bien organizado, lleno de gestas deportivas inolvidables y aficionados gritones pese a la prohibición de venta de alcohol. La magia del futbol vuelve a conseguir lo que a la ONU le cuesta tanto trabajo: Unir y, en este caso, llevar al mundo entero una muestra de la cultura de Medio Oriente, celebrar por vez primera en casi 100 años un mundial en la zona, contra todos los prejuicios enviados desde nuestros arrogantes “valores occidentales”.

“Hipócritas lecciones de moral”, las llamó Gianni Infantino el presidente de la FIFA en ese discurso previo a que iniciara el torneo en el que llamó a dejar de criticar al país sede y atreverse mejor a conocerlo.

Qatar, que desde el 2009 cuenta con una oficina de la ONU para capacitarse a los países de la región en el respeto a los derechos humanos, abrió sus puertas al mundo esperando el escrutinio que quizás lo lleve a mejorar en esos asuntos que tanto le urge.

Es un hecho que donde deben mejorar, y bastante, si es que quiere volver a un Mundial, es en la práctica del futbol donde son tan malos como cualquiera de los países que no calificó.

* Juan Alberto Vázquez es corresponsal de Milenio (México) y autor del libro “NXIVM: La secta que sedujo al poder en México”Twitter @juansinatra

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