Cómo las enormes bodegas de Amazon están afectando a un barrio vulnerable de Brooklyn

Los residentes esperan que los datos sobre tráfico, emisiones y ruido que están recopilando ayuden a frenar la expansión de estas instalaciones de comercio electrónico

Un centro de reparto de Amazon en Brooklyn, New York, frente a Red Hook Houses, la mayor urbanización pública del distrito.

Un centro de reparto de Amazon en Brooklyn, New York, frente a Red Hook Houses, la mayor urbanización pública del distrito.  Crédito: AMIR HAMJA PARA THE GUARDIAN | Cortesía

Un viernes lluvioso por la noche, Rosana Zapata trazaba el mapa de un vecindario en transformación. Con un rotulador y un lápiz, esta joven de 18 años dibujaba su mundo en papel de impresora: un cruce de calles, un pequeño estacionamiento, un letrero luminoso de pollo frito. “Tengo muchos recuerdos de allí”, dijo Zapata a un pequeño grupo de jóvenes artistas sentados en pupitres, cada uno de los cuales había dibujado sus lugares favoritos del vecindario.

Estos preciados lugares se enfrentan a un telón de fondo cada vez más difícil de ignorar: el tráfico de camiones, facilitado por el auge del comercio electrónico.

En la última década, Red Hook, el vecindario de Brooklyn cuya costa da a la parte superior de la bahía de New York, ha sufrido las catastróficas inundaciones provocadas por el huracán Sandy, así como años de construcción en el gran complejo de viviendas públicas del barrio. Ahora, los residentes se enfrentan a una repentina acumulación de bodegas de “última milla” [última etapa antes del reparto].

Desde finales de 2021, Amazon ha abierto dos instalaciones en el vecindario y tiene previsto abrir una tercera a finales de este año. Juntas, las tres estructuras abarcarán más de 800,000 pies cuadrados de espacio de almacenamiento y estacionamiento, con las paredes de 90 pies de altura de una de las instalaciones proyectando sombras sobre un jardín comunitario.

Cada nueva operación envía más vehículos a las estrechas calles de Red Hook. A Zapata le preocupa el aumento de camiones y furgonetas, sobre todo cuando pasan por delante de la escuela a la que asiste su hermano pequeño. “Es muy peligroso”, dice. “Los niños juegan por ahí; los niños siempre serán niños. No queremos que nadie salga herido”. Y ella ha notado un aumento del tráfico en la intersección que dibujó: donde se unen las calles Wolcott y Dwight, justo al lado de la biblioteca pública. 

Rosana Zapata, artista. /Foto: Amir Hamja para The Guardian/Cortesía
Crédito: AMIR HAMJA PARA THE GUARDIAN | Cortesía

 “Red Hook es como una segunda familia, incluso una primera familia”, dice. “Pero esta comunidad está cambiando mucho. Está muy, muy agitada, a veces es demasiado”.

A los residentes les preocupa que las bodegas pongan en peligro la seguridad de peatones y ciclistas y la salud de sus vecinos, pero la falta de información ha dificultado la defensa de un mayor control local sobre la apertura de almacenes. (Las administraciones federal, estatal y local no recopilan regularmente información sobre la calidad del aire o el tráfico vehicular cuando se abren instalaciones de comercio electrónico, como suelen hacer con otras zonas industriales como centrales eléctricas o fábricas).

 Los vecinos de Red Hook han tomado cartas en el asunto. En una colaboración sin precedentes, miembros de la comunidad instalaron sensores de tráfico, calidad del aire y sonido adquiridos por Consumer Reports, y ahora están recopilando información por todo el vecindario. Consumer Reports ha colaborado con The Guardian para analizar los primeros meses de información.

Nuestras mediciones no muestran con precisión cuánto han afectado las nuevas instalaciones a Red Hook, ya que los sensores se instalaron después de su apertura. Sin embargo, siete meses de datos iniciales muestran un vecindario en tensión:

– Un sensor de tráfico en la calle principal de Red Hook cuenta casi 1,000 camiones y furgonetas en un día laboral promedio. La calle está repleta de tiendas y restaurantes, y a menudo se llena de camiones y furgonetas estacionados en doble fila.

– Un sensor de calidad del aire situado al lado de Red Hook Houses, el gran complejo de viviendas públicas del vecindario, midió 16 días en los últimos siete meses con niveles de contaminación por partículas que, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), pueden ser perjudiciales para grupos sensibles como las personas con asma. Red Hook tiene unos índices de asma desproporcionadamente altos.

– Un medidor de sonido registra ruidos dos veces más fuertes que los niveles del entorno cada tres minutos durante el día y cuatro veces más fuertes cada 30 minutos, en promedio.

– Más bodegas están en camino a Red Hook. Varias de las instalaciones previstas, incluida una de más de un millón de pies cuadrados, podrían traer más de 1,300 camiones adicionales al vecindario todos los días de la semana.

Este problema podría empeorar mucho más. 

Cuando las nuevas instalaciones empiecen a funcionar, los sensores ayudarán a los residentes a documentar el creciente impacto. Pero los grupos vecinales ya se están preparando para emplear los datos en defensa de nuevas normas sobre cómo se desarrollan las instalaciones de comercio electrónico en toda la ciudad y el estado.

Miles de camiones y furgonetas

En Van Brunt Street, una estrecha calle de dos carriles repleta de coches estacionados, tiendas y restaurantes, los camiones y las furgonetas hacen acto de presencia todos los días.

“Parece que funcionaran como un reloj”, dice Scott Pfaffman, un artista propietario del edificio que alberga a Record Shop, una tienda de discos en la calle Van Brunt que forma parte de la red de sensores.

En el techo de la tienda hay un contador de vehículos, mientras que un medidor de sonido se posa en un árbol de la fachada. Un par de contadores láser suspendidos sobre la puerta de la tienda registran la contaminación atmosférica de los camiones y otras fuentes que pueden dañar la salud respiratoria, sobre todo de niños y adultos mayores.

En un día laboral normal, el sensor de tráfico de la tienda cuenta 61 camiones y furgonetas por hora en un periodo comprendido entre las 10 de la mañana y el mediodía; es decir, aproximadamente uno por minuto. El contador de vehículos puede distinguir entre un coche y una furgoneta, un ciclista y un peatón, pero no puede identificar visualmente qué furgonetas llevan los logotipos de Amazon, FedEx u otras empresas de reparto. Sin embargo, si nos paramos fuera de la tienda, está claro que muchas de las furgonetas que circulan por la calle Van Brunt en las horas pico de la mañana son vehículos de Amazon. A veces, los residentes se paran en la acera para grabar videos de las largas filas de furgonetas de Amazon.

Un segundo sensor, colocado sobre una tienda de tapicería a media milla de distancia, detectó un tráfico de camiones y furgonetas aún mayor. Este sensor suele ver pasar unos 105 camiones y furgonetas por hora entre las 10 de la mañana y el mediodía. En los días de mayor actividad, esa cifra puede superar los 140 camiones por hora.

En varias ocasiones, este sensor contó más de 1,200 camiones y furgonetas a lo largo de un día, y es probable que se trate de una subestimación, porque los sensores pueden pasar por alto vehículos cuando está oscuro.

Se trata de un elevado volumen de tráfico de reparto para la calle Van Brunt, afirma Brian Ketcham, quien trabajó como ingeniero de transportes para la ciudad de Nueva York antes de trabajar como consultor para grupos vecinales y ecologistas. “Para una calle estrecha de doble sentido con estacionamiento, sí, son muchos camiones y furgonetas”, dice Ketcham.

Los datos analizados por The Guardian y Consumer Reports coinciden con las tendencias generales de Nueva York. El tráfico de repartos en la ciudad está disparándose, con un aumento de las entregas diarias de 1.8 millones en 2019 a 2.25 millones en 2023, según una estimación del Instituto Politécnico Rensselaer.

Los vecinos afirman que ahora las calles están atestadas de camiones y furgonetas que se pelean el espacio con los autobuses, los peatones, las bicicletas y las patinetas.

Los camiones y furgonetas que entregan estos paquetes también contribuyen al molesto ruido de la calle. Desde que Consumer Reports y The Guardian empezaron a recopilar información sonora en enero, cada tres minutos se oye un sonido que duplica los niveles de ruido del entorno. 

Mary Dudine, propietaria de una tienda de vinos y licores en la calle Van Brunt, dice que le molesta el pitido de los camiones que dan marcha atrás una y otra vez al intentar hacer giros cerrados en ángulo recto.

“Ese ruido está ahí específicamente para advertirnos y alarmarnos”, dice Dudine. “Si a cada lugar que volteo, todo lo que escucho es algo que dice: ’¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¿Qué se supone que debo hacer? Está por todas partes”.

Dudine puede escuchar cómo los grandes semirremolques golpean contra los baches a dos cuadras de su tienda. Los camiones que pasan hacen retumbar con frecuencia las botellas de sus estanterías. 

Cuando las bodegas se instalan en un barrio residencial, el aumento de vehículos en la calle provoca un efecto dominó en toda la comunidad. “Es un verdadero problema poner grandes bodegas en zonas residenciales”, afirma Ketcham. “Esto hace que se rompan más rápido las carreteras. El ruido es mayor. Se reduce la velocidad de circulación de los coches de pasajeros”.

Más centros de distribución están en camino, amenazando con traer más de mil camiones de reparto a Red Hook todos los días de la semana.

La tercera bodega de Amazon en Red Hook añadirá unos 344 viajes de camiones y 1,224 de coches cada día laboral, según un estudio de tráfico de 2020 encargado por la empresa que construyó el almacén. 

La apertura de esta bodega está prevista para septiembre, según funcionarios de una escuela vecina que hablaron con Amazon. La portavoz de Amazon, Simone Griffin, no quiso confirmar la fechas a Consumer Reports y The Guardian, pero dijo que la instalación “sigue en nuestros planes”.

En un comunicado, Griffin dijo: “Siempre nos esforzamos por ser buenos vecinos, y tenemos en cuenta lo que podría significar para una comunidad que ubiquemos allí un edificio”, pero agregó que la empresa está al tanto de los problemas de tráfico y colabora con la comunidad y los legisladores locales en estos temas  “cuando tiene sentido hacerlo”.

A pocas cuadras de distancia, otro complejo logístico propuesto frente al mar incluye una bodega de 80 pies de altura, ya en construcción, y otra de 200 pies. Aún no está claro quién los manejará; los desarrolladores alquilarán las instalaciones una vez que esté terminada la construcción. Este complejo y el almacén de Amazon que se abrirá a finales de este año podrían generar más de 1,350 viajes adicionales de camiones cada día de la semana, según la misma fórmula usada en el estudio de tráfico antes citado.

Peor calidad del aire, mayor riesgo para la salud

La contaminación del aire en Red Hook se eleva regularmente a niveles que la Agencia de Protección Ambiental considera preocupantes para las personas que son especialmente sensibles a la contaminación por partículas, según los monitores de calidad del aire instalados por miembros de la comunidad en colaboración con Consumer Reports y The Guardian.

Entre septiembre de 2022 y abril de 2023, un monitor de calidad del aire situado en la calle residencial Lorraine, justo enfrente del gran complejo de viviendas sociales de Red Hook, midió 16 días con niveles de contaminación por partículas por encima del nivel que la EPA considera potencialmente perjudicial para los grupos sensibles. En la tienda de tapicería y en el negocio de Record Shop, que está enfrente del patio de recreo de una escuela pública, los sensores contaron 14 días cada uno en esa zona.

Aunque los sensores no pueden establecer una relación directa entre el tráfico de reparto y la elevada contaminación, estos niveles de partículas solo empeorarán si aumenta el tráfico de camiones y furgonetas.

En los últimos 7 meses, un sensor situado cerca de Red Hook Houses observó 16 días con una elevada contaminación por partículas, que puede agravar la situación de las personas que ya padecen asma y otras enfermedades. /Foto: Amir Hamja para The Guardian/Cortesía
Crédito: AMIR HAMJA PARA THE GUARDIAN | Cortesía

Amazon y otros almacenes de última milla de Red Hook están abriendo sus puertas en un contexto de peligros medioambientales y preocupantes consecuencias para la salud. “Este vecindario ya tiene residuos tóxicos que han afectado a la salud en las últimas décadas”, afirma Tevina Willis, responsable de organización comunitaria de Red Hook Initiative, una organización sin fines de lucro que lleva mucho tiempo trabajando en el barrio. Por ejemplo, la ciudad cerró un gran complejo de parques junto a Red Hook Houses en 2015 porque la EPA encontró contaminantes peligrosos como plomo en el suelo. La mitad de los 16 parques del complejo siguen cerrados hasta el día de hoy.

En los dos tramos censados que contienen el 80% de los residentes de Red Hook, las visitas a la sala de emergencias relacionadas con el asma fueron más altas que el índice de Brooklyn y la ciudad de Nueva York, según un informe de 2018 de Red Hook Initiative. Y el código postal 11231 que engloba a Red Hook tiene niveles más altos de visitas a la sala de emergencias relacionadas con el asma que cualquiera de los códigos postales circundantes, según los datos que el Departamento de Salud del Estado de Nueva York recopiló entre 2018 y 2020. (Estos son los datos más recientes disponibles).

“Poner más cosas aquí que van a empeorar el problema es lo que preocupa a los residentes”, afirma Willis.

El aumento del tráfico de reparto no hará sino agravar la carga contaminante de Red Hook. Las partículas microscópicas de las emisiones de los vehículos pesados pueden depositarse en los pulmones y aumentar el riesgo de asma, infarto, cáncer, depresión tardía y demencia. Los niños, los adultos mayores y las personas con afecciones respiratorias son especialmente vulnerables.

Y la carga de esa contaminación no se distribuye por igual, según un estudio de TRUE Initiative, un grupo de investigación británico enfocado en las emisiones contaminantes: Las personas de color de Nueva York están expuestas a un 15% más de emisiones de partículas que los residentes blancos, en promedio. A pesar de estas grandes diferencias de exposición, los expertos afirman que existe una preocupante falta de información local sobre la calidad del aire en los Estados Unidos. Los esfuerzos de la ciencia ciudadana, en los que los propios residentes controlan el aire, el agua y otras condiciones, pueden ayudar a cerrar la brecha. “Algunas de las comunidades más contaminadas de los Estados Unidos están muy poco controladas por los sistemas tradicionales de vigilancia de la calidad del aire”, afirma Dan Westervelt, científico de la Universidad de Columbia que estudia la contaminación atmosférica. “Los datos a escala de vecindario que se obtienen con sensores de aire de consumo son fundamentales para abordar los problemas latentes de la calidad del aire”.

Red Hook, por ejemplo, es un punto ciego en la ciudad de Nueva York: ninguno de los aproximadamente 100 sensores del programa Community Air Survey de la ciudad se encuentra en el vecindario.

“Lo que la ciudad está recopilando es inadecuado”, dijo a Consumer Reports y The Guardian la concejal de Nueva York, Alexa Avilés, cuyo distrito incluye a Red Hook. “Y por eso los miembros de la comunidad y los grupos civiles han decidido tomar cartas en el asunto”. Avilés dijo que la ciudad tiene que tomar las riendas, pero que las empresas de comercio electrónico como Amazon también deberían ser en parte responsables de controlar la calidad del aire cerca de sus instalaciones.

Para reducir las emisiones contaminantes, Amazon tiene previsto implementar el uso de 100,000 furgonetas de reparto eléctricas en todo el país de aquí a 2030. Actualmente, más de 3,000 de estas furgonetas ya están en la carretera, dice Amazon a Consumer Reports, pero ninguna de ellas está en Red Hook. 

Amazon no es el único gigante del reparto que avanza hacia los vehículos eléctricos. FedEx, que está construyendo una gran instalación de última entrega justo al lado de Red Hook en Sunset Park, dice que toda su flotilla de entregas será eléctrica para 2040. UPS, que en 2018 compró y posteriormente derrumbó un enorme terreno frente al mar en Red Hook, que ha permanecido vacío desde entonces, no ha fijado públicamente una fecha prevista para convertir toda su flotilla de reparto en vehículos de cero emisiones, pero se ha comprometido a comprar 10,000 vehículos eléctricos.

Electrificar las furgonetas de reparto reducirá gran parte de sus emisiones de partículas, pero no las eliminará. Los vehículos eléctricos siguen generando partículas contaminantes no procedentes de los gases de escape, como polvo de frenos, polvo de neumáticos y polvo de la carretera, sobre todo las furgonetas de reparto más pesadas. Por esta razón y por otros motivos de seguridad, los defensores de la ciudad y los funcionarios están presionando para encontrar alternativas que reduzcan el número de camiones y furgonetas en la carretera, como las bicicletas de carga. En un pequeño programa piloto, Amazon está realizando algunas entregas en la zona de Red Hook en bicicleta de carga. En otros lugares de la ciudad, UPS, FedEx, DHL y otras dos empresas de logística también realizan entregas en bicicleta.

Una bodega del siglo XXI

Zapata es una de las decenas de miles de habitantes de Brooklyn que padecen asma. “Yo también conozco a mucha gente con asma”, dice. “No quiero respirar un aire que podría provocarme enfermedades o afectar a mi cuerpo. Y no quiero que los niños tengan problemas o padezcan asma por culpa de los camiones”.

Zapata forma parte del Red Hook Art Project, donde ella y un pequeño grupo de jóvenes dirigen talleres diseñados para que los vecinos reflexionen sobre lo que está cambiando en Red Hook y cómo podrían actuar. Ahora están usando la información de los sensores para preparar las reuniones con los funcionarios municipales y estatales.

Varias organizaciones están recopilando datos similares en Red Hook, entre ellas la Brooklyn Greenway Initiative, que ha instalado varios sensores para contar el tráfico vehicular. Una asociación entre la City University de Nueva York y las organizaciones locales sin fines de lucro Red Hook Initiative y Pioneer Works ha instalado varios monitores de calidad del aire.

En Red Hook, dos tercios de los terrenos están destinados a la industria manufacturera, lo que permite que las instalaciones de última milla surjan sin control. En estas zonas, los desarrolladores de bodegas no tienen que pedir permiso a la ciudad de Nueva York ni solicitar la opinión de los vecinos antes de construir; por lo general, no necesitan hacer estudios de tráfico vehicular ni obtener solicitudes especiales.

Estas normas de zonificación se remontan a 1961, una época en la que una bodega solía significar un edificio de tamaño moderado donde se almacenaban mercancías durante largos periodos, generando poco tráfico.

Los funcionarios de la ciudad y los defensores locales están presionando para que se modifique esta norma, ya que agrupa a los centros de almacenamiento a largo plazo con grandes complejos que generan un tráfico de entregas las 24 horas. Argumentan que este nuevo tipo de instalaciones debe tratarse de forma muy diferente a las antiguas instalaciones y que debe exigirse la aprobación de los vecinos antes de instalarse. 

En febrero, la concejal Avilés y otros funcionarios de la ciudad promovieron un paquete de ocho propuestas municipales y un proyecto de ley estatal destinados a frenar los daños causados por las instalaciones de última milla. Entre otras cosas, las propuestas exigirían que los almacenistas de la ciudad obtuvieran un permiso especial antes de abrir sus puertas y presentaran estimaciones sobre el impacto de sus instalaciones en el tráfico y la calidad del aire. También se rediseñaría la red de rutas de camiones de la ciudad.

Algunos funcionarios del estado de Nueva York han anunciado su apoyo a las reformas de las leyes de zonificación. En enero, la fiscal general de Nueva York, Letitia James, escribió una carta en la que advertía a la ciudad que su política de permitir la construcción de bodegas sin revisión ni permiso podría violar la ley federal de derechos civiles, porque está permitiendo que las instalaciones de última milla se agrupen en vecindarios de color. La carta citaba la cobertura de Consumer Reports y The Guardian sobre la crisis de almacenes en Red Hook, e instaba a la ciudad a exigir a los operadores de almacenes que soliciten permisos especiales.

La distribución desigual de las instalaciones de reparto es un problema nacional, como revela nuestro informe anterior. En 2021, Consumer Reports y The Guardian descubrieron que más de dos tercios de las bodegas de Amazon estaban en vecindarios con un número desproporcionadamente alto de personas de color y que el 57% estaban en barrios con ingresos desproporcionadamente bajos.

Durante el gobierno del presidente Joe Biden, la EPA se ha centrado más en el impacto desproporcionado de la contaminación del transporte de mercancías en las comunidades de color y los barrios de bajos ingresos. Ha establecido normas de emisiones más estrictas para los camiones pesados y consulta a los gobiernos estatales y locales sobre el control de la calidad del aire. Pero aunque algunos grupos de defensa han pedido a la EPA que responsabilice a los operadores de almacenes de la contaminación resultante de sus entregas, la agencia dice que eso depende de los gobiernos estatales y las agencias locales. 

Un proyecto de ley actualmente en trámite en la asamblea legislativa del estado de Nueva York, denominado Clean Deliveries Act (Ley de entregas limpias), podría convertir a Nueva York en el primer estado en adoptar esta medida, si se aprueba.

Metodología

Los sensores situados en tres puntos clave de Red Hook recopilan varios tipos de información que, en conjunto, ayudan a trazar el impacto del tráfico de reparto del comercio electrónico: cuentan camiones y furgonetas, detectan la contaminación por partículas y registran los niveles del ruido.

El recuento de vehículos procede de sensores con cámara instalados en dos techos y en el balcón de un voluntario. Los dispositivos los fabrica una empresa de Brooklyn llamada Numina, y están diseñados para detectar peatones, ciclistas y distintos tipos de vehículos cuando pasan por el campo de visión de los sensores. Consumer Reports adquirió los instrumentos, que toman varias imágenes por segundo, usan un programa de visión por computadora para clasificar los vehículos en las imágenes y luego las borran inmediatamente para preservar la privacidad de los peatones. Sólo tuvimos en cuenta camiones y furgonetas que Numina cuenta como una sola categoría.

Los datos sobre contaminación proceden de una red de tres monitores Purple Air. Se trata de sensores baratos que usan láser para medir la concentración de PM2.5, que son partículas microscópicas suspendidas en el aire. CR adquirió estos monitores de calidad del aire, los cuales se instalaron en los mismos tres lugares que los contadores de tráfico. La información de nuestros monitores, además de otros instalados por grupos comunitarios en Red Hook, están a disposición del público en map.purpleair.com. Para mejorar la precisión de los monitores, aplicamos un algoritmo de corrección desarrollado por el doctor Dan Westervelt, científico de la Universidad de Columbia que usa los monitores Purple Air para estudiar la contaminación del tráfico en la ciudad de Nueva York.

Nosotros convertimos las lecturas de calidad del aire de la concentración de PM2.5 en un índice de calidad del aire, o AQI, de fácil lectura. La Agencia de Protección Ambiental desarrolló el sistema AQI para ayudar a las personas a comprender cuándo es seguro respirar el aire exterior.

El sensor que usamos para registrar los niveles de sonido fue desarrollado por Convergence Instruments, una empresa canadiense. El monitor de sonido registra el volumen en decibelios, pero no graba ni almacena ningún audio. Consumer Reports adquirió un monitor de sonido, que está instalado en la tienda de discos Record Shop.

CR y The Guardian trabajaron con Matías Kalwill, artista y tecnólogo con un estudio en Red Hook, para colaborar con los miembros de la comunidad en la combinación y para el procesamiento de la información. Kalwill ayudó a entablar relaciones con las personas que tienen instalados los sensores y dirigió las instalaciones, que generalmente requerían equipos de montaje personalizados, cableado eléctrico y acceso inalámbrico a los datos. Él, Juan Chimienti y Juan Manuel Durand, dos desarrolladores de software independientes, construyeron un canal de datos para recopilar los flujos de información de los sensores en los tres lugares, limpiarlos y aplicarles las correcciones necesarias, y ponerlos a disposición de CR y The Guardian para la elaboración de informes.

Los datos históricos de calidad del aire, recuento de tráfico y nivel de ruido pueden consultarse en catmap.fm, un sitio web creado por Kalwill, Chimienti y Durand para uso comunitario.

Nota del editor: Los sensores ambientales de este proyecto se adquirieron con el apoyo de la Energy Foundation, una organización filantrópica que trabaja por un futuro energético limpio y equitativo.

Este artículo ha sido elaborado por Consumer Reports y The Guardian como parte de una investigación más amplia sobre los almacenes de comercio electrónico.

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