¿Qué son las Cataratas de Sangre que fluyen por un glaciar de la Antártida? Científicos revelan el misterio
Los científicos han desentrañado el origen de las "Cataratas de Sangre", revelando un antiguo ecosistema que prospera bajo el hielo
Las Cataratas de Sangre, una fascinante maravilla natural en la Antártida, ha intrigado a los científicos desde su descubrimiento hace más de un siglo.
Inicialmente confundido con algas rojas, más tarde se reveló que era óxido de hierro. Ahora, un equipo de investigadores ha profundizado en sus secretos, estudiando la composición del fluido y descubriendo un ecosistema antiguo y resistente que prospera bajo la superficie helada.
El origen de las cataratas de sangre
Durante la Expedición Terra Nova (1910-1913), el explorador australiano Thomas Griffith Taylor encontró un glaciar en los Valles Secos de McMurdo en la Antártida Oriental, según apunta National Geographic.
El glaciar presentaba una lengua rojiza que desembocaba en el lago Bonney, captando la atención de Taylor. Investigaciones posteriores revelaron que el llamativo tono rojo fue causado por el óxido de hierro.
Científicos de instituciones de renombre, incluidas la Universidad Johns Hopkins y la Universidad de Tennessee, han utilizado potentes microscopios para analizar muestras recolectadas de las cataratas de sangre.
En su examen, hicieron un descubrimiento intrigante: nanoesferas, pequeños objetos redondos que tienen una centésima parte del tamaño de un glóbulo rojo humano.
Se descubrió que estas nanoesferas estaban compuestas principalmente de hierro, junto con otros elementos como silicio, calcio, aluminio y sodio, cada uno en concentraciones variables, según el sitio especializado Science Alert.
Es importante destacar que su naturaleza no cristalina refuta la hipótesis de que los fluidos fueron el resultado de la deposición mineral.
Un ecosistema de cápsula del tiempo
El lago subglacial, situado lejos del punto donde emerge “Blood Falls”, alberga un ecosistema diverso que comprende hasta 17 especies de bacterias diferentes.
Estas bacterias se han adaptado para sobrevivir sin luz, oxígeno y en un ambiente altamente salino rico en cloruro y sulfato. Durante milenios, las bacterias metabolizan los iones férricos presentes en el agua, haciendo que se oxiden y coloreen el glaciar carmesí.
La naturaleza sin cambios de este notable ecosistema, que se estima que existió durante aproximadamente cinco millones de años, fascina a los científicos.
Sus condiciones extremas ofrecen una oportunidad única para estudiar la adaptabilidad de la vida y podrían proporcionar información valiosa sobre la búsqueda de vida extraterrestre en otros planetas.
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