Él Awards: Jeffrey Saavedra
Abogado de Dechert Presidente del Colegio de Abogados Dominicanos
Cuando Jeffrey Saavedra comenzó a pensar en qué quería hacer con su vida, fue con el consejero de su escuela preparatoria y le dijo que quería ser abogado. Lo que le respondió el consejero lo dejó pasmado y marcado para siempre.
“Me dijo que estaba soñando muy grande”, dijo Saavedra. “Porque yo tengo trastorno por déficit de atención e hiperactividad y dislexia”.
Saavedra creció en una casa humilde, donde los recursos no abundaban, pero tenía lo necesario para vivir. Su padre era un inmigrante dominicano que tenía como oficio pintar con brocha gorda y su madre, que había salido de Cuba, trabajaba en el departamento de nóminas de la ciudad donde vivía la familia.
“Mis padres siempre me decían que aunque las cosas me tomaran más tiempo, yo podía hacer lo que yo quisiera con mi vida”, dijo Saavedra. “Así que eso, combinado con lo que me dijo el consejero, fue como el fuego que necesitaba para ser lo que quería ser”.
Actualmente, Saavedra, de 33 años, es un flamante abogado de Dechert, una de las más importantes sociedades de responsabilidad limitada del país. Entre sus tareas están realizar transacciones de titulización, la financiación inmobiliaria compleja y los mercados de capitales. También representa a instituciones financieras en lo que respecta a la creación, venta y compra de préstamos hipotecarios de bienes raíces comerciales.
Esta es una área del derecho que él describe como un nicho porque muy poca gente, sobre todo latina, sabe que existe, así como las implicaciones que tiene a escala nacional e internacional.
Inicialmente, Saavedra quería desempeñarse en el área de la propiedad intelectual; sin embargo, antes de terminar su carrera le ofrecieron un puesto en la compañía donde inició su práctica que no pudo rechazar.
“Siempre supe que quería trabajar con contratos de negocios”, dijo.
Ahora, quien también es presidente del Colegio de Abogados Dominicanos, quiere ser una inspiración para otros latinos, pues dice que nunca ha conocido un colega hispano y mucho menos dominicano.
“Uno no puede soñar en algo que no sabe que existe”, dijo. “Estar presente permite que otro dominicano sueñe con esto, o tener una silla en la mesa donde se toman las decisiones”.