Demencia a partir de los 55 años: mitos, riesgos y cómo prevenirla
La demencia, un trastorno que afecta la memoria, el lenguaje y otras funciones cognitivas, se ha convertido en una preocupación creciente en la población.
La demencia es una enfermedad neurodegenerativa que afecta progresivamente la memoria, el lenguaje y otras funciones cognitivas. Aunque su incidencia está aumentando rápidamente, existen formas de prevenirla o retrasarla.
Se estima que para 2060, un millón de estadounidenses desarrollarán demencia cada año, el doble de las cifras actuales, según un reciente estudio publicado en Nature Medicine. De acuerdo a la información, después de los 55 años de edad, las personas tienen hasta un 4% de probabilidades de desarrollar demencia en el futuro.
Mitos comunes sobre la demencia
La demencia es una parte normal del envejecimiento, aunque es común experimentar olvidos leves con la edad, esta es inevitable. Es una condición patológica que afecta principalmente a personas mayores, pero no forma parte del envejecimiento normal.
Otras de las teorías que se ha vuelto viral, es que la demencia es solo Alzheimer, ya que es la más conocida, pero en realidad tiene otras variantes como la demencia vascular, causada por problemas de circulación sanguínea en el cerebro, y formas mixtas que combinan varios factores.
Riesgos asociados a la demencia
El mayor factor de riesgo es el envejecimiento. Según el estudio, ese mínimo porcentaje de las personas podrían desarrollan demencia entre los 55 y los 75 años de edad, lo que marca una ventana de 20 años clave para proteger la salud cerebral. Para aquellos que llegan a los 85 años, el riesgo aumenta considerablemente, alcanzando un 42% entre los 85 y los 95 años.
Otros factores incluyen:
- Predisposición genética (variante APOE4).
- Enfermedades cardiovasculares y metabólicas como hipertensión, diabetes y colesterol alto.
- Lesiones cerebrales traumáticas.
¿Cómo prevenir la demencia?
Pese a que algunos factores de riesgo no pueden controlarse, hay medidas efectivas para reducir el riesgo y una de estas formas que cuidar la salud cardiovascular, pues lo que es bueno para el corazón también es bueno para el cerebro.
Mantener la presión arterial, el colesterol y el azúcar en sangre bajo control puede prevenir problemas de circulación que afectan la función cerebral. Igualmente, mantenerse física y mentalmente activo podría ayudarte a cuidarte.
El ejercicio regular mejora el flujo sanguíneo al cerebro, mientras que actividades cognitivas como leer, resolver rompecabezas o aprender nuevas habilidades fortalecen las conexiones neuronales.
Alimentarse saludablemente con una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, grasas saludables y ácidos grasos omega-3 puede reducir la inflamación y proteger el cerebro. Fomentar la socialización ayuda a prevenir el aislamiento, un factor que puede acelerar el deterioro cognitivo.
Por último, proteger la audición; el uso de audífonos en caso de pérdida auditiva puede evitar el aislamiento social y mantener el cerebro estimulado.
Un futuro con esperanza
La investigación sugiere que las decisiones tomadas durante la mediana edad tienen un impacto significativo en el riesgo de desarrollar demencia. Como destacó el Dr. Josef Coresh, coautor del estudio, nunca es demasiado tarde para adoptar hábitos saludables.
Es vital que las personas mayores de 55 años tomen medidas proactivas para cuidar su salud cerebral y que se desmientan mitos que puedan generar resignación ante esta enfermedad. Con conciencia y esfuerzo, es posible vivir una vejez más saludable y plena.
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