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Editorial: Los bancos de comida no pueden languidecer

La inseguridad alimentaria no tiene bandera política.

Las personas de bajos ingresos depende de las despensas populares.

Las personas de bajos ingresos depende de las despensas populares. Crédito: AP

Por enésima vez queremos apelar a la sensibilidad de la Administración federal para que ponga coto a los obsesivos recortes en áreas críticas, como es el caso de la ayuda alimentaria.

Los bancos de comida han sido por mucho tiempo el oasis para quienes no tienen trabajo o no pueden llegar a fin de mes. Estas despensas cobraron incluso más importancia durante y después de la pandemia de coronavirus.

En materia de ingresos, son cada vez más las familias trabajadoras que dependen de la ayuda extra con cupones de comida y canastas de víveres.

Sin embargo, ahora el gobierno trumpista decidió cancelar $500 millones en fondos ya aprobados para bancos de alimentos y otros proveedores de emergencia a través del Programa de Asistencia Alimentaria de Emergencia (TEFAP, por sus siglas en inglés).

Recordemos que el mes pasado, ya cercenó $1,000 millones en fondos federales destinados a la compra de víveres para despensas de alimentos y otras entidades que ofrecen comidas.

Qué tanto más pretende la Administración federal estirar la cuerda. Ahora más que nunca las personas de bajos ingresos necesitan una mano, porque a pesar de que durante la campaña electoral Donald Trump prometió que bajaría los precios, eso hasta el día de hoy no ha ocurrido. Al contrario, decisiones como imponer aranceles a las importaciones, no harán sino que las cosas suban más.

Sólo en 2023, al menos 50 millones de estadounidenses recurrieron a proveedores de alimentos de emergencia, según un reporte de Feeding America, la red de bancos de alimentos más grande de Estados Unidos.

El gobierno no puede dejar a la deriva a estas despensas, que aunque si bien en cierto también se financian de ayudas privadas, necesitan los fondos federales para poder proporcionar comidas nutritivas a los estadounidenses.

Paradójicamente en la nación que se jacta de ser una de las más poderosas hay mucha gente que no tiene suficientes alimentos en la mesa. Esa es la realidad. Casi uno de cada siete estadounidenses ha enfrentado inseguridad alimentaria.

En estados como California donde los bancos de alimentos recibieron $80 millones de dólares desde 2022, según la organización CalMatters, ya empiezan a sentir los efectos de estos recortes draconianos. En Nueva York también se teme que se evaporen los $30 millones de dólares anuales que llegan gracias al programa TEFAP.

La inseguridad alimentaria no tiene bandera política. La eliminación o suspensión de estos fondos perjudicará a los más vulnerables, sean familias demócratas, republicanas o independientes. El presidente Trump debe replantearse este tipo de acciones y dirigir la mirada a las personas que están luchando por salir adelante.

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