Cómo los aranceles arreglarían el sistema económico mundial
Multimillonarios como Ackman, Dimon y Musk critican duramente los nuevos aranceles de Trump, temiendo un colapso económico global y pérdida de inversiones

La política de Trump, que ya ha comenzado a implementarse, consiste en igualar los aranceles y barreras que otros países imponen a productos estadounidenses. Crédito: Miha Creative | Shutterstock
El comercio internacional, según Donald Trump, ha dejado de ser un terreno de competencia justa para Estados Unidos. Su nueva doctrina de aranceles recíprocos busca reparar décadas de lo que describe como abusos sistemáticos por parte de los socios comerciales, amparados en las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Esta política no es una propuesta negociable, sino una respuesta directa a lo que se considera una emergencia económica y de seguridad nacional.
Desde 1976, el déficit comercial estadounidense en bienes ha acumulado más de 20 billones de dólares, el equivalente a más del 60% del PIB del país en 2024.
Ese flujo de riqueza hacia el extranjero ha permitido que intereses foráneos se apoderen de tierras agrícolas, empresas tecnológicas, viviendas e incluso sectores del suministro alimentario estadounidense.
El corazón del problema, según esta visión, es la regla de la OMC conocida como ‘nación más favorecida’ (MFN), que obliga a los países a extender su tarifa más baja a todos los miembros del organismo.
Esto permite que otras naciones impongan altas tarifas de manera uniforme, mientras que Estados Unidos, con un promedio de solo 3.3%, queda en desventaja.
China, por ejemplo, mantiene una media del 7.5%, India llega al 17%, y en el sector automotriz, la Unión Europea cobra un 10% por importar sedanes, mientras EE.UU. aplica solo el 2.5%.
Pero el desequilibrio no solo es arancelario. El sistema actual, según los críticos, permite prácticas como la manipulación de divisas, subsidios a la exportación, dumping, robo de propiedad intelectual y regulaciones opacas, entre muchas otras barreras no arancelarias.
A eso se suman las condiciones laborales precarias y el impacto ambiental en países donde se produce a bajo costo.
A pesar de múltiples victorias legales de EE.UU. ante la OMC, como en el caso de la carne de res tratada con hormonas o los productos genéticamente modificados, las decisiones no se han traducido en cambios reales, demostrando que el sistema de resolución de disputas está, en la práctica, roto.
La política de Trump, que ya ha comenzado a implementarse, consiste en igualar los aranceles y barreras que otros países imponen a productos estadounidenses. Además, advierte que países como México, Vietnam y Camboya deberán dejar de ser rutas indirectas de productos chinos que buscan evadir las tarifas estadounidenses.
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