Por celos, mujer en Brasil envenenó a niños con huevos de Pascua

Una mujer envió huevos de Pascua envenenados a su ex. El regalo acabó en tragedia y reabre el debate sobre la violencia

Huevos de Pascua

La mujer quiso acabar con la vida de su ex, pero terminó con la de los hijos de la nueva pareja. Crédito: Shutterstock

Los celos nunca son buenos compañeros. A menudo, desencadenan conflictos, separaciones y, en casos extremos, tragedias irreparables. Eso fue precisamente lo que ocurrió en Brasil recientemente, donde una historia que parecía inofensiva terminó en una dramática pérdida familiar que ha conmocionado a todo el país.

Una mujer fue arrestada tras enviar huevos de Pascua envenenados a su expareja, provocando la muerte de 2 niños y la hospitalización de su madre. El caso no solo sacudió a la opinión pública, sino que también reavivó el debate sobre la violencia motivada por el rencor y los celos en el país sudamericano.

El hombre, destinatario original del regalo, recibió una caja de huevos de Pascua que le pareció un gesto amable, aunque desconocía quién era el remitente. Dejó los dulces sobre la mesa sin darle mayor importancia.

Sin embargo, los hijos de su actual pareja, de 7 y 13 años, vieron los chocolates y le pidieron permiso para comerlos. El hombre accedió sin imaginar el peligro que encerraban. Horas más tarde, los niños comenzaron a presentar síntomas graves de intoxicación y fueron trasladados de urgencia al hospital.

La madre de los niños también consumió parte de los chocolates y terminó internada. Mientras que ella logró sobrevivir tras varios días en cuidados intensivos, sus hijos no corrieron con la misma suerte: ambos fallecieron a los pocos días, desatando una profunda consternación en su entorno familiar y en la comunidad.

Una venganza que terminó en un terrible crimen. (Foto: Shutterstock)

La investigación: rastros que llevaron a la verdad

Las autoridades iniciaron una investigación exhaustiva para encontrar al responsable de este acto atroz. Después de revisar las grabaciones de cámaras de seguridad cercanas, descubrieron que la expareja del hombre había estado merodeando la zona.

La mujer, identificada como Jordélia, de 35 años, se había hospedado en un hotel próximo y había tomado precauciones para no ser identificada: al momento de comprar los chocolates, llevaba una peluca y gafas de sol, en un intento de pasar desapercibida.

El 17 de abril, tras varias horas de búsqueda, la policía logró detenerla en una estación de autobuses, cuando intentaba huir a unos 400 kilómetros del lugar del crimen. Durante su captura, las autoridades encontraron varias sustancias tóxicas en sus pertenencias.

Aunque Jordélia afirma que únicamente compró los huevos de Pascua y niega haberlos alterado, las pruebas apuntan en su contra. Los investigadores enviaron los dulces restantes a laboratorios especializados para confirmar la presencia de veneno.

Mientras tanto, la mujer permanece detenida y enfrenta cargos graves que podrían derivar en una condena ejemplar.

La noticia dejó devastados a los vecinos y familiares de las víctimas, quienes aún luchan por comprender cómo pudo ocurrir algo tan terrible. Muchos de ellos describen a Jordélia como una persona aparentemente tranquila, lo que hace que el caso resulte aún más impactante.

El caso también ha encendido el debate en redes sociales sobre la necesidad de reforzar las penas por delitos derivados de relaciones tóxicas y conductas obsesivas, especialmente cuando involucran daños a terceros inocentes.

Este hecho trágico se suma a un problema más amplio que enfrenta Brasil: la violencia. Según cifras oficiales de la agencia EFE, en 2024 se registraron 44,843 homicidios violentos en el país. Aunque representa una disminución del 4,9 % en comparación con 2023 y es el número más bajo desde 2015, las cifras siguen siendo alarmantes.

Bahía, Río de Janeiro y São Paulo son los estados que concentran casi el 30 % de estos homicidios, lo que refleja un grave problema estructural de seguridad pública.

El gobierno brasileño ha impulsado varias estrategias para reducir la violencia, entre ellas, el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad, programas de inclusión social y políticas de desarme. Sin embargo, los avances son lentos y casos como este muestran que aún queda mucho trabajo por hacer.

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