‘Gullit’ Peña vuelve a León sin pena ni gloria: ¿Debió aceptar jugar en Chivas contra su voluntad?

¿Desandar el camino representa un retroceso para el jugador o un regreso a una anhelada 'zona de confort?

Fue un año para el olvido, un curso tortuoso que comenzó el 6 de diciembre de 2015 durante la conferencia de prensa en la que se anunció oficialmente que Carlos ‘Gullit’ Peña dejaría el cubil del León, club con el que comenzó su andar en el Apertura 2011 desde el Ascenso MX.

Y la historia no deja mentir. Peña dijo claramente a los medios –enjugando sus lágrimas– que la decisión de su salida del club perteneciente al Grupo Pachuca no había sido suya, sino de su directiva. La situación no era insustancial, porque al club al que había sido vendido, era uno de los dos más populares del fútbol mexicano, ese al que todo futbolista mexicano de nacimiento jamás ‘le haría el feo’: las Chivas rayadas de Guadalajara.

Era así como la historia del futbolista nacido en Ciudad Victoria, Tamaulipas y el club de fútbol más popular de México empezaba mal. Y como bien dice el refrán, lo que mal empieza, mal acaba. Peña se convirtió en el mejor cliente de la frustración de la afición rayada, así como Miguel Layún en algún momento lo fue para el América. Razones sobraron, una colección de penaltis errados y de jugadas fallidas frente a las porterías rivales que terminaron por ridiculizarlo y por hacerlo comer banca en el Apertura 2016, torneo en el que jugó apenas 520 minutos en doce partidos y metió sólo un gol -al margen de que fue colocado por Matías Almeyda en una posición en la que jamás se acomodó-, una sustancial baja si la comparamos con el Clausura 2016, en el que su promedio fue mejor (1,092 minutos en 17 partidos y siete goles), aunque nadie le creía su forzada sonrisa, ni sus flojos festejos tras mecer las redes.

Las cosas caen por su propio peso y aunque se dijo que había trato con el Querétaro, mismo que se cayó por las altas exigencias salariales del jugador, este miércoles se anunció su regreso con ‘La Fiera’ en calidad de préstamo, noticia que no cayó bien en la afición rayada, que de inmediato inundó las redes con reflexiones que apuntaban a su indisciplina, a su mala actitud y en su mayoría a que una camiseta como la de Chivas no la aguanta ‘cualquiera’, y a que las expectativas cifradas en Peña fueron desde un principio exageradas.

Yo coincido. Para mí fue antiético que el jugador se pusiera la camiseta rojiblanca sin querer hacerlo y así lo demostrara en la cancha con una displicencia pocas veces vista en el fútbol mexicano.

Pero, y ustedes ¿qué opinan? ¿Debió aceptar jugar en Chivas, sin quererlo realmente?

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