El tercer partido
No todos los votantes se sienten identificados con Obama o con Romney
Los aspirantes a la Casa Blanca de los otros partidos políticos —el tercer partido— que existen en Estados Unidos, tuvieron su propio debate el pasado martes en un hotel de Chicago, moderados por el veterano periodista Larry King.
No tienen ni una remota posibilidad de ganar las elecciones. Y sin embargo, podrían poner en dificultades a los pretendientes a la Casa Blanca de los dos grandes partidos.
La candidata del Partido Verde, Jill Stein; el líder del Partido Libertario Gary Johnson; el candidato del Partido Constitucionalista Virgil Goode; y el representante del Partido de la Justicia, Rocky Anderson, trataron temas como la legalización de la marihuana, el sistema educativo, el militarismo estadounidenses, las libertades civiles tras el 11-S y el papel del dinero de las corporaciones en la política. “Hay asuntos fundamentales que no han sido incluidos en el debate”, dice Stein.
De hecho, existen esas alternativas, simplemente que la mayoría de la población no lo sabe. Los medios no brindan información acerca de la política ni de las campañas de los terceros partidos. Sus campañas, además, carecen de fondos para comprar tiempo en el aire en televisión. Todo esto provoca que haya menos diversidad de voces y muchas menos alternativas a la hora de votar.
No siempre fue así, dice Amy Goodman. En 1980, la Liga de Mujeres Votantes estaba a cargo de los debates, y el candidato independiente a la presidencia John B. Anderson pudo participar en el debate presidencial (el entonces Presidente Jimmy Carter se opuso a su participación y boicoteó el evento). En 1992, el candidato multimillonario Ross Perot utilizó sus fondos personales para superar la barrera mediática a su campaña presidencial. Su exitoso desempeño en el debate lo puso temporalmente por encima de Bill Clinton y de George H.W. Bush en las encuestas.
Desde entonces, a ningún candidato de una tercera fuerza política se le ha permitido participar en los debates presidenciales.
En 1988, los partidos intentaron obligar a la Liga a firmar un contrato secreto que detallaba cómo se organizarían los debates.
El contrato establecía quiénes podían formar parte del público y cómo estarían estructurados los debates. Se lo entregaron a la Liga de Mujeres Votantes y le pidieron que lo pusiera en práctica, pero la Liga halló que esa falta de transparencia y ese tipo de control del debate por parte de los candidatos era realmente escandaloso y contrario a la ética del proceso democrático. Entonces hicieron público el contrato, declararon que rechazaban ser un instrumento del engaño al pueblo estadounidense y se negaron a aplicarlo.
Fue en ese momento que los partidos Demócrata y Republicano le arrebataron el control de los debates a la Liga de Mujeres Votantes y, desde entonces, lo han mantenido ellos.
“Los partidos Demócrata y Republicano crearon una empresa privada denominada Comisión de Debates Presidenciales (CPD), que asumió el control de los debates debido a que la Liga de Mujeres Votantes era independiente”, afirmó George Farah, autor del libro No hay debate: cómo el partido Demócrata y el Republicano controlan en secreto los debates presidenciales.
Según todos los candidatos de esos terceros partidos que participaron en el debate de Chicago —y que solo retransmitió la cadena política C-SPAN; Rusia TV y Al Yazira en inglés—, el bipartidismo estadounidense “ahoga la democracia”. En vez de ampliar el debate para incluir las voces que no son escuchadas o que son marginadas, pues de eso se trata la democracia.
Si a la candidata del Partido Verde, Jill Stein, se le hubiera permitido debatir, ¿qué es lo que hubiera dicho? Para averiguarlo, el informativo Democray Now! la invitó, y esto se la escuchó decir: “Proponemos un programa que ya tiene antecedentes de generar empleo, es decir, un New Deal ecológico para Estados Unidos. Queremos crear empleos en forma directa, no simplemente darle exoneraciones impositivas a las empresas para que terminen tercerizando los empleos a China o a India. El New Deal ecológico creará 25 millones de empleos. Pondremos fin al desempleo y pondremos en marcha la economía verde. Y eso significa detener el cambio climático y hacer que las guerras por el petróleo se vuelvan obsoletas”.
La Dra. Jill Stein, estima que noventa millones de ciudadanos no votarán como forma de expresar que no se sienten representados ni por Barack Obama ni por Mitt Romney. Es el doble de las personas que se prevé que los votarán.
Y cuidado, si un tercer candidato entra en la pugna, Obama y Romney pueden verse en apuros.
“Dicen los datos que en 2008 más de dos millones de estadounidenses votaron por otra candidato que no era ni Barack Obama ni John McCain. Entonces no importó mucho, porque en casi todos los Estados, cada candidato ganó por un margen tan importante que la presencia de una tercera candidatura no supuso una amenaza. Este año las encuestas dibujan otro panorama y las elecciones podrían decidirse por un puñado de votos”, dice la periodista Yolanda Monge.
Jill Stein y Cheri Honkala están en las papeletas de votación de 38 estados y en el resto de los estados es posible añadir su nombre a las papeletas. Rocky Anderson, con su nuevo Partido de la Justicia, está en las papeletas de votación de 15 estados.
El segundo debate de los terceros partidos tendrá lugar el próximo martes 30 en Washington.
Alberto Ampuero es periodista de Riverside, California. ampueroalberto@yahoo.com