Asamblea aprueba ley que permitiría a enfermos terminales de Nueva York pedir ayuda para morir
La controversial legislación deberá pasar ahora la prueba del Senado

Avanza medida sobre pacientes terminales. Crédito: Shutterstock
La Asamblea Estatal de Nueva York aprobó este martes la Ley de Ayuda Médica para Morir, la cual permitiría a ciertas personas con enfermedades terminales y un pronóstico de vida de seis meses o menos, buscar medicamentos para terminar con su vida. La controversial propuesta avanzó, pero requiere todavía la aprobación del Senado, en donde podría chocar con varios obstáculos, de acuerdo con fuentes consultadas por El Diario.
Si se promulga esta legislación, que ha pasado diez años esperando por votación, los médicos tendrían que confirmar que la persona está en pleno uso de sus facultades mentales. Si el paciente cumple con todos los criterios, recibiría una receta para un cóctel de medicamentos, que terminarían con su vida sin dolor.
El texto legal incluye salvaguardas que exigen tanto una solicitud oral, como una escrita y presencial para la medicación. Al menos dos médicos, deben determinar que el paciente tiene la capacidad de tomar una decisión informada sobre esta solicitud.
Los defensores de la legislación destacan que la ayuda médica para morir, no es lo mismo que la eutanasia.
Conforme a este proyecto de ley, las aseguradoras tendrían prohibido recomendar o proporcionar información sobre ayuda médica para morir a los pacientes, incluso junto con notificaciones de denegación de cobertura para otros tratamientos.
Además, las compañías de seguro solo podrían proporcionar a los pacientes información sobre la ayuda médica para morir, cuando la soliciten específicamente el paciente o su médico, o como parte de la información general sobre la cobertura. Además, se brindan protecciones legales a los pacientes y a sus médicos.
Fue complicado
“Durante una década, hemos luchado por esta legislación compasiva y sensata. Hoy honramos a los valientes defensores que hemos perdido. Cumplimos una promesa a innumerables neoyorquinos que merecen autonomía, dignidad y paz al final de la vida”, valoró la asambleísta Amy Paulin, la principal patrocinante de esta legislación.
El proyecto de ley finalmente se aprobó con 81 votos a favor y 67 en contra. Varios demócratas, junto con todos los republicanos, votaron en contra de la medida.
Una de las adversarias a este anteproyecto, fue la asambleísta Michaelle Solages, presidenta del Caucus Legislativo Afroamericano, Puertorriqueño, Hispano y Asiático, quien frontalmente trató de impedir que esta legislación pasara, tras razonar que podría exacerbar la disparidades raciales en atención médica.
“Pobreza, discriminación, falta de apoyo. Estas son las condiciones de las comunidades de color, no de apoyo gratuito, sino de un sistema desigual”, esgrimió Solages.
La ayuda médica para morir ya está permitida en 10 estados, entre ellos California, Colorado, Hawái, Maine, Montana, Nueva Jersey, Nuevo México, Oregón, Vermont y Washington, así como en Washington, D. C.
Fuertes emociones
Portavoces de la organización Compassion & Choices Nueva York-Nueva Jersey celebraron este paso. Ahora exigen al Senado, también dar el visto bueno para que se pueda promulgar la norma.
“Estamos a medio camino de entregar la medida de Ayuda Médica para Morir a la gobernadora. Trabajamos para que este proyecto de ley se presente en el pleno, con el liderazgo de la líder de esa cámara Andrea Stewart-Cousins. Y logremos su aprobación”, declaró Corinne Carey en nombre de neoyorquinos con enfermedades terminales y sus familiares.
La asambleísta Amy Paulin presentó por primera vez la Ley de Ayuda Médica para Morir en 2016, nunca antes había sido sometida a votación.
La sola propuesta evoca fuertes emociones tanto en sus defensores, muchos de los cuales padecen enfermedades cuya expectativa es mucho dolor, agonía y sufrimiento o tienen seres queridos con enfermedades terminales, como en sus oponentes.
Sin embargo, la resistencia de organizaciones como la Iglesia Católica y los defensores de los derechos de las personas con discapacidad, han mantenido el proyecto de ley estancado.
Los defensores de la propuesta indican que durante el último cuarto de siglo, más de un tercio de los pacientes que solicitaron la receta nunca la usaron, pero encontraron una gran tranquilidad simplemente al saber que la opción estaba disponible para ellos.

“En dignidad y en paz”
Hace dos años en entrevista con El Diario, la puertorriqueña residente de El Bronx, Arelys Torres, cuya esposa se encontraba en remisión de cáncer, era una de las voces que exigía la aprobación de esta legislación.
Ante este paso legislativo significativo, en un comunicado expresó: “mi esposa luchó valientemente contra el cáncer, sometiéndose a un tratamiento intensivo. Si el cáncer regresara, probablemente no buscaría tratamiento para combatirlo. No quiero que sufra y soporte un dolor inconmensurable, mientras espera su inevitable muerte”.
Arelys compartió que morir con dignidad y en paz de una enfermedad terminal debería ser un derecho de todas las personas.
“Gracias, a los miembros de la Asamblea, por su voto compasivo y valiente a favor de la libertad de elección y la autonomía física. Es hora de que el Senado y la líder de la mayoría, Steward-Cousins, se pronuncien en apoyo de los neoyorquinos con enfermedades terminales”, exhortó.
La historia de Ayla Rain
Este texto legislativo y sus detalles finales, está de algún modo inspirado en la historia de Ayla Rain Eilert, una bailarina de ballet de Manhattan, de 23 años, quien lamentablemente murió en una angustiante agonía a causa de un cáncer de lengua metastásico en la primavera de 2022.
A los pocos meses de haber sido diagnosticada, el cáncer se propagó por todo su cuerpo, a pesar de recibir el mejor tratamiento y todos los cuidados paliativos disponibles.
Los padres de la bailarina, Daren y Amy Eilert, se unieron a esta campaña junto a otras familias que han transitado por el vértigo de la impotencia, al ver fallecer lentamente a sus seres queridos, cuando posiblemente existía una opción más compasiva.
“Fue muriendo todos los días lentamente. Quedó reducida por todo el peso que perdió. Nos decía que no tenía miedo a morir, sino a seguir más tiempo con esa agonía”, relataron en varios memoriales.
Un tema complicadísimo
Quienes se oponen a este tipo de prácticas, arguyen que las poblaciones vulnerables, que carecen de acceso a atención y apoyo de calidad, pueden verse obligadas a recurrir a la muerte asistida.
Además, este procedimiento puede convertirse en una estrategia de contención de costos.
“Los familiares y profesionales de la salud con cargas pesadas pueden animar a sus seres queridos a optar por la muerte asistida, y las protecciones legales nunca pueden abarcar todos los casos de coerción o explotación. Para protegerse contra estos abusos, la muerte asistida debería seguir siendo ilegal”, indica la revista digital del Departamento de Bioética y Humanidades de la Universidad de Washington.
Por el contrario, los defensores de forma genérica, esgrimen que las decisiones sobre el momento y las circunstancias de la muerte son personales. Un paciente competente mentalmente, deben tener derecho a elegir el momento y la forma de morir.
Para las corrientes religiosas, especialmente las cristianas: solo Dios debe decidir sobre la vida.
Aclarando términos:
- La ayuda médica para morir es fundamentalmente diferente de la eutanasia.
- Si bien, ambas prácticas están diseñadas para provocar una muerte pacífica, la distinción entre las dos se reduce a quién administra los medios para esa muerte pacífica.
- La eutanasia es un acto intencional, por el cual otra persona, (no el paciente terminal) administra el medicamento.
- Por el contrario, la ayuda médica para morir requiere que el paciente sea capaz de tomar la medicación por sí mismo y, por lo tanto, mantener siempre el control.
- Hay que siempre destacar que la eutanasia es un acto ilegal en todo Estados Unidos.
El dato:
- 7 de cada 10 personas consultadas en el estado de Nueva York, apoyan la ayuda médica para morir, según una encuesta publicada por YouGov, el año pasado.