Las algas, el combustible del futuro
Una tecnología viable para alimentar los motores automotrices, de bajo impacto ambiental pero costosa (todavía)
Hoy en día la mayoría de los vehículos funcionan con gasolina tradicional. Hay combustible, diésel, hidrógeno, etanol, gas y electricidad, pero la gasolina sigue siendo el combustible favorito. Pero la ciencia de hoy tiene otras ideas sobre cómo alimentar los vehículos, por lo que algún día podrías cargar tu tanque con algas.
Las microalgas se componen de un montón de organismos unicelulares capaces de realizar fotosíntesis. Esto significa que a medida que absorben la luz del sol se convierten en energía.
Algunos tipos de microalgas producen aceites para almacenar esa energía y esos aceites son lo que los científicos esperan convertir en combustible para nuestros autos. Este combustible sería el mejor para el medio ambiente, ya que reduce la contaminación y es un recurso renovable.
Desde hace tiempo se han empleado algas para crear combustibles, sin embargo, requieren una alta dosis de fertilizante para crecer rápidamente. El agua residual es una excelente fuente de nutrientes, pero trasladarla a los estanques de algas es costoso. La respuesta: llevar las algas directo a la fuente, gracias a las granjas de plástico.
¿Cuál es la efectividad de este sistema?
De acuerdo con los resultados, con 5 kilómetros cuadrados de granjas se podrían obtener hasta 2.4 millones de galones de biocombustible al año.
Una prueba realizada en San Francisco demostró que 4 granjas de 9 metros pueden producir hasta 2,000 galones por acre. Además, existe la ventaja de que las granjas de algas no necesitan un sistema de enfriamiento, un problema muy común en los estanques artificiales, ya que el agua que rodea la bolsa ayuda a ese propósito.
Aunque los avances son significativos, existen algunos problemas técnicos por resolver. El principal es la gran cantidad de plástico que se emplearía. Los contenedores de las algas tendrían que cambiarse cada año, así como sustituir aquellas que se deterioren por fenómenos naturales. Si una bolsa se rompe, no existe riesgo de contaminación, ya que el alga perecería en el agua residual con un escaso impacto ambiental.
Así mismo, las bolsas que ya han sido empleadas en granjas pueden ser recicladas después de un proceso de limpieza y ser reutilizadas. Los resultados son mejores en zonas cálidas y soleadas, por lo que suena interesante como una opción para países emergentes con estos climas.
Por ahora estos procesos son caros. Una vez que esos obstáculos se superen, las algas tendrán la oportunidad de convertirse en una fuente de combustible ampliamente aceptado.