Manos latinas reconstruyen la Zona Cero
Desde los ataques terroristas hace 14 años lo obreros hispanos han sido clave en los trabajos para rehabilitar el Bajo Manhattan
Ensamblar estructuras de hierro en las alturas es la odisea que el brasileño Flavio de Lima (38) desempeña diariamente con orgullo en la Zona Cero. El herrero, quien se casó pocos días antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, labora desde el 2010 en la reconstrucción del complejo del World Trade Center.
“Disfrutaba de mi luna de miel cuando observé en la televisión el impacto del primer avión. La escena marcó mi vida para siempre”, contó De Lima, quien pertenece desde hace 12 años al sindicato Ironworkers Local 40. “La reconstrucción de lo devastado genera esperanza y manos latinas están aportando en esta nuevo capítulo de la historia estadounidense”, indicó con orgullo el trabajador.
El vértigo no vence a Flavio, un residente de Westchester, al norte de Nueva York. Sujeto con un arnés y a golpe de martillo, el brasileño labora suspendido a 21 pisos de altura.
“Hemos observado desde las nubes el progreso de esta gran ciudad”, sostuvo. “Es una experiencia excepcional. Mis hijos escuchan atentos y asombrados cuando les hablo de mi aporte, y de cómo la ciudad es distintamente hermosa al amanecer o en medio de la noche”.
El colombiano Edwin Jaramillo (39) también describe su lugar de trabajo como ‘la más magnifica oficina’ debido a la espectacular vista de la Gran Manzana.
El residente de Richmond Hill, en Queens, y que está afiliado al sindicato Local 46 Metallic Lathers & Reinforcing Ironworkers, instala barras de hierro que más tarde se cubren con concreto. Es lo que los trabajadores llaman el ‘esqueleto del edificio’. La estructura está diseñada para soportar el peso y la vibración.
“Cuando vine a trabajar a la Zona Cero comencé en la torre cuatro. Eso era un hueco. Fue algo duro para sentir al pensar en las vidas perdidas”, comentó el trabajador en el comedor del Essex World Cafe, una cafetería que sirvió de refugio para socorristas y voluntarios en el 9/11.
Jaramillo, quien también trabajó en la torre tres, dijo que para llegar a su trabajo en las alturas debe tomar dos elevadores y caminar ocho pisos por las escaleras.
“Paso el día atado con un arnés uniendo el hierro a 35 pisos de altura. Es realmente duro trabajar con todo ese peso en el verano”, expresó. “Hay días muy buenos, pero otros que son horribles; pero hay que hacerlo pese al calor infernal”.
El herrero, quien creció en Queens, pero sus padres son inmigrantes de Palmira, en Colombia, dijo que era asiste de vuelo para American Airlines. El día de la tragedia estaba en servicio.
“Fueron horas de angustia hasta que llamó para decir que estaba bien”, recordó el Jaramillo.
Tienen su hisoria
El dominicano Ramón Madera (35), un miembro del sindicato Local 580 Ornamental Ironworkers, laboró algunos meses en la etapa final de la torre uno, pero desde hace un año trabaja en la torre tres instalando las ventanas de las oficinas.
“Pasamos el día midiendo, cortando el hierro y soldando piezas suspendidos en el aire, siempre confiando nuestra vida al arnés y a los compañeros”, explicó. “No hay cabida para el error. A esa altura todo puede ser catastrófico”.
Ramón, quien era agente de seguridad en el Aeropuerto LaGuardia en 2001, dijo que, de alguna manera, los trabajadores de la Zona Cero tienen una historia que contar acerca del 9/11.
“A 14 años estamos aquí, levantando de nuevo los cimientos del futuro y los latinos somos protagonistas”, indicó el dominicano.
Lo mismo piensa el puertorriqueño Jesús Rivera (50), quien pertenece al sindicato Laborers International Union of North America Local 79 y trabaja en labores de limpieza en la Zona Cero desde hace nueve años. Sale de su casa en Yonkers a las 4 de la mañana, toma un autobús y llega a la ciudad dos horas más tarde. El boricua perdió a dos amigos en los ataques.
“Las familias de las víctimas han reconstruido sus corazones como nosotros hemos reconstruido el World Trade Center”, dijo. “Cada año en las ceremonias de conmemoración, los trabajadores podemos ver resignación en las familias”.
Trabajadores que son héroes
Los trabajadores de la construcción también respondieron a las labores de limpieza a pocos días de la tragedia y muchos han muerto por causa de las enfermedades. Sus cascos prevalecen como símbolo de su heroísmo en las oficinas de sus sindicatos.
Más de 26,000 personas han trabajado en la reconstrucción del complejo del World Trade Center. El proyecto abarca 16 acres con un costo total de aproximadamente $15,000 millones -frente a una estimación de $ 11,000 millones en 2008- y aunque la limpieza del sitio terminó oficialmente en mayo de 2002, la construcción del One World Trade Center, de 1,776 pies de altura, no comenzó hasta 2006. Su diseño original fue alterado por motivos de seguridad.