Descuartizador lo confiesa todo

Estremecedor testimonio de Edwin Fuentes detallando cómo mató a su esposa

QUEENS – Edwin Fuentes, 44 años, se declaró ayer culpable del asesinato de su esposa, Reyna de los Santos, 42, después de negar durante más de cuatro años el crimen que cometió el 19 junio 2007.

“La agarré por el cuello con el brazo y la apreté hasta que se puso morada… La puse en la cama y al día siguiente cuando regresé de llevar los niños al colegio la descuarticé. Repartí sus restos en cinco bolsas y las oculté en una zona boscosa del Parque Forest (Queens), llevándolas en dos viajes”, confesó Fuentes a preguntas del juez Gregory L. Lassak, tras declararse culpable y admitir que discutieron y de la discusión se pasó a la agresión física.

Fuentes dijo ayer que regresó al parque en varias ocasiones y tenía pensado enterrar los restos, pero unos jóvenes encontraron algunas de las bolsas en una maleta el 4 de marzo del 2008. Ahora, como parte de su acuerdo con la fiscalía, colaborará con la policía y les mostrará dónde dejó las bolsas con los restos que aún no se han encontrado.

El proceso estaba ayer a punto de iniciar la selección del jurado, pero tras una mañana de negociaciones, Fuentes se declaró culpable de homicidio en primer grado y ocultación de evidencia física. Será sentenciado el 9 noviembre a 20 años de cárcel.

“Este es un crimen que debería castigarse con cadena perpetua, no con 20 años, pero como la familia de la víctima ha aceptado el acuerdo, lo admito”, dijo el juez Lassak.

En la sala, Marisol de los Santos -hermana de la víctima- y Milagros Pantaleón -prima y amiga de la asesinada- lloraban y trataban de acallar sus sollozos tapándose la boca con la mano. Esta no es solamente una historia más de violencia doméstica, es la de una mujer que la soportó sin denunciar a su abusador y fue finalmente asesinada por éste. Esta es una historia del valor y coraje de estas dos mujeres que hicieron lo indecible para encontrar a Reyna y lograr justicia.

Ambas rehusaron formular declaraciones tras la emotiva sesión en la corte. “Tengo mucho que decir, pero ahora no puedo”, indicó Marisol con los ojos enrojecidos. Sin embargo, en la mañana -mientras esperábamos en la sala el resultado de las negociaciones que llevaban a cabo el abogado y los fiscales- relataron su lucha.

Reyna era cuidadora de hogar -como Milagros- y cuando alguna tenía un compromiso, la otra cubría su turno. El 20 de junio, Milagros tenía que acudir a una cita y esperó en vano que Reyna llegase a sustituirla. “Yo me desesperé porque ella era muy responsable, trabajadora, alegre, gran madre… él se quedaba en la casa tomando y jugando videos”. Extrañada de su ausencia y conocedora que Reyna tenía problemas con su esposo, la llamó pero no contestaba su celular, ni tampoco Fuentes en la casa. “Así duré dos días hasta que finalmente me contestó Taís [la hija adolescente de Fuentes y Reyna] y me dijo que la señora donde trabajaba la llamó para que fuera a cuidarla”.

Milagros cree que la niña, cuya custodia tiene la familia paterna, repetía lo que le había dicho su padre. “Ese mismo día, la mujer que daba clases a Ariel [el hijo autista de Reyna y a quien cuida Milagros] se presentó en mi casa diciéndome que llevaba días sin verla. Llame a Edwin y me dijo: ‘No te quise decir nada porque creí que estaba contigo. Peleamos, cogió su teléfono, su cartera, sus documentos y se marchó'”.

“Sabíamos que era él, pero nos quedaba la duda”, dijo Marisol, quien ha llegado de Santo Domingo para una vez más estar presente. Milagros no le creyó y se dedicó a buscarla en los hospitales -por si le había pasado algo- y allí la aconsejaron que denunciara la desaparición, pero que tenían que llamar desde la casa. Avisó a Fuentes y éste -sabiendo que Milagros estaba de camino- se adelantó en llamar a la policía, que llegó al mismo tiempo que ella.

“Cuando entré sentí algo, le dije tú la mataste… me fui donde ella guardaba sus documentos y allí estaban todos: pasaporte, cartera, teléfono…”, contó Milagros que no había cesado de comunicarse con Marisol, quien vino a Nueva York para sumarse a la búsqueda. “Lo que me tiene indignada es que al principio no se prestó la atención que se debía. Duramos 10 meses hablando con la policía, con el FBI y hasta tuve que contratar a un detective privado. Pasó mucho tiempo y muchas evidencias se perdieron”, afirma Marisol, sicóloga de profesión.

Milagros menciona los arañazos que Fuentes tenía en brazos y cuerpo y que ella señaló a la policía, sus diferentes versiones de la ausencia de Reyna a ella, a las autoridades, en el trabajo…

“Sabíamos que era él, pero nos quedaba la duda”, dijo Milagros quien cuenta que pusieron notificaciones por toda la ciudad y acudieron a todas las pistas que les dieron -desde Providence hasta el hombre que dijo y luego se desdijo, que la había visto bailando en la Roosevelt…

“Nada más éramos Marisol y yo haciendo las cosas. Estábamos buscando una aguja en un pajar… no nos prestaban atención ni después de aparecer sus restos… entonces es cuando encontramos al detective César Merello”.

Merello, un investigador privado, se incorporó cuando ya habían encontrado restos de Reyna, pero Fuentes seguía sin ser arrestado. “La familia siempre sospechó que él lo había hecho, pero el problema es que ella vive en Santo Domingo… Yo trataba de encontrar qué pasó y las informaciones siempre le apuntaban”, indicó Merello.

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