¿Quién cuida mi niño mientras trabajo?

Nueva York – A Catalina Sosa, mexicana de 37 años, le cambió la vida cuando le anunciaron que mudarían el prescolar donde tenía a su hija Emily, de 4 años, en Sunset Park. Desde entonces, encontrar quién le cuide a su hija no ha sido fácil para esta madre soltera, sostén de un hogar con cuatro hijos y que labora de 8 a.m. a 6:00 p.m. limpiando oficinas.

Por ahora, Emily recibe una hora de clases por semana, como parte del acuerdo para garantizar su cupo en el Sunset Park Early Child Development Center, una de los pocos jardínes de infancia de la zona, donde la lista de espera por un cupo tiene más de 200 nombres.

Mientras tanto, Sosa paga $50 a la semana a su cuñada para que alimente y cuide a Emily en su casa. Aunque ella no está preparada para enseñarle o estimularla como una maestra, es alguien de la familia en quien esta madre confía. “No tengo otra opción, porque no hay cupo en ninguna escuela y yo debo trabajar”, explica.

Graciela Soriano, una mexicana de 47 años, de Queens, está en una situación similar.

Para cuidar a su hijo Angel, de 3 años, mientras trabaja limpiando casas, ella ha optado por utilizar los servicios de una cuidadora sin licencia en Corona, Queens. “Una amiga me la recomendó y me dijo que era muy recta”, dice Soriano. La cuidadora organiza juegos para que Angel y los otros niños estén ocupados. “Mi hijo la adora”, acota. A cambio le paga $20 diarios.

Para que esta familia funcione, la hija mayor de Soriano, de 20 años, lleva a Angel antes de las 7:00 a.m. a la casa de la cuidadora, lo recoge cuando sale de la universidad y vela por él hasta que Soriano regresa a casa a las 7:00 p.m. De no ser así, no podría trabajar, asegura esta madre que espera le aprueben su solicitud de un cupo en un prekinder cercano.

A pesar de que la comprobada importancia de la educación temprana en el desarrollo intelectual y emocional de las personas, y de la ayuda a familias trabajadoras, menos de la mitad (43%) de los 230 mil niños de 4 años tiene acceso a estos servicios en el estado de Nueva York. La situación empeora mientras recortes de fondos estatales y municipales siguen reduciendo servicios de guarderías y prekinder públicos de la ciudad.

En los 11 años que la dominicana Carmen Espinoza lleva cuidando niños en su hogar de Cypress Hill, Brooklyn, nunca había sentido la crisis tan cerca. De 16 niños que tenía a su cargo con su esposo y una asistente hace un año, hoy sólo le quedan ocho. Tuvo que despedir a su ayudante y ahora no encuentra dónde más recortar gastos.

“Llevamos tres años en crisis, pero este año muchos padres se han retirado porque no califican por la ayuda de la ciudad para pagar el cuidado de los niños”, admite. Ella cobra $125 por semana por sus servicios, pero asegura que con esto no puede cubrir sus gastos.

Según la directora de Cypress Hill Child Care Corporation, María Contreras-Collier, el grupo que ofrece programas de educación temprana para el que Carmen Espinoza trabaja como cuidadora privada con licencia, los recortes de recursos han limitado la capacidad de respuesta de estos centros.

Tan sólo en su programa Head Start, para niños entre 3 y 5 años, hay 70 personas en espera. Esto, asegura, ha forzado a mucho a recurrir a sus familiares y a cuidadores no regulados. “A esta edad a los niños hay estimularlos porque es una etapa fundamental para su desarrollo, y muchas de estas personas no están capacitadas para hacerlo o ponen en riesgo su vida”, afirma.