Política: Reinvención de los latinos

¿Qué habría pasado si John Kennedy no hubiera sido elegido en 1960? ¿Qué habría pasado si no hubiera ganado Jimmy Carter en 1978 y Gerald Ford hubiera seguido de presidente? ¿Qué habría sido si Al Gore hubiera ganado el estado de Florida y George W. Bush no hubiera ganado en el 2000?

¿Qué si Barack Obama no hubiera sido elegido presidente en el 2008? ¿Cómo habría cambiado eso nuestra narrativa nacional y la manera en que ahora percibimos las cosas?

Los latinos de los Estados Unidos juegan un papel decisivo -por no decir determinante- en las elecciones que acabo de citar. ¿Sabían eso?

Si no lo sabían, sugiero que consulten los siguientes textos, en inglés: Almanac of Latino Politics del U.S. Hispanic Leadership Institute y mi propio libro, The Rise of Hispanic Political Power.

El papel que jugaron los grupos y las organizaciones de hispanos, no todos de naturaleza política, forma parte del legado nacional. Esta opinión no es la de un partidario, por más que quieran algunos manipular así la narrativa, sino que es la historia de la nación.

De alguna manera, esto no ha llegado a penetrar por completo en el conocimiento y la comprensión del público. Tal vez sea por lo que desdeñamos o desaprobamos lo referente a cosas étnicas o versiones de nuestra historia que no son mito. Sin embargo, ¿no aprendimos ya de la candidatura de Sarah Palin que el conocimiento es importante y que de verdad se requiere de personas inteligentes para servir en los más altos niveles del gobierno?

A su vez, algunos grupos extraños -como los seguidores del llamado Tea Party y otros con creencias raras- han surgido para definir lo que piensan deberían ser los valores, temas y narrativas nacionales. Lo que resulta más extraño aún, es que se han esparcido cual moho en algunas partes del país y hasta surten seria influencia sobre los resultados de algunas primarias republicanas.

La selección del candidato republicano a la presidencia, sea Romney, Santorum o Gingrich, sugiere que un liderazgo que no tenga mejor perspicacia y mayor moderación que lo que ahora tenemos, probablemente hundirá al partido. La historia de las elecciones pasadas nos demuestra esto. No existe manera de ganar una elección nacional sin contar con fuerte apoyo de los latinos, el tipo de apoyo que rechazan hasta ahora los protagonistas republicanos.

Incitados por los elementos inmaduros y nativistas del Partido Republicano, los candidatos han alternado entre ser rabiosos y santurrones e hincándose ante los ilusorios del partido. Qué pena da esto, porque el Partido Republicano de Lincoln fue alguna vez un partido progresista, que ofrecía respuestas en vez de repeler a sus allegados. Es por esta razón también que probablemente muera el Partido Republicano después de los próximos comicios.

La diferencia entre los partidos Republicano y Demócrata no es, en un primer desglose, ideológica, sino que se trata de quién se abre y quién responde a grupos de electores críticos, como lo son los hispanos. En la política nacional, tiene importancia quién es incluyente y quién es excluyente. Se trata de la relación entre el partido y los partidarios, el vínculo entre la política y la nación. Y los republicanos – no todos, pero una mayoría- no quieren tener una relación recíproca con grupos e intereses hispanos, sean cívico, sociales, políticos o defensores de derechos.

La percepción que la mayoría de los latinos ven al gobierno como un asociado en los temas de su interés, como la educación, el empleo, la vivienda, la salud, la seguridad, el mejoramiento de la comunidad y la promoción de la justicia es correcta, y podrá ser la razón por la que los republicanos no tienen su apoyo. No consideran que un gobierno ausente sea un buen socio.

El hundimiento del Partido Republicano podría haberse evitado si se hubiera vuelto más moderado, en vez de dejarse llevar por las facciones radicales y desquiciadas.

Su deseo de morir probablemente empezó allá por el año 1988, cuando el candidato Pat Buchanan se valió de la semántica para ganarse la atención al promover un debate espúreo sobre la inmigración dentro de la agenda del partido. Se puso excesivamente puntilloso sobre la diferencia entre “herramientas, tecnologías y estructura” referente a la frontera entre los EEUU y México. En realidad, a ocultas pretendía definir a los latinos como innecesarios al futuro del partido.

Entonces Buchanan, y ahora Romney, Santorum y Gingrich no conocen o no comprenden la historia y el legado político de nuestra nación. George H.W. Bush sí los conocía y ganó en cuanto al tema y también la elección.

Más tarde, George W. Bush, quién los conocía hasta mejor, salió mejor. En cambio Gore no salió. Obama los conocía mejor, McCain no.

Así como Buchanan anteriormente, el Tea Party y las facciones radicales del Partido Republicano están ahora empeñados en que sus candidatos definan incorrectamente a los latinos, y vuelvan a inventar la historia. Allí radica la auto destrucción del partido.

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