Enlace: No más Reginas
Regina Martínez nunca buscó la fama ni los reflectores. Quienes la conocieron de cerca, como la periodista Lydia Cacho, la describen más bien como tímida, armada siempre con una grabadora, una libreta, una pluma negra y unos lentes que se acomodaba con frecuencia cuando estaba concentrada en una entrevista. Tras esa aparente timidez, sin embargo, se encontraba una auténtica guerrera, una mujer valiente y comprometida con el oficio de informar en un país donde ser periodista es una de las profesiones más peligrosas.
Como lo constatan los títulos de las últimas notas que escribió para Proceso:
“Detienen en Veracruz a 9 policías vinculados con el narco” y “Capturan a la ‘comandante Tere’, presunta jefa de sicarios”, Regina era especialista en investigar temas escabrosos, a pesar del riesgo que ello implicaba. Hace dos años denunció que el entonces gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, la había amenazado de muerte.
Hasta ahora, se ignora quiénes fueron los agresores que el pasado 28 de abril entraron a su domicilio en Xalapa y, después de golpearla de manera brutal, la estrangularon. Pero lo más probable es que el crimen haya estado relacionado con su labor periodística porque se llevaron su computadora, su teléfono celular y varios documentos. Y es que, como relatan quienes la conocieron, Regina no se conformaba con reproducir los comunicados de prensa de la policía. Como una verdadera profesional, investigaba para ir al fondo del asunto. Eso fue, justamente, lo que la convirtió en una periodista “incómoda” para quienes no querían que se supiera la verdad.
Su asesinato ha levantado una oleada de indignación que ha trascendido las fronteras mexicanas. Aquí, en Estados Unidos, la Asociación de Periodistas Latinos de California (APLC), de la que formo parte en calidad de presidenta, emitió una carta abierta dirigida al presidente Calderón y al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, para exigir que se esclarezca el asesinato que, por cierto, no es el único. De 2000 a la fecha son ya 76 los comunicadores mexicanos a los que les han segado la vida.
“Lo que más nos indigna es la total impunidad en la que quedan estos crímenes. A pesar de las promesas del Gobierno federal y de los estatales de que actuarán para esclarecer los asesinatos de periodistas, la realidad es que hasta ahora no se ha resuelto uno solo de estos casos ni hay personas detenidas por ello”, dice la carta, en la que también se exige a las autoridades protección para que los periodistas puedan ejercer su trabajo en un ambiente seguro.
Aunque las autoridades han prometido que investigarán este crimen, es difícil creer que encontrarán a los responsables. Los ataques contra los comunicadores en México se han convertido en una práctica sistemática que el gobierno, en el mejor de los casos, ha preferido ignorar. Quienes ejercemos el periodismo de este lado de la frontera no podemos quedarnos impasibles ante esta tragedia pues sabemos que los atentados contra la libre expresión son el peor golpe que se puede asestar a la democracia. No descansaremos hasta evitar que haya más Reginas.