Caníbales en la playa

Florida, Florida, Florida. Así se refieren los analistas políticos al estado sureño desde las elecciones del 2000 cuando Tim Russert, el fallecido animador del programa Meet the Press de NBC, predijo que sería la Florida quien seleccionaría al nuevo presidente. Y así fue… más o menos por 567 votos.

Eso dicen, aunque en mi opinión fue la Corte Suprema quien otorgó la presidencia a George W. Bush al ordenar un paro al conteo de votos en disputa.

Hoy la frase también se usa como un ay, ay, ay, un lamento ante lo incomprensible acompañado de varios meneos de la cabeza, cada vez que allí pasa algo fuera de lo normal… que es casi todos los días.

La semana pasada oímos el “Florida, Florida, Florida” cada vez que uno de los pocos comentaristas políticos que se molestan en reportar sobre el plan del gobernador Rick Scott de eliminar casi un cuarto de millón de personas de las listas de votantes (la mayoría latinos, ancianos y demócratas) por “no ser ciudadanos de Estados Unidos”, cita la carta que ya muchos ciudadanos legales han recibido.

Pero en la tierra de los huracanes, cocodrilos paseándose por los campos de golf, trapacerías electorales, niños cubanos salvados por delfines, dieta de South Beach, embrollos electorales, entierros de estatuas de San José para lograr vender casas a buen precio, tejemanejes electorales, viejitos retirados guiando a ciegas, Disney World, artimañas electorales, canibalismo… ¿Dije canibalismo?

No exagero. El sábado pasado un hombre corriendo desnudo por un puente en Miami atacó a un desamparado a plena luz del día y como un lobo feroz o un dingo australiano, le devoró casi toda la cara.

El caníbal murió balaceado por la policía. La víctima, sin labios, sin nariz, sin ojos, sin cachetes, se aferra a la vida en un hospital miamense.

Aunque no hay detalles concretos hasta ahora, se sospecha que el zombi caníbal caminaba bajo la influencia de una nueva droga sintética, lo último en la avenida entre la juventud, llamada bath salts. Desde hace unos dos años, en las calles de varios estados a estas “sales de baño” que no son para la bañera, se les conoce como Blue Silk, Cloud Nine, Ocean Snow, Vanilla Sky, y otros apodos dignos del catalogo de Avon.

A pesar de que todavía no existen tests definitivos para detectar su presencia y efectos, algunos toxicólogos dicen que consumir estas sales de baño puede causar agitación, paranoia, alucinaciones, intentos de suicidio y otros efectos al cerebro aun desconocidos.

Exclamar “Florida, Florida, Florida” no es suficiente ante este horror, pero hasta ahora nadie le ha agregado ni un pinche Florida más a la frase. Quizás porque el efecto de esta droga ya se manifiesta en el Internet. Seguidores de Glenn Beck dicen que las sales “son la nueva dieta de South Beach” y que “Obama apoyará el canibalismo para ganarse el voto zombi”.

No sólo en Florida, sino en todo el país hay algo en el agua o en el viento que nos está volviendo locos, zombis, extraterrestres. Y ya tomarse unas vacaciones en Florida deja de ser una alternativa. Florida, Florida, Florida, Florida, Florida… era un lugar lindo lugar, pero ¿quién quiere vivir allí ahora?

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