Papa quiere como a un hijo a responsable del ‘vatileaks’
Así lo reveló el principal colaborador del Papa y secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone.
Ciudad del Vaticano (Notimex).- El Papa Benedicto XVI estima “como a un hijo” a Paolo Gabriele, su ex mayordomo y ahora arrestado por el “vatileaks”, la crisis por la filtración de documentos confidenciales robados precisamente de los aposentos pontificios.
Así lo reveló el principal colaborador del Papa y secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, en una entrevista a la publicación Familia Cristiana de Italia, en la cual lamentó las repercusiones del escándalo por la fuga de noticias.
“El Santo Padre sintió dolor no sólo por la traición de una persona de su familia y porque fueron robados documentos, sino también porque la normal y legítima dialéctica que debe existir en la Iglesia asume el rostro de una contraposición que parece querer dividir entre amigos y enemigos”, dijo.
“Casi como si se pudiera separar el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. El Papa mismo nos ha pedido muchas veces, en manera determinada, una explicación sobre los motivos del gesto de Paolo Gabriele, por él amado como un hijo”, agregó.
Según el purpurado una de las razones de los ataques contra los colaboradores del Papa puede encontrarse en la “gran acción clarificadora y purificadora” llevada adelante por Benedicto XVI desde que era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Advirtió que su acción para erradicar los episodios de pedofilia en el clero ha mostrado que la Iglesia tiene una capacidad de auto regeneración que otras instituciones y personas no tienen.
Para Bertone es evidente que la Iglesia es una roca capaz de resistir a las tempestades, un punto de referencia para innumerables personas e instituciones en todo el mundo y por ello se busca desestabilizarla.
De todas maneras reconoció que se encuentra ante un momento difícil y aclaró que ninguno pretende esconder las sombras o los defectos de la Iglesia.
Asimismo estableció que muchos periodistas juegan a imitar a Dan Brown, el autor del libro “El Código Da Vinci” y continúan a inventar fábulas o a proponer leyendas.
Aseguró que no tiene señal alguna del presunto involucramiento de cardenales en las filtraciones o de supuestas luchas entre personalidades eclesiásticas por la conquista de un “fantasioso poder”.
“La verdad es que existe una voluntad de división que viene del malvado. La unidad en torno al Papa es fundamental. Da fuerza a las obras de la Iglesia para el bien común y para la sociedad civil. Y entonces se busca dividir”, insistió.
“La dialéctica de la confrontación es una tradición de la Iglesia desde el tiempo de los apóstoles, que ciertamente no se hacían para atrás a la hora de sostener las propias ideas. Sin desmembrarse mutuamente, sino reconociendo siempre la primacía de Pedro”, apuntó.
Diversos observadores coinciden en señalar al propio Tarcisio Bertone como uno de los objetivos de “los cuervos”, como se ha bautizado a los responsables de las filtraciones.
Mientras tanto las investigaciones para dar con los cómplices de Paolo Gabriele continúan, el sábado 16 de junio el Papa recibió en audiencia a los tres cardenales encargados de realizar las pesquisas: Julián Herranz, Josef Tomko y Salvatore De Giorgi.
Aunque oficialmente la Santa Sede no ofreció detalles de esta reunión, clave para el desarrollo de la trama en torno al “vatileaks”, trascendió que el reporte de los purpurados incluyó las declaraciones del mayordomo papal a los magistrados que investigan el caso.
Además de los elementos recogidos en varias audiciones llevadas a cabo por los cardenales de la comisión, cuyo objetivo principal es la identificación de los cómplices de Gabriele.
Por lo pronto en los próximos días el mayordomo permanecerá detenido en una celda de seguridad ubicada dentro del cuartel de la Gendarmería Vaticana, como ha ocurrido desde el 23 de mayo pasado cuando fue arrestado por posesión de documentos confidenciales.
El juez del Estado pontificio que conduce el proceso deberá decidir pronto si lo manda a juicio u ordena su libertad, por falta de pruebas.