Lengua indígena vivirá sólo en documental

El Zoque-Ayapaneco, una lengua indígena mexicana, vivirá en un documental cuando mueran sus dos últimos hablantes.

Segovia se dio cuenta de que el zoque ayapaneco, que él aprendió de sus padres, morirá si no lo enseña a los jóvenes de su pueblo.

Segovia se dio cuenta de que el zoque ayapaneco, que él aprendió de sus padres, morirá si no lo enseña a los jóvenes de su pueblo. Crédito: EFE / Jaime Avalos

México .- Un documental registrará en México los últimos suspiros de la lengua indígena Zoque-Ayapaneco, cuyo universo de ideas, creencias y cultura está a punto de evaporarse de la mano de sus dos últimos hablantes, ambos mayores de 70 años.

“Empezamos a investigar y descubrimos que es la lengua que se está extinguiendo más rápido en México y en el mundo. Es la que tiene menos hablantes, solo dos, y son mayores. En cuanto ellos mueran, prácticamente dejará de existir”, se lamentó en entrevista con Efe la directora Denisse Quintero, joven cineasta de 28 años.

El Zoque-Ayapaneco, hablado por dos personas de avanzada edad en Ayapa, en el estado suroriental de Tabasco, encabeza la dramática lista de lenguas que se encuentran en la llamada “fase de rápida desaparición”, formada por aproximadamente 400 de las 1,500 lenguas que existen en todo el mundo, de acuerdo con datos de la Unesco citados por Quintero.

Ante esta situación, el proyecto audiovisual, titulado “Lengua Muerta”, tiene el objetivo de documentar lo que pudieran ser los últimos vestigios de una de las 364 lenguas indígenas que según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) aún sobreviven en México, de las cuales 21 ya están en proceso de desaparecer.

“No es un rescate, sino que más bien consiste en crear un registro audiovisual, una memoria, para que otras generaciones puedan tener acceso a ella, pues ya es muy difícil que se rescate la lengua”, agregó Laura Berrón, productora del documental.

Además de crear un registro lingüístico, quieren exhibirlo tanto en circuitos tradicionales donde el público pueda tomar conciencia, como en comunidades indígenas y núcleos rurales donde la cultura autóctona está descuidada e infravalorada por una discriminación profundamente arraigada entre sus propios habitantes.

“La gente no quiere aprender la lengua de sus ancestros por miedo a la discriminación de sus hijos, a que no aprendan bien el español y se queden a la mitad de estas dos culturas”, explicó Berrón.

El proyecto, que obtuvo recientemente la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para Jóvenes Creadores, no recibirá los recursos económicos asociados hasta el próximo año, lo que ha obligado a sus creadoras a utilizar sus ahorros y a buscar financiación para empezar un trabajo ya que el tiempo apremia.

“Hace un mes y medio decidimos empezar a grabar por nuestra cuenta, echamos mano de nuestros ahorros, una cámara, una grabadora, micrófonos (…) y nos fuimos a la comunidad”, explicó Denisse, quien admitió que no pueden esperar mucho, especialmente por la edad de los dos hablantes y la permanencia de sus recuerdos.

Isidro Velázquez y Manuel Segovia, de 70 y 77 años, respectivamente, guardan las últimas huellas de esta variante lingüística de la familia del Mije-Zoque, que ha sido cercenada, de acuerdo con sus protagonistas, por la discriminación imperante.

“Por hablar esta lengua muchos se burlan o te ponen apodos, o incluso te dicen que solo los indios hablan ese idioma, y aquí la palabra indio para algunas personas es un insulto, un símbolo de humillación”, explicó en entrevista telefónica con Efe el hijo de Manuel Segovia, del mismo nombre, ante la indisposición de su padre.

Este joven de 30 años, dedicado a la restauración de imágenes, es la última esperanza del Zoque-Ayapaneco, pues hace cinco años que empezó a dedicar varias horas diarias a su estudio, con el objetivo de convertirse algún día en maestro y mantenerlo vivo.

Le entristece no haberlo aprendido antes, cuando era “chiquito”, pues ahora la asimilación es más difícil y lenta, algo que, sin embargo, no le desanima a continuar con el aprendizaje de una lengua que cuando él iba al colegio ya no se hablaba en la comunidad.

“Me da mucha tristeza que pocos estén interesados en aprenderla para conservarla y sobre todo extenderla para que volviese a crecer y volviese a ser dominante”, añadió Manuel Segovia (hijo), quien de pequeño desoyó los consejos de su padre para que la aprendiera.

Recordó, orgulloso, cómo durante décadas su progenitor se dedicó a la enseñanza de esta ancestral lengua en la comunidad, una tarea que afrontó siempre con “entusiasmo”, a pesar de la escasa respuesta de los vecinos, quienes veían con indiferencia esta tarea.

En México, según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, existen dieciséis millones de indígenas. De ellos, siete millones han declarado hablar una lengua indígena, y dentro de este grupo, un millón lo hace en exclusiva.

“La relevancia social que está adquiriendo la lengua Zoque-Ayapaneco, que sobre todo está valorada fuera, espero que permita que se mantenga y que no desaparezca del todo porque a veces me apena no poder practicarla más que con mi padre”, afirmó Segovia con un ápice de esperanza, la misma que él representa.

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