Sentencia ‘simbólica’ en el caso Giffords
La sentencia contra Jared Lee Loughner tiene un 'carácter simbólico'
TUCSON, Arizona (EFE). El autor del tiroteo perpetrado el año pasado en Tucson, Arizona, en el que hubo seis muertos y 13 heridos entre ellos la excongresista Gabrielle Giffords, fue condenado ayer a siete cadenas perpetuas más 140 años de prisión sin opción a la libertad condicional.
La sentencia contra Jared Lee Loughner, según el juez Larry Burns, tiene un “carácter simbólico” ya que pretende reflejar el daño causado a todas las víctimas; de ahí la acumulación de penas.
Loughner se había declarado culpable en agosto, por lo que estaba exento de la pena de muerte tras el acuerdo por su confesión.
Cada una de las cadenas perpetuas refleja la pena por cada fallecido en el tiroteo más el intento de asesinato de la entonces congresista demócrata, que era su objetivo aquel 8 de enero de 2011.
Giffords, que recibió un disparo en la cabeza, salvó la vida de milagro gracias a la rápida intervención de un joven hispano, Daniel Hernández, quien fue considerado un héroe a nivel nacional.
La congresista dejó su escaño en enero pasado para recuperarse de las secuelas y ayer, acompañada por su marido, el exastronauta Mark Kelly, estuvo serena frente a su agresor.
Kelly, al igual que otras víctimas, dijo unas palabras antes de que el juez Burns dictara la sentencia.
Criticó la falta de regulación de la tenencia de armas en Estados Unidos minutos antes de que se leyera la sentencia contra Laughner, y sus palabras fueron también en nombre de su esposa, que, a causa del disparo, perdió parte de su capacidad para hablar.
“Tenemos representantes que consideran la violencia armada no como un problema a resolver, sino como un elefante blanco dentro de la sala al que ignoran”, dijo el astronauta retirado.
“Después de Columbine, después de Virginia Tech, después de Tucson y después de Aurora no hemos hecho nada” para fortalecer las leyes del país respecto a las armas, dijo, recordando todas esas masacres ocurridas en el país.
“Pudiste haberle dado un tiro en la cabeza, pero no dañaste su espíritu y su capacidad de hacer el bien”, dijo Kelly mirando fijamente a los ojos a Loughner, en su primer encuentro con el joven después del tiroteo.
“Ésta es la primera y la última vez que escucharás de Gabby y de mí, así que pon atención”, dijo Kelly, mientras Loughner lo miraba atentamente, pero sin expresar emoción alguna. Habló del daño que la bala recibida en la cabeza causó a Giffords y relató que le cuesta trabajo caminar, que su brazo derecho está paralizado y que además está parcialmente ciega.
“Mataste a seis personas. Gabby cambiaría su vida por cualquiera de ellos, especialmente por la de Christina Green”, dijo Kelly, refiriéndose a la menor de nueve años muerta durante el sangriento ataque.
“Trataste de convertir nuestro mundo en algo tan oscuro y diabólico como lo es el tuyo, pero fallaste, y recuérdalo siempre, tú fallaste”, insistió.
Tras varios meses de intensa terapia física Giffords renunció a su puesto como congresista el 25 de enero.
La excongresista recibió un impacto de bala que le atravesó el hemisferio izquierdo del cerebro que alberga la parte motriz y el habla y, aunque su recuperación ha sido calificada de “milagrosa” por los propios médicos, todavía continúa con un programa de rehabilitación en un hospital de Houston, Texas.
Loughner se presentó el 8 de enero de 2011 en un acto con votantes de Giffords fuera de un supermercado Safeway en Tucson con una pistola semiautomática y tres cartucheras con munición para intentar matar a la entonces congresista. En el ataque murieron Christina Taylor Green, de nueve años; el asistente de Giffords Gabe Zimmerman, de 30 años; el juez federal John Roll, de 63 años; Dorwan Stoddard, un exempleado de la construcción de 76 años; Phyllis Scheneck, una ama de casa de 79 años; y Dorothy Morris, de 76 años.