¿Cuáles son tus raíces familiares?
Llegando a determinada edad, comenzamos a preguntarnos de dónde venimos y a dónde vamos, no en el sentido…

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Llegando a determinada edad, comenzamos a preguntarnos de dónde venimos y a dónde vamos, no en el sentido transcendental de nuestra vida, sino a partir de las similitudes que encontramos con rasgos de nuestra querida abuela, o el descubrimiento de un gesto que era típico de alguno de nuestros padres. Entonces, empezamos a interesarnos por las raíces familiares.
Toda esa necesidad de diferenciarnos durante nuestra adolescencia, empieza a ser un vago recuerdo cuando las situaciones en nuestra existencia nos resultan extrañamente familiares. No es difícil que cometamos los mismos errores que nuestros padres o que tengamos gustos que alguna tía abuela identifique con algún personaje, de la rama materna o paterna, ya desaparecido.
¿Quién no recuerda algún plato que sólo hacía su abuela? ¿Quién no ha buscado una receta exclusiva que permanece años transmitiéndose de generación en generación, para impresionar a los invitados?
La historia de nuestros ancestros suele morir con las generaciones y, a menos que alguien se ponga con la ardua tarea de dibujar y completar el árbol genealógico a tiempo, y consiga que hijos, sobrinos o nietos, lo continúen, suele perderse el hilo al subir sólo 2 o 3 ramas hacia el pasado.
Por suerte, internet es una poderosa herramienta que nos permite averiguar el origen de los apellidos, rastrearlos en el tiempo hasta hace al menos 500 años, sobre todo si son hispanos o portugueses. Esto no asegura que descubramos gran cosa a menos que tengamos la suerte de contar con longevos parientes que nos ayuden en esta difícil misión de describir a cada persona, en su lugar y en su tiempo.
Hay que recordar que hubo guerras que destruyeron muchísimas iglesias donde estaban los registros de nacimiento de la mayoría de nuestros antepasados europeos, y que también, la Santa Inquisición obligó a muchos a cambiar su apellido, a huir, a emigrar, a perder y a olvidar las raíces familiares y las tradiciones de siglos. Las guerras, las hambrunas, la falta de educación de quienes llegaban a América y de quienes los recibían, eran un factor de cambio en la escritura del apellido en cuestión, lo cual también dificulta su identificación y la posibilidad descubrir una sucesión de hechos y personas que nos lleven a nuestra verdadera genealogía.
Aún sabiendo que será un trabajo complicado, es divertido y útil, nos ayuda a aprender y a descubrir cosas muy interesantes que nos unen mediante rasgos característicos a un gran número de personas, que fueron nuestros antepasados y que tienen mucho que enseñarnos a partir de la época que les tocó vivir.
Transmitir a nuestros hijos la tradición, las raíces familiares, es fundamental para que tengan un sentido de pertenencia, de unión y de orgullo por sus orígenes, lo que definitivamente fortalecerá su personalidad y su capacidad de reconocerse como la continuación de una historia.