Mito y realidad sobre riesgos en el boxeo

Alarma, y con toda razón, que un grupo de médicos opinen de manera abierta y sin rodeos acerca de la salud de Manny Pacquiao.

El tema llega después del nocaut impresionante que sufrió el legendario campeón filipino a manos de Juan Manuel Márquez hace casi un mes en Las Vegas, Nevada, y sube a las portadas de los medios en parte porque se trata de un ídolo universal y un atleta cumbre del peso mediático de “Pacman”.

Está claro que a esta hora hay muchos boxeadores maltrechos y noqueados en meses recientes de cuya historia nadie se ocupa y por cuya salud nadie se interesa.

Hay también muchos boxeadores afectados por diversos males. Lisiados, ciegos, con disfunción locomotriz, parcial o total, pero casi nadie se ocupa de su suerte porque no se llaman Muhammad Alí.

Sin duda, un antes y un después para hablar de los riesgos que supone la carrera de boxeador.

Hablan los doctores en Filipinas sobre tempranos signos del mal de Parkinson. El neurólogo Rústico Jiménez dice que “es visible en los movimientos de las manos… es donde primero se presenta antes de que sea notorio en la cabeza”.

Luego el doctor Jiménez admite que no ha examinado personalmente al boxeador.

También la doctora Raquel del Rosario Fortun tiene su opinión e insiste en que no está convencida que el cerebro de “Pacman”, después del castigo, pueda permanecer en buena condición.

“Después de un gran golpe, el cerebro recibe una fuerte sacudida y hay desconexiones mínimas que producen daño neurológico”, asegura Fortun.

Hay en todo ello el temor a ser testigos de una daño letal a un héroe nacional como es Pacquiao para todos los filipinos. Más allá de eso está por supuesto la urgencia de ocuparse de medir los riesgos y asegurar la salud de un guerrero.

Sin embargo, dentro de la comprensible inquietud y miedo a que alguien salga dañado en una pelea de boxeo, cabe también una alta dosis de mitología y retórica.

Lo he dicho, sin reservas, que Manny Pacquiao no debería volver a pelear porque, después de 61 peleas, cargar con un nocaut tan violento como aquel del 8 de diciembre en el MGM Grand Garden de Las Vegas el riesgo de un daño es innegable.

También debo admitir que Pacquiao no es un boxeador muy golpeado porque, debido a su superioridad sobre sus rivales, no recibía mucho castigo, pero lo del nocaut frente a Márquez es distinto por la manera cómo lo recibió y el efecto inmediato.

La impresión fue tal que la Comisión Atlética de Nevada lo suspendió desde esa misma noche de toda actividad boxística de manera indefinida. Sin embargo, quisiera ser parte de los sensatos y no de los alarmados.

Hemos sabido de la muerte de Carmen Basilio hace menos de dos meses a los 85 años, despues de 79 combates en los que, luego de ser una leyenda con triunfo y derrota ante Sugar Ray Robisnon, fue noqueado dos veces por Gene Fullmer a los 35 años de edad, peleando en la categoría de los pesos medianos.

Aun así, Basilio se murió de viejo. Eso, por supuesto, no dice literalmente que el boxeo no sea peligroso.

Muhammad Alí no era un boxeador muy castigado hasta que volvió del retiro a los 39 años y enfrentó en un combate (innecesario) a un joven brioso y potente como Larry Holmes que lo liquidó en 10 asaltos. Aun así volvió un año después y perdió por decisión ante Trevor Berbick.

Hoy todos apuestan a que aquellos golpes de pesos pesados de esas últimas dos peleas pudieron ser la clave para el posterior daño que degeneró en el mal de Parkinson.

No es lo mismo recibir golpes de un hombre de 160 libras o de un mastodonte de 120 kilos, que el castigo de un peleador de 140 libras, en el caso Márquez-Pacquiao.

En cuanto más alto es el peso, más dañina es la pegada. Otro factor visible en las tragedias suelen ser los combates con disparidad de fuerzas: enfrentar a un boxeador poderoso en la plenitud de sus fuerzas con un chico que empieza o con un competidor ya acabado y sin facultades.

Tampoco es éste el caso de Márquez–Pacquiao.

Sin embargo, no hay un historial que señale tendencias críticas, ya que en varios casos de tragedias en el ring las víctimas fueron boxeadores jóvenes y de pesos menores.

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