Entrevista

Mexicano nominado al Oscar por sonido de ‘Argo’

José Antonio García habla de la creación del sonido para película y de su nominación al Oscar por la Mejor Mezcla por 'Argo'.

José Antonio García quien nació en México se siente que ya ganó con la simple nominación al Oscar.

José Antonio García quien nació en México se siente que ya ganó con la simple nominación al Oscar. Crédito: José Antonio García

Su carrera empezó a finales de los años 80, como ayudante de mezclado de sonido en el filme Gaby, a True Story.

Hoy, José Antonio García reúne en su filmografía, y ya como mezclador de sonido, títulos como A Walk in the Clouds, Liar, Godzilla, Message in a Bottle, Y tu mamá también, 21 Grams, Bruce Almighty, Babel, The Soloist, Biutiful, J. Edgar, Thor, The Avengers y Iron Man 3.

De este modo, ha trabajado con cineastas tan destacados como Clint Eastwood, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, Alexander Payne, en The Descendants, y Terrence Malick, en The New World y To the Wonder, ésta de próximo estreno y protagonizada por Ben Affleck.

Precisamente, García ha sido nominado al Oscar a la Mejor Mezcla de Sonido —junto a — por el tercer largometraje como director de Affleck, Argo.

Este domingo se sabrá si el filme, ambientado durante la crisis de los rehenes en Irán en 1979 y 1980, arrasará en la gala de los Premios de la Academia.

José Antonio García, nacido en México D.F., habló con ¡holaLA! de lo que significa ser mezclador de sonido, de su paso al cine de Hollywood y de lo que supone su primera nominación al Oscar.

No mucha gente sabe lo que significa ser ‘mezclador de sonido’. ¿Puedes definir cuáles son tus funciones como tal?

Mi enfoque primordial es la actuación de los actores, el diálogo. Yo soy lo que en México llaman el ingeniero del sonido directo. Mi labor se trata de rescatar la actuación [de la forma] más limpia posible que se pueda.

O sea, aprovechas la pista de sonido original y la limpias.

No, no la limpio. Se trata de capturarla [bien] para que no la tengan que doblar. En el sonido es mucho más fácil añadir que quitar.

¿Cuál es la diferencia entre trabajar en un drama pequeño como ‘Biutiful’ y una superproducción como ‘Iron Man 3’?

El trabajo básico es e l mismo. Yo utilizo los mismos medios. Lo que cambia es la dinámica de esas películas. Biutiful, como Argo, se hizo en localizaciones prácticas, lo que limita dónde colocar los micrófonos. En producciones grandes, la cámara está más fija y si se mueve son movimientos controlados. Es más fácil [poner los micrófonos].

¿El presupuesto de un filme te afecta?

No, es el mismo. Yo lo que trato es que el actor no se vaya a doblaje.

Todo el mundo habla de lo meticuloso que es Terrence Malick. ¿Cuál es desafío de trabajar para él?

Pues lo imprevisible que se puede convertir esa filmación. De repente ve algo que lo atrae y deja al actor solito y se va con la cámara a otro lado… Es el constante explorar del medio, por lo que me encanta trabajar con él. Es insaciable en su búsqueda.

¿Los directores son conscientes de la importancia de tu labor?

En una pieza que está basada en el diálogo, pues sí, los directores con los que he trabajado sí son muy conscientes. Cuando hay problemas me dan el tiempo para arreglarlo. No he trabajado con un director que me dijera que el sonido no le importa o que se comportara como si no le importara. A fin de cuentas siempre es mucho más creíble una actuación en vivo que repetirla [en el doblaje] en el estudio. Hay actores que lo pueden hacer muy bien, pero por lo general la actuación [doblada] termina siendo más estéril.

¿Cómo fue tu proceso de llegar a ser mezclador de sonido… y terminar con una nominación al Oscar?

La música siempre ha sido mi pasión. Uno de mis amigos empezó a hacer documentales en México y fue allí donde conocí la profesión. Tuve la oportunidad de estudiar dos años en una universidad de Indiana un programa de tecnología en audio. Básicamente asociado a grabar música, pero los principios son los mismos —no la dinámica y la mecánica de la filmación, que son diferentes—, pero los principios acústicos —micrófonos y todo eso— son iguales. Regresé a México y empecé a trabajar en muchos proyectos gratis, a “microfonear”… No por mucho tiempo porque soy chaparro y eso me limitó mucho… Evolucioné de la televisión en México a películas [también] allá. Y de repente me vine para acá porque conocí a una mujer y ella quería terminar la escuela aquí. Me vine a Hollywood en 1989. Fue lo difícil, porque yo tenía “veintilargos” años… y fue volver a empezar, a trabajar gratis, en proyectos de bajo presupuesto… Pero ahora no me puedo quejar.

Cuando vas al cine, ¿te puedes distanciar de tu profesión y disfrutar de una película o siempre estás prestando atención al sonido?

En el momento en el que noto algo, me saca de la película: eso siempre ha sido un problema para mí. Si el sonido es muy abrasivo, pues siempre me saca de la película, porque está llamando la atención hacia sí mismo. Un buen sonido no puede ser consciente [de sí mismo]. Es algo más subliminal. Mucho de ese arte se ha perdido en las superproducciones de hoy en día, con explosiones y música por todas partes.

Eso no sucede en ‘Argo’

Por eso me gustó lo que hice en Argo. Fue un trabajo muy sutil. Cuando tiene que ser estridente, lo es, pero de una forma controlada. No es gratis. La música está colocada de una manera muy deliciosa, es maravillosa.

Cuando oyes las palabras ‘nominado al Oscar’, ¿qué te viene a la cabeza?

Una felicidad tremenda. Porque te reconoce el trabajo y la trayectoria que has tenido. Me siento muy afortunado.

¿Nervioso?

No. Hay un 20% de posibilidades de ganar. Pero yo ya me siento que gané [con la nominación]. Pero sí es algo que me da mucha honra.

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