La Biblia, otra luz

El mayor mérito de la obra de Manuel Villalobos, es que ofrece a los creyentes que han sido silenciados la certeza de que el verdadero Evangelio sí los acepta.

El mayor mérito de la obra de Manuel Villalobos, es que ofrece a los creyentes que han sido silenciados la certeza de que el verdadero Evangelio sí los acepta. Crédito: Morguefile

Sociedad

Al sacerdote claretiano Manuel Villalobos se le ilumina el rostro cuando sus feligreses lo llaman por su nombre de pila, le hablan de tú y le regalan una sonrisa o un abrazo.

Fuera de la iglesia, le gusta vestirse con camisas de colores vistosos y hacer bromas. Pero su personalidad jovial se transforma en una seriedad que impone cuando habla de su tema favorito: las interpretaciones, a su juicio erróneas, que se han hecho de las Sagradas Escrituras y que han avalado la opresión de muchos grupos.

Villalobos, nacido en México y con un doctorado en Biblia y Cultura del Garret Evangelical Theological Seminary of Chicago, se ha dedicado a interpretar los textos bíblicos con nuevos ojos, desde la perspectiva de quienes han sido excluidos en la Escritura, entre ellos los pobres, los esclavos, las mujeres y los homosexuales.

Con una valentía difícil de encontrar entre los sacerdotes católicos, Villalobos se declara homosexual y revela que la primera vez que leyó las Cartas Pastorales a Tito y Timoteo, sintió la tentación de no leer más por la forma tan peyorativa en que el autor se refiere a los esclavos y a las mujeres y por su énfasis en que los dirigentes cristianos se comporten como “verdaderos hombres”.

Ese rechazo inicial, agrega, se transformó en dudas y después en sospechas sobre la veracidad de esos señalamientos.

Fue así como decidió darse a la tarea de interpretar esos escritos bajo una nueva luz. El resultado de ese esfuerzo es el libro “Cristianos de segunda generación. Las Cartas Pastorales desde el otro lado”, cuyo principal objetivo es descifrar por qué en esos textos se aceptan como verdades divinas hechos que hoy son considerados atrocidades, entre ellos el negar a las mujeres el derecho a expresarse y exigir a los esclavos sometimiento incondicional a sus amos.

Basado en profundas investigaciones, el libro explica de forma clara y sencilla que estas creencias corresponden a tiempos y circunstancias totalmente distintas a las de hoy y que en ningún modo puede asumirse que sean la palabra de Dios, puesto que ésta se ha distorsionado a lo largo de la historia.

La lectura de este libro es imprescindible, no sólo para entender mejor a los primeros cristianos y el contexto en el que surgieron muchas de sus creencias, sino para reivindicar a los marginados, entre quienes se cuentan hoy en día los indocumentados.

En este sentido, el mayor mérito de la obra es que ofrece a los creyentes que han sido silenciados la certeza de que el verdadero Evangelio sí los acepta.

Al mismo tiempo, Villalobos pone acertadamente el dedo en la llaga al advertir que, para salir adelante, la Iglesia Católica debe terminar con los abusos sacerdotales, con la doble moral en cuestiones de sexualidad y pobreza y con la exclusión de las mujeres del orden sacerdotal.

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