Adiós Villaraigosa
Los Ángeles
A un mes de concluir su gestión como alcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa alardeó de la reducción en la criminalidad que ha tenido la ciudad en sus ocho años de administración y porque el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) tiene por primera vez en su historia más de 10 mil agentes en sus filas
“Somos la ciudad más segura de las grandes ciudades del país”, se ufanó Villaraigosa.
La paradoja es que el reforzamiento de los aparatos de seguridad de la ciudad va de la mano con la eliminación de programas sociales. Más de la mitad de los ingresos de la ciudad están destinados a seguridad.
El alcalde dijo también que entre sus logros está la reducción en el déficit presupuestario en el Ayuntamiento después de la recesión. Sin embargo, su sucesor, Eric Garcetti, todavía deberá hacer frente a un déficit de 216 millones de dólares en el año fiscal que comienza el 1 de julio de 2013.
La verdad es que desde hace siete años el presupuesto de la ciudad se encuentra en déficit.
Los Ángeles es una ciudad al borde de la quiebra. La prensa local informa estos pasados días del pésimo estado de su aeropuerto, de sus congestionadas autopistas y de sus calles llenas de baches y aceras incaminables.
Resultó un duro golpe para el ego del alcalde el rechazo de los electores al impuesto de medio centavo a las ventas de la Medida A en los comicios de marzo porque iba dirigida a balancear el presupuesto de Los Ángeles y a garantizar los servicios de seguridad pública.
El jefe de policía, Charlie Beck, advirtió que ante el rechazo a los impuestos “podría aumentar el crimen de la ciudad”.
Lo que sí es cierto, sin embargo, es que los años transcurridos desde que la administración Villaraigosa tomó el camino de la austeridad, han sido pésimos para los trabajadores.
Sus políticas neoliberales (entendida como la ideología promovida por los superricos para llevar a cabo políticas públicas que les benefician), fueron un ataque frontal al mundo del trabajo y a los sindicatos, iniciando políticas redistributivas de sentido opuesto.
En Los Ángeles, por ejemplo, no aumentan los salarios.
Datos de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) constatan que, entre junio de 2010 y junio de 2011, los incrementos en salarios y beneficios a los trabajadores aumentaron solo un 1.9% en Los Ángeles, comparado con el 2.3% que lo hizo la media nacional.
El rezago en los aumentos ha provocado que cada vez más familias angelinas se hayan visto obligadas a tener que pagar más con menos, porque los aumentos salariales no han ido parejos al aumento del coste de vida.
Pero así y todo, los líderes del Ayuntamiento se oponen a cualquier subida. ¿Por qué? Dicen que les preocupa la gente que posiblemente perderá su trabajo, independientemente de las muchas pruebas que demuestran que las subidas del salario mínimo tienen poco efecto sobre el empleo.
Mientras que los empleados públicos –el colectivo más castigado con las medidas anticrisis, sufrieron pérdida de más de 20% de su salario.
Art Sweatman, representante del sindicato SEIU, Local 721, señaló que desde hace tres años les han venido congelando los sueldos a muchos empleados, les han aumentado las primas de retiro y tienen que pagar más por sus visitas al médico, además han tenido que tomar “furloughs” o días de descanso sin pago, así como días festivos sin paga.
La respuesta del alcalde fue que aquí “no hay bomba anti-sindicatos, sino sustentabilidad” política. “Los angelinos quieren ver que los ingresos se usen en calles limpias y banquetas seguras, no en salarios”, afirmó.
El próximo 30 de junio, Villaraigosa deberá entregar la administración municipal de Los Ángeles, pero antes de su partida dejó una hoja de ruta a su sucesor.
Pide a Garcetti cumplir su promesa de reformar los paquetes de jubilación y priorizar la seguridad pública. Que si bien la reforma a las pensiones no es popular, permitirá sanear las finanzas locales.
Pide mantener el tamaño de la policía, considerado por él como “el ingrediente primordial de la prosperidad de Los Ángeles”.
Pide a empleados civiles contribuir 10% a sus primas sanitarias, para ahorrar $100 millones en dos años.
Brindó también una advertencia de clase: “Ahora que la economía da señales de mejoramiento y con ingresos municipales de nuevo a la alza se escucharán voces y serán muchas que pidan dejar de tomar las decisiones difíciles”, alertó Villaraigosa, en referencia a las iniciativas oficiales sobre la reforma de pensiones que piden subir a 65 años la edad mínima de jubilación, recortar sus beneficios en el retiro y congelar aumentos de sueldo. Concesiones todas, en pugna con los sindicatos de la ciudad.
“Lidiar con los problemas de nuestras ciudades exige recortar gastos y subir impuestos”, ha dicho Villaraigosa.
Que no le tiemble la mano entonces a su sucesor, aconseja. ¡Adiós Villaraigosa!