Temen violencia en Brasil durante visita del Papa (fotos)
Amnistía Internacional advierte que la represión contra las protestas se puede repetir durante la visita papal del 22 al 29 de julio
Río de Janeiro – El director de Amnistía Internacional en Brasil, Átila Roque, expresó su preocupación de que el uso “completamente inadecuado” de la fuerza por parte de la Policía para controlar las manifestaciones del pasado junio se repita durante la visita del papa Francisco al país.
Roque hizo estas observaciones durante la presentación de la oficina de esa organización no gubernamental de defensa de los derechos humanos en Brasil, que ha abierto en Río de Janeiro, y a dos semanas de que el Papa visite la ciudad durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, del 22 al 28 de julio.
“Vamos a estar atentos” al uso “abusivo” de la fuerza y de armas no letales como gas lacrimógeno y balas de goma, relató el directivo.
Roque opinó que en todo caso las fuerzas policiales tendrán un “cuidado mayor” con su utilización durante las protestas, donde hubo un uso “completamente inadecuado” de ellas.
Por ahora no hay convocadas manifestaciones durante la visita del Papa.
La asesora de Derechos Humanos de Amnistía Internacional Brasil, Renata Neder, añadió que los gobiernos regionales, de los que dependen las fuerzas de seguridad, “deben investigar los abusos que la Policía cometió” y las denuncias por uso de armas no letales y de fuego, y recordó que las manifestaciones se siguen sucediendo.
“Existen denuncias muy graves. Es difícil documentar eso una vez que se suceden nuevas protestas pero es necesario que se investigue”, dijo.
El director del departamento de Legislación y Política de Amnistía Internacional, Michael Bochenek, quiso resaltar que por otra parte el Gobierno brasileño “garantizó los derechos de libertad, asamblea y protesta” en todo momento.
La ola de protestas comenzó el 10 de junio por un alza del valor del transporte público en Sao Paulo, y se extendió al resto del país con una larga lista de reivindicaciones, entre ellas el combate a la corrupción y la demanda de mejores servicios de salud y educación.
Alcanzaron su punto álgido el 20 de junio, cuando 1.2 millones de brasileños salieron a las calles, y desde entonces perdieron fuerza.