Nairo-man, la gran estrella del Tour
Christopher Froome (C), campeón del Tour de Francia, en el podio junto al subcampeón, el colombiano Nairo Quintana (izq.) y el español Joaquim Rodríguez, tercero en la clasificación general. Crédito: ap
PARÍS Chris Froome conquistó la centésima edición del Tour de Francia, que quedará para el recuerdo por el dominio que el británico ejerció durante tres semanas en la ruta pero también por la revelación que significó el colombiano Nairo Quintana, quien se quedó con el segundo puesto de la competición.
Asimismo, se podría recordar dentro de unos años que los protagonistas de este Tour no han estado bajo la sombra de sospechas de dopaje.
En dos años, dos británicos han ganado el Tour: Bradley Wiggins en 2012 y ahora Froome, un ciclista más sereno y discreto, pero con un carácter no menos determinado que el de su compañero en Sky, conocido por sus largas patillas.
Froome llegó a París con estilo. Se apoderó del jersey amarillo de líder desde la octava etapa, en los Pirineos, y nunca renunció a la punta. Con vigor, mantuvo a raya a los rivales que unieron esfuerzos para desafiarlo, lo que derivó en un Tour emocionante.
El triunfador y sus compañeros de Sky entrelazaron sus brazos al cruzar la meta.
Quintana, la sensación de 23 años, había amarrado ya el segundo sitio desde la vigésima y penúltima etapa, disputada el sábado.
La centésima edición fue también asombrosa en el aspecto visual. Comenzó por primera vez con un paso por Córcega, la “Isla de la Belleza”, antes de ir de los Pirineos a Bretaña y luego por varias zonas del territorio francés, hasta alcanzar su clímax en los Alpes, un recorrido total de 2,115 millas.
Y de modo inusitado, la 21ra y última etapa comenzó por la tarde, de modo que, horas después, los ciclistas pasaron por el empedrado de los Campos Elíseos, justo cuando los rayos de sol iluminaban lateralmente al pelotón, proyectando largas sobras sobre el público formado en los costados.
Aviones de la Fuerza Aérea volaron en formación, describiendo estelas azules, blancas y rojas en el cielo, mientras el pelotón aceleraba por primera vez y, en algo excepcional, describía un círculo, como un collar que rodeó el Arco del Triunfo en los colores brillantes de las camisetas de los ciclistas.
Después de salir desde el espléndido Palacio de Versalles, la antigua residencia de tres monarcas y la sede de su poder durante la Revolución Francesa de 1789, los ciclistas tuvieron el privilegio de pasar entre los jardines inmaculados, junto a lagos que parecían espejos, fuentes majestuosas y bellas estatuas.
Tanto por tradición como por el hecho de que la ventaja de Froome era irremontable, la etapa del domingo, de 82 millas fue prácticamente un acto ceremonial y divertido, hasta que los ciclistas aceleraron de cara a los Campos Elíseos.
Marcel Kittel ganó el embalaje final en la famosa avenida. Fue la cuarta etapa ganada por el alemán en este Tour.
El colombiano Nairo Quintana (Movistar) se sintió “emocionado” nada más atravesar la línea de la última etapa del Tour del centenario, un momento que se vivió en su país “como en los tiempos de Fabio Parra y Lucho Herrera”.
“Estoy emocionado por todo lo que hemos conseguido. Ya sé que en Colombia se ha vivido como una fiesta. Vuelve esa época cuando la gente dejaba de trabajar para escuchar el Tour de Francia, algo que hacía más de veinte años que no sucedía”, dijo Quintana en la fiesta de clausura del Tour.
Quintana terminó de creerse sus logros al atravesar la meta, en el atardecer de la Ciudad de la Luz.
Servicios combinados