A 10 años del gran apagón, ¿qué aprendimos en NYC?

Muchos admiten que aprendieron a prepararse gracias a esa experiencia, pero otros reconocen que no tienen plan de contingencia

A Alejandro Félix (derecha) el apagón de 1977 fue el que lo marcó.

A Alejandro Félix (derecha) el apagón de 1977 fue el que lo marcó. Crédito: EDLP / Mariela Lombard

Nueva York — A diez años del apagón que dejó sin electricidad a Nueva York y a gran parte del noreste de Estados Unidos, no todos los pequeños comercios y personas admiten estar preparados por si algo similar se repite.

Los que sí aprendieron la lección fueron los que sufrieron las desastrosas consecuencias de la interrupción del servicio en el 2003, como Zully Solano, que entonces regentaba un pequeño supermercado en la Avenida Saint Nicholas llamado Las Américas. La mujer perdió casi $8,000 en mercancía por no poder mantenerla refrigerada.

Ahora es dueña de otro dispensario de alimentos en la misma zona llamado La Placita, para el que ha invertido dinero buscando que la situación no vuelva a ocurrir.

“Tenemos camiones refrigeradores para guardar los alimentos y también tengo un generador en casa que me lo podría traer al supermercado”, dijo Solano. “No quiero ni recordar la experiencia que viví en 2003”.

Además de los supermercados, los negocios que más pueden sufrir las interrupciones son los restaurantes. Alaa Zaki, gerente del local de comida latina South Beach, en Washington Heights, aprendió también del suceso.

“Cuando el apagón, trabajaba en un restaurante Midtown y tuvimos que sacar la comida a la calle para repartirla entre la gente que pasaba”, relató Zaki. “En este restaurante tenemos un generador y no ocurriría lo mismo”.

Otros comercios, especialmente los que no estaban abiertos cuando ocurrió la emergencia, admiten que tendrían que recurrir a remedios más rudimentarios si vuelve a cortarse la electricidad.

“Tendríamos que poner la carne en contenedores con hielo, guardarlos en un lugar fresco y poco húmedo, y esperar a que la luz vuelva pronto”, explicó Luis Peguero, empleado de la carnicería La Antillana, también situada en la Avenida San Nicolás.

Ana Pérez, empleada del deli La Bodeguita de Washington Heights, que abrió hace sólo unos meses, expresó que no tienen un plan de contingencia en caso de apagón.

“Tendríamos que cerrar y posiblemente todo se echaría a perder”, señaló la hispana.

Entre la gente de a pie, los más veteranos cuentan que, desde el apagón de 1977, que es el que realmente les marcó, están preparados para lidiar con este tipo de eventos.

“Aquello sí que fue horrible, con saqueos y la Policía empujándote para obligarte a meterte en la casa”, dijo Alejandro Félix, que lleva 44 años viviendo en el Alto Manhattan. “Desde entonces, tengo muchas linternas, velas y de todo en casa, y el apagón de 2003 lo viví muy tranquilo”.

Los que proceden de países caribeños se asombran de que Nueva York y sus residentes cuenten con poca preparación para enfrentarse a estas suspensiones.

En República Dominicana, por los huracanes a veces estamos semanas sin electricidad y muchas casas tienen generadores”, contó Óscar Abreu. “Aquí, aunque dependen mucho más de la electricidad, casi ninguna lo tiene”.

La falta de luz de 2003 dejó sin el servicio a más de 50 millones de personas en ocho estados y el suministro no se restableció por completo hasta pasados dos días.

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