La marcha continúa

Hace 50 años el país se vio involucrado en una lucha por los derechos civiles. Los debates que dividían al país eran sobre si afroamericanos y latinos podían compartir áreas comunes designadas solo para blancos y disfrutar de sus derechos constitucionales. Esta lucha pasiva mediante desobediencia civil fue retada con violencia por parte de las autoridades. Los tribunales locales también fueron cómplices de la violencia y los asesinatos.

En agosto 28 de 1963 más 250,000 personas marcharon en Washington, un acto que quedó marcado en la historia estadounidense. Ahí fue donde el reverendo Dr. Martin Luther King Jr., presentó su famoso discurso: “Yo tengo un sueño (I Have a Dream). El punto clave del discurso fue basado en que todas las personas deben ser tratadas iguales y, aunque ese no era caso en los Estados Unidos en ese momento, King consideró que así debería ser en el futuro.

El progreso alcanzado durante un medio siglo ha sido substancial. En cuanto a educación, empleos y estatus social. Las brechas respectivamente han disminuido para los grupos discriminados. Pero en 50 años, la población ha aumentado. Y con el crecimiento se han extendido la cantidad de grupos minoritarios, incluyendo los afroamericanos, que se encuentran atrincherados en sus luchas por derechos e igualdad que no se han resuelto o han surgido durante este tiempo.

Ahora más que nunca la Marcha en Washington tiene vigencia. Ya que la violación de derechos y los obstáculos para la mejora social son realizados más sutilmente.

No hace poco una de las leyes a consecuencia de las luchas de hace 50 años fue derrotada por la Corte Suprema al anular el corazón de la provisión de la Acta de Derechos para el votante. Ya en varios estados, como Carolina del Norte, se comenzó la supresión de votos.

Este revés muestra claramente que hay intereses trabajando para socavar el sueño del Dr. King y excluir ciertos grupos de la promesa americana.

Hoy día, el nuevo panorama racial conlleva más de lo mismo del pasado y temas nuevos. Entre las luchas que continúan y las nuevas se encuentran:

Derechos al inmigrante: La comunidad inmigrante se asemeja mucho a las afroamericana de hace 50 año. Vive bajo constante temor y asecho por las autoridades. Y aunque aportan a la sociedad, es invisible para muchos a la hora de obtener los derechos más básicos.

Los derechos de las mujeres: Los derechos reproductivos han estado bajo constante ataque, limitando y eliminando sistemáticamente el acceso a centros de salud e imponiendo control en como las mujeres deben tomar decisiones en sobre sus cuerpos.

Encarcelación masiva: No hay país en el mundo que encarcele su población como lo hace los Estados Unidos. Lamentablemente son los latinos y afroamericanos quienes componen el mayor porcentaje de presos en el país.

Educación: Desde prekínder hasta universidad, nuestros jóvenes se encuentran en un campo de batalla para lograr tener éxito. Sea por falta de recursos, medidas educativas fallidas y agendas políticas. La educación asequible universitaria y el sistema de préstamos ponen en juego las oportunidades profesionales y el estatus socioeconómico de nuestros jóvenes a una temprana edad.

Representación, y movilidad socioeconómica: La palabra minoría ya pierde su significado numérico y es adaptada hacia una índole racial. Aunque somos grandes en números, nuestra representación gubernamental y ejecutiva en el sector privado no refleja la diversidad de nuestra población. En parte la carencia de representación y los puntos mencionados crean una movilización económica cuesta arriba.

50 años después la marcha continúa, la lucha está en pie, y el sueño prevalece.

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