Aprender dos lenguas

Educación

El activista y educador Matthew Lynch recientemente preguntó si las barreras del lenguaje constituyen la “nueva segregación”. Retó a los lectores del blog Education Week a considerar si es “justo separar a nuestras poblaciones de estudiantes de acuerdo a su lengua materna”.

Continuó: “Así como el fallo de Brown vs. The Board of Education halló que ‘separado es… desigual’ cuando se trata del color de la piel, ¿ocurre lo mismo en las preferencias lingüísticas?”.

Sí, las clases separadas para hablantes de otras lenguas que no sea inglés son atrozmente desiguales e injustas.

Lynch se refería a un controvertido caso en Elgin, Illinois, en que el distrito escolar —40% hispano— tiene un programa para niños superdotados, en el que solo el 2% de los estudiantes es hispano. El distrito tiene un programa para superdotados separado, para estudiantes hispanos que aprenden inglés como segunda lengua.

Eso coincide con la mentalidad de innumerables educadores que creen, incorrectamente, que los niños cuya lengua madre no es el inglés, necesitan la inmersión en su lengua madre para poder aprender.

La profesora de Vanderbilt University, Donna Ford, dijo: “Incluso la discriminación no intencional cierra las puertas a los niños superdotados pertenecientes a minorías. Que uno no tenga la intención de discriminar no es una excusa para continuar haciendo las cosas de la misma manera.”

Pero arrear a los estudiantes que aprenden inglés a clases que se enseñan exclusivamente en su lengua madre es hacer las cosas de la misma manera, en muchos distritos escolares. De hecho, muchos defensores de la cultura hispana creen que es la única manera de educar a niños cuya lengua madre no es el inglés.

Clases separadas, maestros separados y a veces programas separados —a menudo de nivel inferior de los de los angloparlantes en un grado determinado— son programas comunes típicamente “bilingües”.

Fui maestra bilingüe en Illinois, un estado que requiere que la mayoría de los hispanohablantes obtenga, por lo menos, instrucción parcial en su lengua madre. Pero solo el español tendía a ser la norma y yo a menudo causé el enojo de mis pares por enseñar en dos lenguas en lugar de solo en español.

En las escuelas donde enseñé, en el programa de educación bilingüe había un constante recambio de instructores subcalificados, con certificados de enseñanza temporarios, quienes a menudo carecían de títulos universitarios en las materias que enseñaban.

Ese factor no siempre era importante. Mis estudiantes estaban en cursos en que se les enseñaba lenguaje con hojas de trabajo de la escuela elemental y se esperaba que los estudiantes de Álgebra II trabajaran y se examinaran a partir del libro básico de Matemáticas de octavo grado del distrito.

Se colocaba en programas bilingües a algunos estudiantes hispanohablantes que eran capaces de desenvolverse bien en las clases normales —había que mantener el número de alumnos para poder contar con las clases bilingües, que reciben financiación adicional del Gobierno federal y estatal.

Pero eso no ocurría con los estudiantes polacos, coreanos, filipinos y de otras lenguas, que llegaban al distrito. Sus números pequeños a menudo no desencadenaban la apertura de clases “independientes” dirigidas a su lengua madre. Se esperaba, en cambio, que nadaran o se hundieran en las clases normales, y casi siempre triunfaban.

Los niños son así —excepto en casos especiales— absorben idiomas nuevos con facilidad.

Lamentablemente, el Distrito Escolar Unificado de Los Angeles parece pensar que sus estudiantes de inglés no pueden adaptarse. Para reforzar sus logros, planea separar a los estudiantes de la escuela elemental que no dominan el inglés de los angloparlantes, en todas las clases esenciales.

Los que apoyan esta práctica dicen que la historia de bajo rendimiento de los estudiantes prueba que la integración no ha funcionado hasta el momento. Los que se oponen a ese plan citan investigaciones que sugieren que los estudiantes tendrán mejores posibilidades de aprender inglés, si se los coloca con sus pares angloparlantes.

Estoy de acuerdo, pero con la advertencia de que la instrucción debe ser excelente.

Los mejores programas de adquisición del inglés son los que proporcionan instrucción en ambas lenguas, con inmersión total en clases que alternan los idiomas y que están enseñadas por maestros capaces. Los estudiantes aprenden las dos lenguas con rapidez y hábilidad.

Por ejemplo, en Alamo Heights, Texas, dos estudiantes de la escuela media —uno anglo y el otro hispano— del programa de inmersión en dos lenguas de ese distrito escolar, compitieron por el título máximo en la primera competición de ortografía en español de la región.

Su desempeño no se debió a la suerte o a una habilidad inusitada. Simplemente participaron en un programa de inmersión en su lengua meta y recibieron apoyo de grandes maestros.

Si todos los estudiantes de inglés tuvieran ese lujo, sin duda no aceptaríamos la segregación en comunidades educativas prácticamente creadas para mantenerlos dependientes de su lengua madre.

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