Esperanza y frustración
La reforma de inmigración fue esperanza y frustración para la comunidad inmigrante, que vio en este año la gran posibilidad para legalizar a millones de trabajadores indocumentados.
Sin embargo, el 2013 fue el triunfo de un reducido grupo de congresistas republicanos que impuso su visión de temor e ignorancia por sobre el amplio respaldo a la reforma de los múltiples sectores económicos, sociales y políticos estadounidenses.
El proyecto integral aprobado por el Senado está muy lejos de ser perfecto, le quita la presión de la deportación al indocumentado, pero crea un tortuoso camino a la legalización y ciudadanía.
No obstante, esto fue insuficiente para la Cámara de Representantes que rechazó el camino de la Cámara Alta. En cambio, consideró medidas aisladas que nunca llegaron a presentarse a votación del pleno, ante la desconfianza en el sector más extremista dentro de la bancada mayoritaria. El debate lo dominaron aquellos que a cada paso denunciaron falsamente que la reforma era el equivalente a una amnistía.
Mientras tanto, las deportaciones que separan familias, los abusos en los centros detenciones y los abarrotados tribunales de inmigración continuaron reflejando todo lo inadecuado de un actual marco legal migratorio desconectado de la realidad. De una sociedad que en vez de incorporar al indocumentado a su sistema, prefiere explotarlo desde la ilegalidad.
El proceso no está muerto, todavía falta media sesión legislativa, el trabajo realizado hasta ahora no está perdido. No obstante, la experiencia recuerda las dificultades de aprobar leyes controvertidas, como la de inmigración, en un año de elecciones legislativas.
Habrá que ver si el presidente de la Cámara Baja, John Boehner, muestra en inmigración la misma fortaleza que tuvo para enfrentar la semana pasada al Tea Party sobre el presupuesto.
Al fin y al cabo, el éxito de la reforma depende tanto hoy, como será en el 2014, del liderazgo en la Cámara de Representantes, de su capacidad para comprender que una reforma migratoria no es para la demagogia electoral, sino un instrumento positivo para Estados Unidos.