Lo que no dijo Harry Belafonte sobre las cárceles

En una fuerte columna en el New York Times, el periodista Jim Dwyer criticó a Harry Belafonte por faltar a la verdad en su discurso en la ceremonia que instaló a Bill de Blasio como alcalde de Nueva York.

Los que han seguido la carrera del reconocido cantante y activista, saben que Belafonte no tiene pelos en la lengua. Después de todo, fue él quien una vez dijo que George W. Bush era “el terrorista más grande del mundo”, y que Jay-Z y Beyoncé le habían dado la espalda a la responsabilidad social. El hombre sabe de controversias.

En su discurso, Belafonte dijo que “Nueva York, alarmantemente, juega un papel trágico en el hecho de que nuestra nación tiene la población carcelaria más grande del mundo”.

Dwyer resaltó esa parte del discurso en su columna y desmintió a Belafonte, indicando que Nueva York —tanto la ciudad como el estado— tiene una de las tasas carcelarias más bajas del país, citando un estudio realizado en conjunto por tres importantes centros de estudio.

Es cierto. Gracias a la baja en la población penal de la ciudad, todo el estado rebajó su tasa carcelaria, según el estudio citado por Dwyer. Es más, en su informe de fin de año, el Departamento Correccional reportó una baja de 36% en la población penal de la ciudad en los 12 años que duró Michael Bloomberg en la alcaldía. Y comparada con la tasa nacional, la tasa local es 30% más baja.

¿Pero trató Belafonte de “mutilar la historia”, como lo acusó Dwyer?

La respuesta es no, si tomamos en cuenta lo que Belafonte dijo justo después, y que Dwyer omitió por completo: “Gran parte de ese problema surge de asuntos raciales, perpetuados por la profunda indiferencia humana hacia la pobreza”.

Eso es lo trágico. Lo que nadie puede eludir.

Porque aunque es cierto que Nueva York va por muy buen camino en sus políticas correccionales, tanto para aquellos que cumplen condenas tras las rejas como para los que lo hacen en libertad, la realidad es que la gran mayoría de los que están en la cárcel son negros o latinos. Esa es la tragedia que Nueva York, junto al resto del país, aún no logra solucionar.

Quizás lo que pudiese haber dicho Belafonte para ser más claro es lo siguiente: que de las aproximadamente 12.000 personas que estuvieron presas cada día en 2012, 90% fueron negros o latinos. Y que más del 50% de ellos son jóvenes. Ese dato no proviene ni de Bloomberg ni de un centro de estudios, sino de la propia IBO, un órgano municipal que, según la Carta Fundamental de la ciudad, es independiente de quién esté en el mando.

A eso se refería Belafonte cuanto llamó a nuestro sistema de justicia “dickensiano”: que no todos somos iguales ante la ley, sino que algunos pagan más caro que otros por los mismos delitos, sólo por vivir en barrios más pobres o por tener menos acceso a oportunidades.

Ese es el “cuento de dos ciudades” que Bill de Blasio espera poder revertir.

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