Menor habría presenciado muerte de familiares en Queens
Carlos Amarillo enfrenta cargos por asesinar a martillazos a su novia Estrella Castañeda y a la hija de ésta
Nueva York — Un hombre confesó haber matado ayer en su casa en East Elmhurst, Queens, a su novia y la hija de la mujer a martillazos por pensar que eran brujas.
“Apresúrense, están muertas. Yo las maté porque son brujas”, dijo Carlos Amarillo (44) cuando llamó al 911. “Quiero que la Policía me mate. Yo las maté con un martillo”, continúa la declaración, alrededor de las 12:10 a.m. del miércoles, según detalla la confesión en la Corte Criminal de Kew Gardens.
Amarillo, originario de Argentina, se refería a su novia Estrella Castañeda (56) y la hija mayor de la mujer Lina Castañeda (25), ambas colombianas, dentro de la vivienda, ubicada en el 24-10 de la calle 87.
Minutos más tarde, cuando los agentes llegaron al lugar de los hechos, encontraron a Amarillo que caminaba en el exterior de la residencia con una biblia y reiteró lo dicho: “Yo las maté, yo las maté”.
Al entrar al domicilio, hallaron a Estrella en su cama boca arriba y con una almohada en la cara. Había sangre en la dormitorio y las paredes, y un estuche del martillo junto a su cuerpo.
La escena terrorífica continuó cuando entraron al cuarto de Lina y la encontraron en el piso boca abajo, y el martillo cerca de su cuerpo, que estaba cubierto parcialmente. Los cuerpos mostraban varios golpes en la cabeza.
En el mismo cuarto, hallaron con vida a la pequeña hija de Lina, de siete años. Estaba en la cama y sin heridas visibles. Se cree que la menor fue testigo del monstruoso crimen.
Una mujer que se identificó como familiar, dijo que Carlos, el hijo mayor de Estrella, se hizo cargo de la pequeña.
“No ha podido llorar, está destrozado… era el más apegado a su mamá”, expresó entre lágrimas la mujer, quien prefirió no dar su nombre. “El domingo celebramos el cumpleaños de Carlos en esa casa, todos se veían contentos. El hombre sí se mantenía un poco alejado, eso es porque ya sabía lo que iba a hacer”.
Según la mujer, Amarillo no merece la muerte sino pasar un infierno en la cárcel por el resto de su vida.
Los sorprendidos vecinos lamentaban ayer lo sucedido. “Nunca escuché algún índice de violencia doméstica“, aseguró Patricia Rodríguez, quien vivía en el sótano de la misma casa. “Llegué de trabajar como a las 5 p.m., y vi que él salió a echarle agua a la boila. Me saludó: ‘buenas tardes señora Patricia’, y cada quien se fue por su camino, hasta que la Policía golpeó para preguntarme si había escuchado algo”.
Según Rodríguez, estaba “impactada” con la noticia y aunque escuchó un golpe fuerte en la noche, pensó que era la niña.
Otros vecinos manifestaron que escucharon ruido de martillazos. El ecuatoriano Christian Carrión relató: “Estaba recostado contra la pared y sentí cuando se movió. Me quité los audífonos, pero no escuché gritos ni nada”.
Según Carrión, Lina trabajaba en un restaurante en la Avenida Roosevelt, lo cual fue confirmado por una empleada.
“Sí trabajó un tiempo, adentro en la barra de los jugos. Era una muchacha muy callada, casi no hablaba pero sí nos dijo que tenía una niña”, indicó una mesera que prefirió no dar su nombre. “Es un crimen terrible, una cosa impresionante”.
Amarillo enfrenta dos cargos de asesinato en primer grado y dos cargos por posesión criminal de arma.
De ser encontrado culpable, Amarrillo puede enfrentar una sentencia de cadena perpetua.