Brasil encara el Mundial con barreras que salvar en su campo
La muerte de un trabajador más en las obras del estadio Arena Amazonia, en Manaos, el pasado viernes, fue la última piedra de un muro de argumentos que han llevado a cuestionar la organización del Mundial de Fútbol 2014, una barrera que Brasil tendrá que salvar antes de la realización del torneo.
Sao Paulo, 8 feb (EFE).- La muerte de un trabajador más en las obras del estadio Arena Amazonia, en Manaos, el pasado viernes, fue la última piedra de un muro de argumentos que han llevado a cuestionar la organización del Mundial de Fútbol 2014, una barrera que Brasil tendrá que salvar antes de la realización del torneo.
El fallecimiento de este trabajador en las obras del estadio se sumó a otras cinco que han venido produciéndose en los últimos años, desde que comenzaran los trabajos del Mundial y reabrió la polémica azuzada por algunas voces que apuntan a un carente nivel de seguridad en las obras del mayor evento futbolístico del mundo.
El suceso llevó de nuevo a algunos sectores a cuestionar la presión ejercida contra los trabajadores para poder entregar los estadios dentro del plazo previsto, debido a que algunos de ellos sufren atrasos a causa de los accidentes, la falta de mano de obra y problemas burocráticos para conseguir financiación.
De los cinco estadios aún en obras, el que más preocupa es el del Arena Corinthians de Sao Paulo, que acogerá el partido inaugural el 12 de junio, y que debido a un desplome de parte de su cubierta el pasado noviembre, tendrá que posponer su inauguración hasta el 15 de abril.
Los retrasos del estadio Arena da Baixada, en Curitiba, también se encuentran en el punto de mira de la FIFA, un hecho que llevó recientemente al secretario general de la organización, Jérôme Valcke, a amenazar con sacar a la ciudad del Mundial si no se aceleran los trabajos.
Las preocupación por los retrasos no llegan solo desde fuera de las fronteras. En Brasil, diferentes personalidades, entre ellas el exastro Pelé, también han mostrado su inquietud al respecto.
“La Copa Confederaciones, la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos son una oportunidad para atraer turistas, facturar bastante e, infelizmente, estamos dando un paso en falso en ese sentido”, dijo el considerado mejor futbolista de todos los tiempos.
La preocupación no solo se fundamenta en los atrasos en las obras de los estadios sino que va más allá, a falta de cuatro meses del saque inicial, Brasil todavía tiene en curso diferentes obras públicas pendientes.
“Brasil acaba de tomar conciencia de lo que es (el Mundial). Ellos comenzaron demasiado tarde, es el país más atrasado desde que estoy en la FIFA y es el único que tuvo tanto tiempo para prepararse”, declaró el presidente de la FIFA, Jospeh Blatter.
Fuera del campo, otra de las barreras que el Gobierno deberá sortear es la de las protestas convocadas contra de la organización del Mundial y que, en lo que va de año, han llevado a cientos de personas a manifestarse en las calles de todo el país.
El manifiesto de convocatoria de la última protesta, que tuvo lugar el 25 de enero, criticaba el sobrecoste en los gasto previsto de la organización y achacaba el aumento del presupuesto a la corrupción en las instituciones responsables de la construcción de los estadios.
Las manifestaciones, que en ciudades como Sao Paulo registraron varios heridos y terminaron con más de 100 personas detenidas, devolvieron el recuerdo de las protestas que el pasado junio sacudieron el país coincidiendo con la celebración de la Copa de las Confederaciones.
Ante el temor de que estas convocatorias puedan empañar el torneo, Pelé pidió a sus compatriotas que interrumpan sus manifestaciones hasta después del Mundial.
“Espero que tengamos esa conciencia: dejar pasar la Copa del Mundo. Ahí podemos reivindicar que los políticos están robando o desviando. Eso es otra cosa. El fútbol sólo trae divisas y beneficio para Brasil”, dijo el exjugador.
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aseguró, no obstante, que la realización de las mismas no impedirán el éxito de la organización del Mundial de fútbol.
A pesar de las críticas que han llovido en los últimos meses sobre la organización del evento, el Gobierno ha intentado mantener la imagen de liderazgo político y deportivo de Brasil.
La presidenta, Dilma Rousseff, respaldada por futbolistas como Neymar y Kaká, y exjugadores como Ronaldo, ha reiterado en más de una ocasión que “el país del fútbol” va a celebrar la “Copa de las Copas”.