Rostros de migrantes que intentaron cruzar frontera en Otay
Esposos, 'dreamers', y otros que no califican para DACA, intentaron cruzar el lunes por la garita de Otay
María Inés Vargas de Peniche y Alberto Peniche
Los esposos María Inés Vargas de Peniche y Alberto Peniche se entregaron junto al grupo de Dreamers que cruzó por la Garita de Otay el lunes en horas del mediodía, para cumplir la parte más difícil de un viaje que se inició hace días en la ciudad de México y que esperan culmine en Boston, Massachusetts, donde los esperan sus dos hijos, María Inés y Alberto.
“Queremos reunirnos todos en familia”, dijo María Inés con mucho ánimo pocos minutos antes de entregarse a las autoridades estadounidenses. Los esposos, contentos y sonrientes, posaron para una foto antes de enfrentarse al cruce e interrogatorio preliminar por parte de agentes de Protección de Fronteras y Aduanas (CBP).
María Inés, de 23 años y Alberto, de 21 cruzaron en dos anteriores acciones llevadas a cabo por el mismo grupo el año pasado. María con el Dream 9 y Alberto con el Dream 30. Ambos esperan su entrevista de asilo.
Elesban Vidal
Vidal, de 35 años, se fue con sus dos niñas a Puebla hace poco más de un año, cuando se dio cuenta de que a diferencia de sus dos hermanos, no calificaría para DACA y por desesperación económica. Llevaba 22 años en Los Ángeles. Sus hermanos, María y Santiago lo esperaban este lunes en el puente de cruce hacia México en Otay.
“Allá trató de abrir un negocio después de trabajar en construcción”, dijo María, su hermana. “Pero allá ya ha sido objeto de robos, los extorsionadores piensan que tiene dinero porque va de Estados Unidos pero nada más lejos de la realidad”.
María, de 25 años, tiene dos hijos y mientras esperaba el regreso de su hermano y sus dos hijas sostenía junto a su hermano menor Santiago, varios letreros con fotos familiares y mensajes de diferentes miembros de la familia. “Mis hijos, quieren volver a estar con sus primas”, dijo.
Samantha Viridiana Montes (Dreamer)
La víspera de año nuevo 2011, Samantha regresó a México tras firmar su salida voluntaria, luego de 13 años de vivir en Monterey Bay, en el Norte de California. Había venido con sus padres y hermano a los 5 años y cursó toda la primaria, secundaria y algo de colegio en Estados Unidos.
De regreso en Morelia, Michoacán tuvo que vivir sola, sin apoyo familiar. “Mi familia allá trabaja para el gobierno y la verdad no apoyo eso, así que no tengo ayuda de ellos”, dijo la joven.
“En Michoacán quise estudiar, tuve que intentar estudiar en escuelas privadas porque la universidad pública siempre está tomada con protestas y se pierden muchas clases”, dijo Samantha. “La verdad temo por mi vida”.
Samantha iba a pedir asilo al entregarse en la garita de Otay, vestida con su toga y birrete.