Poesía para calmar las tormentas

El poeta Juan Felipe Herrera celebra el mes de la poesía pero asegura que más allá de abril, los versos siempre sirven para generar conciencia.

El poeta Juan Felipe Herrera celebra el mes de la poesía pero asegura que más allá de abril, los versos siempre sirven para generar conciencia. Crédito: cortesía: la academy of american poets.

Al leerlos sonríe. Se regocija con los versos en capullo de esos poetas incipientes, aún lejos del punto de maduración y a los que él está inspirando a dar sus primeros pasos. “Son retebuenos. Estoy recibiendo magníficos poemas”, dice Juan Felipe Herrera, poeta veterano, miembro de la Academia de Poetas Americanos y profesor de escritura creativa en la Universidad de California en Riverside.

Un ruidito le alerta y sabe que otra poesía llegó a su inbox de poet2poet@poets.org. Quienes le escriben son estudiantes de 3ro a 12vo grado de escuelas de todo el país que participan del proyecto Poeta a Poeta, una de las varias actividades que se llevan a cabo en abril, mes de la poesía.

Quedan once días y Juan Felipe espera que la corriente de poemas siga fluyendo. “El proyecto es hermoso porque a partir de mi poema Five Directions to my House estos pequeños poetas crean sus reflexiones, sus ideas, odas e indicaciones de cómo llegar a sus casas, a sus jardines, a su corazón. Leerlos es algo maravilloso”.

Además de motivar a los chicos a animársele a su propia pluma, la iniciativa genera puentes entre poeta y lector y ambos cumplen los dos roles. Juan Felipe narra su propio poema en un video para que los muchachos puedan también escucharlo. “Lo grabé en en uno de mis viajes a Nueva York cuando nos reunimos todos los poetas de la Academia que está en downtown”, cuenta.

Juan Felipe es, desde el año pasado, el poeta laureado de California, el Estado donde nació y el que recorrió de punta a punta – durmiendo en tiendas de campaña o en carros- junto a sus padres campesinos, yendo de cosecha en cosecha “a veces de algodón, de uva o tomate, lo que tocara” pero confiesa que la gran manzana lo carga de una energía particular. “Nueva York me vuelve volcán creativo. Cuando estoy aquí lo bebo todo: la gente, la fotografía, las galerías, los estudiantes; los observo, me nutro de ellos y su trabajo y luego la erupción sucede en mi viaje de vuelta. Escribo como tigre en el avión hasta que parece que se me va a caer la mano”.

Chicano, Juan Felipe, 65, creció escuchando las andanzas de su padre de Chihuahua y adivinanzas, acertijos y cuentos de boca de su madre, del DF. La poesía, asegura, vino a su vida a llenar espacios. “No tengo hermanos y como nos mudábamos tanto tampoco tenía cuates para jugar; la imaginación se volvió mi mejor amiga”.

Su paso por la escuela primaria –el primero de su familia en terminarla- también lo marco. “Nos pegaban cuando hablábamos español, y entonces decidí callarme por completo; me silencié por varios años”.

Eso cambió una vez que una maestra lo escuchó.

“Me dijo ‘tú tienes una voz hermosa. ¿Sí? Le respondí y decidí creérmelo. Esto mismo repite Juan Felipe con sus propios estudiantes y con cada poeta en potencia que esté atemorizado. “Escucho mucho entre los latinos, ‘tengo acento; no puedo comunicarme; ¿Me lo puedes traducir? La gente se cierra, se llena de sombras y cada cual debe encontrar su propia voz sin achicarse. La poesía es esa voz”.

Con varias colecciones de poemas, libros y cuentos para niños bajo el brazo, Juan Felipe celebra la explosión de la poesía. “Ya no es esa mujer de tacones muy altos; arrogante y elevada, sólo accesible para los muy ricos que la leían mientras tomaban té. Está ahora en todos y en todo.”

Lejos del estereotipo del amante sufriente que escribe a la responsable de su despecho, Juan Felipe cree que la poesía es la calma en tiempos tormentosos. Así, escribe versos sobre cuestiones que suceden y con ellos, ofrece alivio: Un poema después de las bombas en la maratón de Boston; versos luego de la masacre en la escuela primaria Sandy Hook, en Connecticut y versos ahora para honrar a los estudiantes hispanos fallecidos cuando un camión de Fedex embistió el autobús en que viajaban. También dedico un poema al pequeño y su abuelo asesinados en un reciente ataque antisemita. “Tiro mis balacitas verbales contra el odio”, señala.

Abril pronto se acaba pero la poesía queda y Juan Felipe tiene un mensaje claro. “Los poetas pueden escribir de lo que está pasando nacional y mundialmente. A veces nos quedamos en experiencias personales pero la poesía es un arma poderosa y se puede usar para generar conciencia sobre lo que ocurre más allá de nosotros”.

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