Corrupción dentro de la FIFA
¿Por qué algunos dirigentes de la FIFA no son enjuiciados y condenados por sus acciones corruptas como cualquier delincuente común y corriente?
La reciente denuncia de la revista británica Sunday Times contra dirigentes de la FIFA por agravios cometidos durante la licitación de la sede los mundiales de 2018 y 2022 no es cosa del otro mundo.
La corrupción es el pan de cada día dentro de una organización que no tiene controles y balances, ni mucho menos un órgano jurídico independiente que sentencie a sus líderes, incluyendo a sus presidentes.
Joao Havelange, quien por muchos años fue el mandamás de la FIFA, recibió un sinnúmero de “regalos” durante su administración. Actualmente es investigado en las cortes suizas por haber recibido unos 1,700 millones de dólares de la agencia de mercadotecnia ISL entre 1992 y 1997. Hoy esta empresa no existe porque entró en bancarrota.
Otro de sus colaboradores cercanos, Ricardo Texeira, entonces presidente de la Federación Brasileña de Futbol, recibió una cantidad más alta de esta misma agencia: alrededor de 14,200 millones.
De acuerdo a Sunday Times, un dirigente del fútbol de Catar y exmiembro del comité ejecutivo de la FIFA, Mohamed Bin Hamman, “invirtió” más de $5,000 millones para lograr el apoyo de dirigentes de diversas federaciones regionales para que apoyen la candidatura de Catar para la organización del Mundial de 2022.
Recordemos que Catar nunca se clasificó a un mundial ni es una potencia regional de futbol. Por si fuera poco, Catar se distingue por discriminar a las mujeres y viola abiertamente los derechos civiles de sus ciudadanos.
Sin embargo, Catar fue elegido como el país organizador del Mundial 2022. Está claro que los billetes verdes y los regalos de Bin Hamman marcaron la diferencia.
¿Por qué las leyes tienen poco peso en el futbol? Jurídicamente la FIFA no es una Organización Internacional. Por tanto, las leyes internacionales no tienen jurisdicción sobre cualquier caso penal dentro de esta institución.
Las diversas federaciones de futbol, incluyendo a su organismo rector (FIFA), son básicamente organizaciones sin ánimo de lucro. Es decir, son las leyes nacionales las que tienen jurisdicción dentro de estas federaciones.
Empero, a diferencia de las otras organizaciones sin ánimo de lucro, la FIFA funciona como si fuera una organización internacional. Su presidente y sus funcionarios se sienten como los amos del universo. Al final, no existe un ordenamiento jurídico claro, ni en los estados ni en el ámbito internacional, que los haga pagar por sus pecados materiales